Marco Herrera
Cine
¿Por qué 'Entre dos aguas' se debería haber reestrenado en más cines?
Marco Herrera
Jueves 28 de febrero de 2019
ACTUALIZADO : Viernes 26 de abril de 2019 a las 19:49 H
3 minutos
La película de Isaki Lacuesta es, con motivo, una de las más aplaudidas del año en el cine español
Filmada con un estilo de falso documental, Entre Dos Aguas (2018) es entre otras cosas una poderosa denuncia social de cómo viven aquellos que lo hacen en los márgenes de la sociedad. Pero la película de Lacuesta es mucho más que eso y alcanza rincones a los que normalmente no llegan los documentales de denuncia.
El film cuenta la historia de Isra y Cheíto, dos hermanos de San Fernando (a donde regresa Lacuesta 12 años después del retrato de Camarón en La Leyenda del Tiempo) con vidas completamente diferentes. Mientras uno acaba de salir de la cárcel, el otro vuelve tras un largo periplo en la marina del ejército. El reencuentro en el lugar que crecieron juntos les hará recordar la muerte violenta de su padre cuando tan solo eran niños. Pero también les unirá de nuevo y recordarán bonitos momentos juntos.
Denuncia y emociones
La película camina paralelamente a propósito entre las vidas de los dos hermanos, y muestra las diferencias que en un mismo lugar del mundo y en una misma familia puede haber cuando las oportunidades sociales son escasas. El agua actúa como elemento fundamental, ya sea para los juegos y las charlas dentro de ella de los hermanos o para traficar hachís de madrugada.
La historia, a pesar de aparentar centrarse en las vidas de los hermanos, nos muestra sutilmente cómo son y cómo han llegado a serlo. La forma de editarla ha sido importantísima para hacer que la película haya llegado al espectador, transmitiendo en todo momento la naturalidad de la que los protagonistas hacen gala tanto en la película como en su vida real. Encomiable el trabajo de Lacuesta con dos actores que no eran profesionales antes de esta grabación.
En mitad de todo subyace la Bahía de Cádiz y una de las zonas con más paro de Europa, algo que la película denuncia sin necesidad de ser obvia. Y también la crítica, personificada en Isra, de cómo muchos considerados delincuentes no son más que víctimas abandonadas a su suerte. Isra lleva el peso dramático de ser el hermano repudiado por su mujer, el que fue traicionado con un chivatazo por su madre, el que cree no valer para nada más que para vender droga.
Isaki Lacuesta pone tacto y naturalidad en una película tan aclamada por toda la crítica como olvidada en los Goya, donde tan sólo obtuvo dos nominaciones (Mejor Película y Mejor Dirección). Fue Concha de Oro en el Festival de San Sebastián y Ganó la Mejor Película en el Festival de Cine de Mar del Plata.