Domingo 1 de enero de 2023
ACTUALIZADO : Domingo 1 de enero de 2023 a las 1:09 H
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Para la mafia italiana en Estados Unidos, la cocina es una cosa muy seria. Tanto, como la familia, los negocios y las tradiciones. No hay más que ver la trilogía de El Padrino para comprobar cómo algunas de las escenas más memorables transcurren entre comida: en un restaurante, durante un banquete de bodas, cocinando o en la frutería. Incluso se ha editado un libro que recoge los platos más famosos de la saga de Francis Ford Coppola: 'El libro de cocina de la familia Corleone' (Norma editorial).
Pero de todas las escenas de El Padrino en las que hay manduca de por medio, que no son pocas, hay una que sobresale por encima las demás, cuando uno de los sicarios de la familia Corleone, Peter Clemenza le enseña a Michael Corleone a preparar uno de los platos más icónicos de los emigrantes italianos en Nueva York: los espaguetis con albóndigas.
“Ven aquí con Clemenza, aprende algo. Quién sabe si algún día tendrás que guisar para 20. Fíjate, primero echas un poco de aceite, de buena calidad, luego fríes un ajo y después echas bastante tomate, y lo rehogas todo procurando que no se agarre. Echas luego tus salchichas y tus albóndigas y añade vino y un poco de azúcar. Es mi truco”.
Así lo explica el personaje en la película. Quizá demasiado resumido como para que seamos capaces de hacerla en casa. Nosotros os explicamos cómo hacer este plato. Siguiendo las indicaciones que en alguna ocasión ha dado el mismísimo Coppola. Y con algún pequeño detalle de nuestra propia cosecha.
Para las albóndigas:
Para la salsa tomate:
Comenzaremos por las salchichas. Pártelas en trozos y cocínalas a fuego medio en una plancha, sin aceite. Solo queremos que se tuesten por fuera. No importa si no se cocinan bien en su interior, ya se terminarán de hacer después, en la salsa.
Ahora, vamos con las albóndigas. Mezcla en un bol la carne picada con el huevo batido y el pan rallado. Añade sal y un poco de pimienta. Mezcla todo con las manos hasta obtener una mezcla bien amalgamada. En este punto, puedes hacer las albóndigas tal y como tengas costumbre. Por ejemplo, sustituir el pan rallado por un poco de miga impregnada en leche, o bien añadir un poco de ajo picado y perejil.
Pasa por harina las albóndigas y dales unos golpecitos con las manos para retirar el exceso.
Fríelas en abundante aceite bien caliente hasta que se doren, dándoles la vuelta para que se hagan por todos los lados y con cuidado para que no se tuesten demasiado. A medida que vayan estando, ve sacándolas a un papel absorbente de cocina para retirar el exceso de aceite. Reserva.
Vamos ya con la salsa de tomate. Pica la cebolla en brunoise fina, es decir, en dados menudos. Por otro lado, pela los ajos y picalos.
Acerca una cazuela al fuego con un chorro de aceite y pocha a fuego suave el ajo y la cebolla.
Cuando la cebolla comience a ablandarse, añade el tomate natural triturado y sigue cocinando.
Añade el vino y sube un poco el fuego para que se evapore el alcohol. Pasados unos minutos añade el perejil picado y las hojas de albahaca, picados. Rectifica de sal y pimienta negra. ¡Ah!, y no olvides el truco de Clemenza, añadir un pellizco de azúcar para corregir la acidez.
Pon las albóndigas y las salchichas dentro de la salsa y deja hervir durante 10 minutos a fuego suave.
Cuece la pasta en abundante agua con sal siguiendo las instrucciones del fabricante para dejarla al dente. Escurre la pasta cuando esté lista.
Sirve la pasta y, por encima, la salsa con las albóndigas. ¡A dsfrutar!.
