Marco Herrera
Gastronomía
Las claves del resurgir del tradicional vino de Jerez
Repasamos algunos de los motivos que han hecho de los caldos jerezanos tendencia gastronómica
La sherry revolution o, lo que es lo mismo, el resurgir de los jereces, parece consolidarse desde hace unos tres años, cuando los vinos y enólogos del Marco de Jerez (que engloba la producción en Jerez, El Puerto de Santa María y Sanlúcar de Barrameda) salieron como grandes triunfadores de la International Wine Challenge (IWC).
Con las Bodegas González Byass y Fundador–antigua Domeq– a la cabeza, el vino de Jerez da carpetazo a un letargo que empezó hace casi 20 años, a finales de los años 90, y que ahora, con nuevas formas de negocios, el ímpetu de grandes bodegas y el apoyo de chefs y aficionados, parece retornar a su posición privilegiada poniendo al jerez entre los vinos más cotizados del mundo.
Vuelta a los orígenes
Para encontrar de nuevo el camino del reconocimiento, las bodegas no han hecho otra cosa que mirar al pasado, volver a las botas (las barricas) y despachar el vino en los tabancos, que estaban cerrando desde hace un par de décadas y que ahora vuelven a ser un atractivo turístico de la ciudad, mezclando la pasión por el vino con la del flamenco.
Los vinos del Marco siguen cosechando premios en la IWC desde hace unos años y la Parker's Wine Advocate, la revista de vinos de referencia a nivel mundial, sigue con varios de ellos al frente de los mejores del mundo. Megaurbes como Nueva York, Tokio o Londres cada vez cuentan con más sherry bars y algunos productores y empresarios "se quejan" de que el jerez es mucho más valorado en ciudades como estas que en las grandes ciudades de nuestro país.
Jerez es mundial
Alemania, Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Canadá, Suecia y Japón son los principales demandantes hoy en día de sherry, y aunque la exportación necesita subir, parece confirmarse que la caída a los infiernos de los últimos lustros, se ha frenado. Esos infiernos que empezaron a olerse con las compras de bodegas de Rumasa, el consorcio de empresas del local Ruíz Mateos que ante la fiebre por el jerez en los años 70, multiplicó la producción, haciendo que descendieran bruscamente los precios y llevando al cierre a multitud de bodegas.
El renacimiento de los últimos años viene encabezado por gente joven, incluidas muchas mujeres, con una visión más artesanal y, paradójicamente, más respetuosa por el pasado de la producción de sherry y del negocio de vender vino. Producciones más cuidadas, locales con encanto como los de antes y elegir muy bien la distribución y las ventas. Estas parecen ser algunas de las claves que vuelven a poner en lo más alto del mundo del vino al jerez.