65Ymás ofrece un adelanto de la obra
Sven Tuytens, corresponsal de la radio y televisión pública belga que vive en España desde hace ocho años, acaba de publicar su primer libro en castellano, fruto de la investigación sobre una curiosa fotografía guardada en una caja de zapatos. La imagen, que ilustra la portada de la obra, muestra a once mujeres el Primero de Mayo de 1937 en la Plaza de Cataluña de Barcelona. Era su primer día en España. Y es el primer capítulo de Las mamás belgas (El Mono Libre Editorial) que llegará a las librerías el próximo 5 de marzo.
“La caja estaba en el archivo de la segunda Guerra Mundial de CEGESOMA, en Bruselas, que guarda mucha información sobre la resistencia y también sobre la guerra civil española y los brigadistas belgas que estuvieron allí. La caja con la foto estaba en el despacho del director que llevaba investigando el tema de los brigadistas belgas judíos desde los años setenta, pero de los hombres, los combatientes, y aunque había encontrado también información y fotografías sobre las mujeres no llegó a utilizarlo y lo guardó en la caja de zapatos con lo que no estaba disponible para el público", explica a 65Ymás Sven Tuytens.
"Pero como estaba a punto de jubilarse y sabía que ya no podría trabajar en ello me dio sus fotografías de la guerra civil y allí estaba esa foto que me parecía increíble. Lo primero que pensé es que era rarísimo que una imagen así no hubiera salido nunca a la luz. Entonces empecé a investigar quienes eran esas mujeres y cuál era su historia y ahí surgió primero un documental y ahora el libro”, aclara Tuytens.
De Amberes a Onteniente
Todas las mujeres que refleja la fotografía eran de origen judío, comunistas y habían salido de Amberes con el propósito de combatir el fascismo. Tras su paso por Barcelona ese Primero de Mayo, viajaron en tren a Onteniente con paradas que les permitieron ver el ambiente alegre de Albacete, base de las Brigadas Internacionales. Las 21 voluntarias –se sumaron otras mujeres que no aparecen en la fotografía de Barcelona– trabajaron como enfermeras atendiendo heridos de guerra en el hospital Militar Republicano de Onteniente financiado con fondos de sindicatos belgas y de la Internacional Socialista.
“El tema del carácter solidario de las Brigadas Internacionales es único en el mundo y al investigarlo descubrí que aquellas mujeres trabajaron en un hospital en Onteniente, que es una ciudad de la que no había oído hablar en mi vida y menos de que hubiese habido un hospital militar enorme con 1.200 camas y cuatro quirófanos. Llamé a un investigador local para preguntarle si sabía algo más sobre aquello y gracias a él encontré y pude hablar con Rosariet, la última enfermera aún viva que ahora tiene 97 años, 94 cuando la entrevisté, y comenzó a trabajar en el hospital a los 15 años. Fue una suerte porque ya quedan muy pocos testigos directos de aquella época. Fuimos al hospital que hoy es un convento con un colegio que albergan aún las huellas de lo que fue en el pasado”, cuenta Sven Tuytens.
Desde entonces no pudo dejar de seguir investigando “en los archivos de España y Bélgica pero también en el archivo de las brigadas internacionales de Moscú, donde se guarda muchísima información. Poco a poco lograba reunir más piezas del puzle y pude contar esta historia que me parece impresionante y sobre todo contar la historia desde el punto de vista de estas mujeres idealistas, porque hay mucha información de los hombres que lucharon en el frente, pero muy poca sobre el papel que jugaron las mujeres”.
Rosariet, a quien las belgas llamaban “La Peque”, contó a Tuytens su recuerdo de aquellas valientes que tomaron la decisión de jugarse la vida por sus convicciones. Entre los pliegues de su memoria destaca la personalidad de Vera Luftig, que vino a luchar con dos hermanas, Rachel y Golda, también protagonistas del relato y con sus maridos y novios, brigadistas internacionales.
En primera línea
La mayoría de ellas se reunían desde antes de la guerra en España en un local marxista de Amberes. Su fuerte compromiso político las llevó ya desde el año 1934 a atender a refugiados políticos que huían principalmente de la Alemania nazi. En aquellos años el enfrentamiento en el campo de batalla con el fascismo parecía inevitable, cosa que la guerra en España vino a confirmar. Y ellas querían estar en primera línea del frente.
Mujer culta, elegante, atractiva y bien relacionada, Vera se enteró de que la Internacional Obrera y Socialista (IOS) y los sindicatos belgas habían impulsado la creación de un hospital militar internacional en Onteniente, transformando el monasterio de los Franciscanos —y actual colegio de la Concepción—. Precisamente ella organizó el viaje a España. Los primeros días en el hospital de Onteniente, en mayo de 1937, apenas llegaban heridos de guerra por la lejana ubicación del hospital pero después tuvieron que atender a los heridos del frente de Teruel, cuando quedaron impresionadas con las heridas por congelación.
La guerra se recrudecía y atendían a población civil que había sufrido bombardeos indiscriminados de la aviación fascista. Poco antes de su salida de España atendieron a muchos de los más de 200 heridos en el bombardeo de Játiva, más conocido como el Guernica valenciano, donde murieron 129 personas.
"Lo hicieron como había que hacerlo"
Dos de las mamás belgas se habían trasladado antes del bombardeo al hospital de Villanueva de la Jara (Cuenca). Derrotada la República tuvieron que escapar hacia Argelia antes de regresar a Bélgica. No les esperaba allí un destino mucho mejor. En 1940, sería ocupada por los nazis y una nueva guerra llegaba a sus vidas. Muchas de ellas se truncarían en violentas persecuciones o en campos de concentración. De quienes sobrevivieron, fueron mayoría las que combatieron hasta el final al fascismo en la Resistencia e incluso con la lucha armada.
Vera Luftig, que había perdido a su marido, brigadista, en la batalla de Madrid, siguió luchando en la Resistencia y entró en una red de espionaje soviética llamada la Orquesta Roja. El relato recorre sus pasos y nos acerca a la personalidad de esta mujer que tuvo que ocultarse con varios nombres falsos como también hicieron otras de sus compañeras para sobrevivir.
Sven Tuytens ha querido dar voz a estas heroínas anónimas, rescatarlas de la memoria silenciosa. Y ha escrito el libro a partir de testimonios de las enfermeras, que dejaron en forma de cartas o diarios y también de entrevistas a las supervivientes y testigos de la época en que estuvieron en Onteniente; así como encuentros con sus hijos.
“El mensaje que a día de hoy nos trasladan estas mujeres es el del lado más bonito del ser humano, el de la solidaridad. Es una lección de solidaridad que debemos aprender de aquella gente que dejó todo para trabajar durante tres años en un quirófano. Mujeres que fueron a la guerra para defender una idea, para defender la democracia, y no sólo en España porque eran conscientes de que había que defenderla en toda Europa. Así lo hicieron y esto tendría que ser un espejo en el que debíamos mirarnos nosotros hoy en estos momentos en los que hay que luchar por las ideas, defender nuestros derechos. Está muy bien dar un like en Facebook o Twitter, pero hay que hacer algo más y estas mujeres son un ejemplo de gente que lo hizo y lo hizo de manera muy discreta. Lo hicieron como había que hacerlo”, concluye Sven Tuytens.