Álvaro Valdés
Ocio
Diez obras singulares que tienes que ver en el Museo Arqueológico Nacional
El recorrido con las obras imprescindibles del MAN
Si quieres visitar el Museo Arqueológico Nacional (MAN), pero no tienes mucho tiempo para hacerlo y necesitas ver cuáles son las obras que hay que ver sí o sí, se ha elaborado una lista con las diez obras imprescindibles del MAN.
Son diez obras que destacan por diversos motivos, pero en las que se puede ver cómo era nuestra sociedad hace cientos de años gracias a la historia que hay detrás de cada una de ellas. Todas pertenecen a distintas culturas que han habitado la península ibérica desde la Prehistoria hasta la Edad Moderna. También comprende algunas de las civilizaciones del Mediterráneo antiguo, como el antuguo Egipto y la Grecia clásica, o incluso una de Nueva Zelanda.
Estela de Solana de Cabañas (sala 9)
Aquellas poblaciones que habitaban el suroeste de la península ibérica a finales de la Edad del Bronce utilizaban lajas de piedra para marcar sus territorios. En ellas grababan la imagen del jefe local y los colocaban en puntos estratégicos, como la red viaria o la comercial, para que las personas que pasasen por ahí las identificaran y supieran dónde entraban.
Uno de los ejemplos mejor conservados de esto es la Estela de Solana de Cabañas (Cáceres), en la que aparece un varón junto a un escudo, acompañado de otros elementos representativos como una lanza o un carro de cuatro ruedas.
Algunos expertos los relacionan con los príncipes mediterráneos y otros con los de la costa atlántica europea, aunque ambos coinciden en que se usaban para el intercambio de regalos entre príncipes, dando prestigio al reino en el que se situaban.
Dama de Elche (sala 13)
Quizá la Dama de Elche sea la obra más prestigiosa para el público general por todo lo que la rodea. Se descubrió en La Alcudia de Elche (Alicante), pero se considera esculpida por un griego o hecha en un taller griego. La escultura de esta mujer destaca por tener un tocado con dos rodetes metálico, unidas con una tiara y una diadema.
En su espalda presenta una cavidad, pero aún se discute el motivo por el que la tiene. También se duda sobre quién es esta dama, si una diosa, una sacerdotisa o la pareja de una persona pudiente, aunque la teoría más extendida es que es una dama aristocrática que sus descendientes divinizaron.
Fuente: Museo Arqueológico Nacional
Estatua de Livia (sala 20)
Esta estatua representa a Livia Drusilla, quien fue la esposa de el emperador Augusto, el primero de Roma y data de los años 14 y 19. En su momento fue muy importante, considerada como modelo de buenas costumbres y respeto a la tradición romana. Su influencia no fue solamente en política, sino también en cuestiones religiosas, ya que propició la pronta deificación de su esposo Augusto, a quien dedicó un templo y un colegio de sacerdotes.
La escultura la representa como sacerdotisa, ya que lo fue en el culto a Augusto. Destaca su rostro sereno y tranquilo, con una mirada que atrapa a quien la mira por su expresión idealizada.
Fuente: Museo Arqueológico Nacional
Tesoro de Guarrazar (sala 23)
Conjunto de seis coronas y cinco cruces de oro con piedras preciosas, perlas y cristal tallado que pertenecían a la monarquía visigoda. La pieza más importante es la corona de Recesvinto, en la que las letras colgantes en oro forman su nombre.
Menos la cruz pectoral bizantina, el resto del tesoro fue fabricado en los talleres áulicos de la capital toledana durante el siglo VII y después escondidos en dos fosas cerca de Guadamur (Toledo).
Las coronas y las cruces representan la alianza entre la Monarquía y la Iglesia mediante sus dos símbolos principales, legitimizando el mutuo poder de ambos.
Fuente: Museo Arqueológico Nacional
Bote de Zamora (sala 23)
Este bote está realizado por los artesanos andalusíes en el taller palatino de Madinat al-Zahra (Córdoba) en la segunda mitad del siglo X con marfil. Fue un regalo del califa al-Hakam II para Subh, una de las mujeres más influyentes de la época, tal y como se ve en uno de los bordes de la tapa.
Está decorada con árboles y flores junto a animales como las palomas o los cervatillos, recreando los jardines palatinos.
Fuente: Museo Arqueológico Nacional
Crucifijo de don Fernando y doña Sancha (sala 27)
Es un crucifijo de marfil que muestra a Cristo de una de las maneras más espectaculares de la etapa románica. En la parte superior de la cruz se puede ver un grabado de Cristo resucitado. También se puede ver una referencia al Juicio Final. En la parte inferior del anverso de la cruz se puede leer "Ferdinandus" y "Sancia", que fueron los reyes de León (Fernando y Sancha) que donaron la cruz (1063) a la colegiata de San Isidoro de León.
Fuente: Museo Arqueológico Nacional
Ábaco neperiano (sala 28)
Construida en el siglo XVII con madera de palosanto e incustaciones de marfil, contiene los dos ábacos inventados por John Napier en la segunda mitad del siglo anterior, para realizar operaciones matemáticas con numeración arábiga.
El primero se encuentra en la caja con tapa corredera y consta de dos placas con las tablas de potencias y las varillas con los múltiplos de la cantidad que figura en su extremo. El segundo se encuentra dentro del mueble en cajones numerados. En el cuerpo central, se guardan las placas con las tablas de multiplicar que funcionan como multiplicando. En los cajones laterales, las fichas perforadas que se utilizan como multiplicador cuando se colocan transversalmente sobre las anteriores, según normas establecidas y permitía operaciones de ciencias como la Astronomía y la Cosmografía.
Fuente: Museo Arqueológico Nacional
Escultura del sacerdote Harsomtus-Em-Hat (sala 34)
Esta escultura es de Harsomtusemhat, un sacerdote que vivió entre los años 664 y 610 a.C. y que se decía que estaba al servicio de varios dioses. Por ello, estaba circundidado, debía rasurarse todo el cuerpo diariamente, podía vestir solo con una túnica blanca y no podía comer cerdo u otros animales que consideraban impuros.
En la inscripción se puede ver lo siguiente: "Este es Harsomtusehat, noble príncipe, escriba de los documentos reales, registrador de las moradas, sacerdote de Neit, sacerdote de Hathor, sacerdote de Horus".
Fuente: Museo Arqueológico Nacional
Dinos de Las bodas de Tetis y Peleo (sala 36)
Este recipiente de cerámica servía para mezclar el vino con el agua en las fiestas y banquetes que se acometían en la antigua Grecia. En su superficie se puede ver la representación del mito de Tetis y Peleo. Por ello, aparecen tantos animales marinos dibujados a lo largo del recipiente.
Fuente: Museo Arqueológico Nacional
Tevau (sala 38)
El tevau, o "dinero pluma" era una forma de dinero utlizado en Oceanía hasta la década de 1970 y que, al haber sido considerado en 1975 como patrimonio cultural de las islas, está prohibida su exportación, por lo que tener un ejemplar en Madrid es una enorme suerte.
Se compone de una estrecha tira de fibra vegetal de 10 metros de largo enroscada sobre dos anillos de corteza de árbol y tejida con las plumas rojas del pequeño pájaro Mielero cardenal.
Fuente: Museo Arqueológico Nacional