Lola Santos
Lola Santos es redactora especializada en temas de alimentación, viajes y ocio.
… saber más sobre el autorLa crema catalana es el postre más tradicional de la gastronomía en Cataluña. Se trata de una crema pastelera, como si fuera unas natillas, con una costra crujiente a base de azúcar caramelizado. Es muy sencilla de elaborar y se tarda muy poco tiempo en prepararla. Sin embargo, conseguir el resultado perfecto es cuestión de tener un poco de técnica y tener en cuenta estos trucos.
Los ingredientes de esta receta con cuatro: huevos, leche, maicena y azúcar. Si vamos a añadir aromatizantes, debemos tener cuidado de que no se nos vaya la mano y acabe con el sabor dulzón que debe caracterizar este postre. Se suele añadir canela o piel de limón, pero también un toque de vainilla, por ejemplo.
Lo que aporta cremosidad a la crema catalana es la maicena. Si no ponemos la cantidad justa, nos quedará una mezcla más líquida, más parecida a las natillas que a lo que debe ser este postre catalán. Por ejemplo, para un litro de leche, hay que añadir 30 gramos de maicena. Además, para evitar que se haga grumos, es mejor añadir la maicena a las yemas de huevo en vez de a la leche.
Y, para evitar que salgan grumos durante la preparación de esta receta, es fundamental remover constantemente, ya sea con unas varillas o una cuchara de madera. Esta crema no se prepara sola. Ten en cuenta que no debes dejar la mezcla del huevo y el azúcar y la maicena mucho tiempo antes de poner al fuego porque no cuajará bien.
Es cierto que se trata de una elaboración sencilla y rápida, pero requiere su tiempo. Por eso, es mejor hacerlo con fuego suave para conseguir el mejor resultado. Con el fuego más alto corremos el riesgo de que se nos queme. Con el fuego suave, el huevo va cuajando poco a poco.
Una vez que se aparta del fuego la crema, déjala que se temple antes de meter en la nevera, porque es un postre que se sirve frío. No la pongas caliente en el frigorífico porque los cambios bruscos de temperatura pueden afectar a su sabor. Puedes repartirla en cuencos individuales antes de que se enfríe.
Y, antes de servirla en la mesa, hay que darle el toque final: la capa superior quemada. Espolvorea bien la superficie con azúcar y quémalo con una plancha de hierro o con el soplete de cocina (esta segunda opción es más fácil), el caramelo quemado de la crema catalana es su seña de identidad. Ten cuidado de no acercar demasiado la llama para que no se queme en exceso y arruine el sabor de la crema.