Rosa Roch
Rosa Roch es redactora especializada en temas de salud, alimentación y gastronomía.
… saber más sobre el autorLas guindillas, en sus diferentes variedades chile, cayena, piparra, ají, entraron en España de la mano de Cristóbal Colón procedentes de Sudamérica. Es el fruto de la planta Capsicum y con el tiempo se han convertido en un producto muy apreciado por los grandes chefs del país y, poco a poco, también van ocupando un lugar destacado como condimento en las nuestras cocinas.
Se trata de un fruto de color lucido, rojo, amarillo o verde, y de sabor picante, que nos permite preparar un sinfín de platos con su toque especial de sabor. Potajes, cocidos, carnes, pescados, salsas y ensaladas pueden ser la cuna de unas rodajas de chile fresco o bien salteadas previamente en la sartén.
Pero más allá de integrarlas en nuestras elaboraciones, también podemos sacarle un gran partido preparando un aceite de oliva aromatizado para tenerlo siempre a mano y utilizarlo a demanda. En muchos restaurantes, especialmente italianos, suelen ofrecer un cuenco con este tipo de aceite para aliñar los platos de pasta, las ensaladas o las pizzas y lo cierto es que quien lo prueba no queda indiferente.
Este es nuestro reto de hoy: preparar un aceite de oliva picante para que ningún plato nos deje indiferente. Además, si compras las guindillas en temporada puedes preparar una buena cantidad de aceite de oliva picante y ofrecerlo como regalo a tus amigos o familiares “más picantes”, seguro que lo apreciarán.
Para preparar un litro de aceite picante necesitas:
Opcional
El proceso es simple, empezaremos esterilizando el tarro de cristal hirviéndolo durante 45 minutos para los tarros grandes y 25 minutos si son pequeños.
A la hora de manipular los ingredientes mi recomendación es utilizar unos guantes de látex para evitar que, aunque nos lavemos las manos, nos queden impregnados los dedos de sustancias picantes que acaben contaminando otros alimentos o los ojos, en el caso de tocárnoslos.
Importante: antes de añadirlo a una receta prueba primero la intensidad de su picor. Para ello vierte un par de gotas en la palma de la mano, mantenlas uno segundo sobre la piel para que cojan temperatura y a continuación sórbelas.
Ya solo queda disfrutar de este aceite en tus ensaladas y pizzas; en carnes y pescados a la brasa. Recetas como unos mejillones (llamados mejillosnes cabreados si son picantes), unas gambas a la plancha, un salteado de verduras o los típicos callos a la madrileña admiten muy bien un chorrito de aceite picante.
Otra opción es servir en el centro de la mesa una bandeja con diferentes tipos de pan (blanco, integral, con semillas, con queso) y tres o cuatro cuencos pequeños con diferentes aceites de oliva Virgen Extra. Puedes poner las variedades anteriormente mencionadas u otras menos conocidas, como son la Blanqueta, Zarza, Frantojo o Nabali, aunque estas son más difíciles de encontrar; también aceites aromatizados con ingredientes como la trufa, boletus o albahaca, por poner unos ejemplos, y por supuesto nuestro aceite picante.
Es una manera de “improvisar” una cata de aceites mientras esperas el plato principal, una idea diferente y muy original de disfrutar de nuestro preciado oro líquido.