Lola Santos
Lola Santos es redactora especializada en temas de alimentación, viajes y ocio.
… saber más sobre el autorHarina, azúcar, huevos, aceite, yogur y levadura química. Estos son los ingredientes básicos de los bizcochos caseros que horneamos en casa. El refranero popular dice que cada maestrillo tiene su librillo, pero hay trucos que, sea cual sea tu receta, te pueden servir para lograr un bizcocho esponjoso.
Muchas veces, cuando lo sacamos del horno, el bizcocho es un auténtico mazacote. En otras ocasiones, nos queda poco hecho en el centro. Y otras veces se queda duro al día siguiente. ¿Cómo lo podemos evitar? Vamos a repasar algunos consejos que debemos tener en cuenta para que nuestros bizcochos sean los más ricos.
Lo primero, aunque pueda resultar una obviedad, debemos seguir la receta respecto a las medidas y pesos de los ingredientes. Estos deben estar a temperatura ambiente, a menos que la receta diga lo contrario. Y, si antes de comenzar a mezclar los ingredientes, los medimos todos y los disponemos en la encimera, no se nos olvidará nada.
El ingrediente con el que podemos tener más dificultad a la hora de tomar la medida es el huevo. Si la receta no especifica el tamaño, lo normal es que se trate de huevos talla M, que tienen un peso entre 53 y 62 gramos. Si añadimos huevos más grandes, los de la talla L pesan entre 62 y 72 gramos, nuestra mezcla tendrá un exceso de líquido.
Usaremos harina normal de trigo. Si empleamos harina para bizcochos, esta ya viene con impulsor, pero no sabemos cuánta cantidad. Así que mucho mejor harina y levadura por separado, de forma que podamos controlar la cantidad que añadimos. Y cuidado a la hora de comprar la levadura; para un bizcocho no sirve la levadura de panadería, debe ser la levadura química de repostería.
Para que un bizcocho quede esponjoso, hay que batir la masa para que coja aire. Podemos hacerlo separando las yemas de las claras, batiendo las primeras con el azúcar y las claras a punto de nieve. Después, añadimos la harina tamizada y lo vamos incorporando poco a poco a la mezcla del azúcar y las yemas. Después añadiremos el resto de ingredientes y, por último, las claras a punto de nieve. Y si para batir los ingredientes usas unas varillas eléctricas, introducirás más aire a la masa.
Una vez mezclados los ingredientes, lo vertemos a un molde que habremos untado con mantequilla y espolvoreado con harina para que el bizcocho no se pegue. Lo metemos rápidamente al horno, que deberá estar ya a la temperatura adecuada.
Cada horno es distinto, por lo que al principio será necesario controlar la temperatura y el tiempo de horneado. Eso sí, no se debe abrir el horno durante el horneado, hasta casi el final del tiempo. Si necesitamos comprobar si está hecho del todo, podemos emplear un palo de brocheta que clavaremos en el centro. Si sale manchado, lo dejaremos unos minutos más.
Una vez horneado, lo dejamos sobre una rejilla para que se enfríe antes de desmoldarlo. Una vez bien frío, debemos guardarnos en un recipiente hermético para que no se endurezca.