Rosa Roch
Rosa Roch es redactora especializada en temas de salud, alimentación y gastronomía.
… saber más sobre el autorA tan solo unos 60 km de Barcelona, entre las comarcas del Vallès Oriental, Osona y La Selva, se encuentra el Parque Natural del Montseny, con 50.000 hectáreas de terreno que ofrece un sinfín de rutas para senderistas, donde encontramos las montañas más altas de la Cataluña central. La orografía del Montseny está estructurada por la Calma, el pico del Matagalls y su núcleo montañoso de Les Agudes y el Turó de l’Home, el punto más alto, 1706 metros. Entre ellos discurren valles, collados, el río Tordera y riachuelos que alimentan el pantano de Santa Fe de Montseny, por donde podemos dar un agradable paseo circular y disfrutar del bosque de hayedos, observar la flora y fauna, visitar la ermita románica de Santa Fe del Montseny y, en definitiva, disfrutar de la belleza del entorno sea cual sea la estación del año.
Si bien hay múltiples rutas de montaña con más o menos dificultad, el circuito que presento es un recorrido circular por el pantano de Santa Fe del Montseny, a más de 1.100 metros de altitud y una distancia de 4,5 km, sin dificultad y apto para mayores y niños; eso sí, no está adaptado, por lo que los cochecitos y las sillas de rudas tendrán que optar por un paseo por la zona de la ermita que sí tiene una pista adaptada, con fuentes naturales y zonas de picnic.
El punto de partida es el aparcamiento del Hostal Restaurant Avet Blau, es recomendable ir temprano pues es una zona muy concurrida y el aparcamiento suele llenarse.
Lo primero será visitar el Centre d’Informació de Can Casades, donde nos explicarán la ruta y otras alternativas si queremos hacerla más extensa.
Para empezar, nos encontraremos allí mismo con tres secuoyas californianas plantadas hace casi un siglo. vale la pena abrazarse a ellas y tomar consciencia de su inmensidad.
Delante mismo del centro de información hay una zona habilitada para hacer picnic con unas mesas y bancos de madera.
Iniciaremos el recorrido cogiendo el sendero que baja por la rampa, a la izquierda de la ermita. A los pocos metros, nos encontraremos con una construcción de piedra alrededor, es la Font del Frare, una fuente de la que no siempre mana agua. Hacia la derecha, desciende un sendero en dirección a un puente que cruza la Riera de Santa Fe, que recibe agua de muchos arroyos. El sendero se adentra hacia el hayedo y circula paralelo a la riera.
Seguimos el sendero que discurre a la izquierda de la riera y podemos observar el contraste de colores que las hojas nos ofrecen.
A medida que avanzamos, el agua del arroyo va calmándose hasta llegar a l’Estanyol, una pequeña presa construida en 1920, ahora ya en desuso, para proporcionar electricidad al Hostal. El paso, aquí, se complica un poco para las personas con movilidad reducida, pero solo es en este punto.
Seguimos por el sendero que ahora desciende con mayor nivel y, más adelante, encontramos una construcción de piedra, llamada La Fabriqueta, que corresponde a la central eléctrica del pantano de Santa Fe que se construyó, en 1935, para abastecer de nuevo al Hostal, ya que el primero pronto resultó insuficiente.
Bordeamos el pantano por la orilla norte hasta llegar a la presa de 19m de altura, 14m de base y 899.000 m3 de capacidad, pero totalmente integrada en el paisaje formando un lago que parece natural. La cruzamos y desde el centro podemos admirar la majestuosidad del pantano con La Fabriqueta y, por encima a la izquierda, Les Agudes.
Seguimos el recorrido por la otra orilla del pantano y justo al cruzar la presa encontramos el Faig Gros del Pantà (el haya grande del pantano), un haya de tronco enorme con sus raíces medio descubiertas cual dedos agarrándose a la tierra. Es un lugar muy especial para mí, invita a descansar, pensar y reflexionar.
Continuamos el camino de regreso, bordeando el pantano por el sendero de la derecha donde encontramos un pequeño bosque de castaños. El sendero empieza a alejarse del pantano ganando altura. Cruzamos una pequeña pasarela que nos ayuda a salvar un torrente y, ya llegando al final de recorrido, dejamos atrás el bosque de hayedos y castaños para encontrarnos con abetos, lo que confiere una gran diversidad de colores al entorno, sea cual sea la época del año en que lo visitemos.
Llegamos al punto de partida y es hora de buscar un lugar para descansar y tomar un tentempié.