¿Rioja o Ribera del Duero? Eterno dilema de cual es más fuerte o más suave en el fondo no es tal. En realidad ambas Denominaciones de Origen (D.O.), las más conocidas, representativas y consumidas de nuestros vinos, no son tan diferentes, de hecho la uva predominante en ambas es la Tempranillo, pero sí es cierto que no son, ni mucho menos iguales.
La D.O. Rioja nació en 1925 mientras que la de Ribera del Duero no se estableció hasta 1982. Eso sí, en 1991 Rioja se convirtió en D.O.C., Denominación de Origen Cualificada, una categoría creada para los vinos de la más alta calidad entre los que, para la gran mayoría de expertos, también se incluyen los de Ribera a pesar de no tener esa calificación oficial.
Diferente terroir
Otra peculiaridad es que la D.O. Rioja se subdivide a su vez en tres: Rioja Alavesa, Rioja Alta y Rioja Baja que se geográficamente se corresponden, más o menos, con Álava, La Rioja y parte de Navarra. Esto hace que, al ocupar una gran extensión de territorio, existan diferencias entre los distintos terroir, o terruños, que es como se denomina a las condiciones de clima, microclima, suelo, variedad cultivada y disposición del viñedo. En Rioja encontramos desde cálidos llanos hasta abruptos y más frescos riscos y cultivos en bancales. Por su parte, la D.O. Ribera del Duero se extiende por el este de las provincias de Valladolid, Soria, Burgos y parte de Segovia con un terroir que va desde las zonas altas a las bajas pasando por la campiña.
Como ya se dijo, la uva predominante en ambas D.O. es el Tempranillo, pero no debemos olvidar que la vid evoluciona de distinta manera según sea el clima que se encuentre. La Rioja está bañada por el aire húmedo, cálido y levemente salado que le llega desde el Mediterráneo a través de la cuenca del Ebro y al mismo tiempo se protege de los fríos del norte gracias a la sierra de Cantabria que alcanza la Rioja Alavesa creando un clima templado y poco extremo que hacer madurar más a la uva que, en consecuencia, aportará una gran cantidad de matices. Todo esto hace que los vinos de riojanos resulten generalmente muy equilibrados y sin excesivo cuerpo.
Por el contrario, el clima de la zona que ocupa la D.O. Ribera del Duero es claramente continental con fríos inviernos y calurosos veranos de noches frescas. Todo ello hace que la uva madure antes y de ella nazcan vinos más potentes y afrutados además de aptos para madurar en roble sin que por ello pierdan juventud.
Por lo que al suelo se refiere en la Rioja son calcáreos y arcillosos que transmiten con rapidez la humedad a la vid que aprovecha bien el agua de lluvia, por otra parte más abundante que en la Ribera donde llueve bastante menos y debe aprovecharse la humedad de la cuenca del Duero. Allí los suelos son mucho más variados que los riojanos yendo desde el calcáreo al arenoso que no es capaz de retener el agua de lluvia lo que ocasiona que la uva contenga menos agua y por tanto más azúcares que favorecen y refuerzan el carácter del Tempranillo.
Misma uva, distinto coupage
Por último es necesario comparar también las distintas variedades de coupage, el arte de la mezcla de vinos para mejorar sus cualidades. Aquí es donde entra la mano del enólogo que decide el más adecuado para el vino que busca. Siempre respetando la norma de oro de que el Tempranillo siempre debe estar más presente que cualquiera de las otras variedades en los vinos de Rioja suelen utilizarse también la Garnacha tinta que aporta mineralidad y cuerpo, el Mazuelo que aporta valores frutales, el Graciano que es una uva muy concentrada que actúa contra la oxidación natural del vino.
Sin embargo, en el coupage de la Ribera del Duero no se suelen utilizar variedades españolas como en La Rioja, salvo en ocasiones algo de Garnacha, sino francesas como la Cabernet Sauvignon y el Merlot que aportan suavidad y el Malbec que potencia su explosivo carácter.
Lo dicho: para nada iguales, pero no tan diferentes.