Antonio Campos, licenciado en Económicas, Diplomado en Humanidades, PDG por el IESE y colaborador de 65Ymás, acaba de lanzar 'Un cuento del gobierno', de venta exclusiva en Amazon. Un libro en el que recoge con datos, citas, artículos y referencias documentadas lo acontecido en la pandemia del coronavirus desde su inicio hasta la actualidad, con el objetivo de "dejar constancia para el futuro de la realidad acontecida, de lo bueno y de lo malo, del despropósito de la actuación inicial a la magnífica política de vacunas llevada a cabo" y de las incógnitas que quedan en el aire, como saber el origen del virus, el número real de fallecidos, las secuelas que dejará en la especie humana en el futuro, cómo incidirá en la economía mundial o si se va a producir o no un cambio en el modelo económico financiero y sanitario.
Antonio Campos nació en Ciudad Real, "en la España del queso amarillo y la leche en polvo de los americanos", como él mismo describe. Ha trabajado durante muchos años en un importante grupo multinacional del sector financiero, al que reconoce estar agradecido por haberle dado la oportunidad de desarrollarse profesional, académica, personal y humanamente.
Conseguida cierta estabilidad profesional y dineraria, volvió a su verdadera pasión de juventud, escribir; desde entonces, han sido cinco libros y unos dos mil artículos de opinión, económica y política, publicados en diferentes medios de comunicación, pretendiendo conjugar la libertad individual o personal (el progresismo) con la libertad económica (el conservadurismo), elogiando las ideas y no las ideologías. Y lo hace, dice, pretendidamente independiente, ideológica y socialmente, con la libertad de quien tiene libre el tiempo, el pensamiento y la palabra.
PREGUNTA: ¿Cuál es el cuento que nos ha contado el Gobierno en relación con el coronavirus?
RESPUESTA: Un cuento es una historia de ficción, y lo que ha hecho nuestro Gobierno en el inicio de esta historia ha sido una ficción en forma de engaño en cuanto a las fechas en las que conocía la existencia del problema desde los primeros momentos, postergando el inicio de las medidas adecuadas por temas políticos partidistas, actuando tarde y sin conocimientos ni experiencia mercantil privada ninguna, teniendo que recurrir a intermediarios que, según constan documentados en el libro, no eran los más adecuados, con unos precios por encima de mercado y sin que se haya realizado control parlamentarios alguno sobre ello.
Igualmente, las cifras de infectados y fallecidos han tenido un tratamiento opaco, con disparidad de criterios y dudas sobre el número real de muertes, sin autopsias para determinar y estudiar las verdaderas causas, enterramientos precipitados e incluso confusión en su identificación de la entrega de los restos mortales a las familias, coartando muchas veces la libertad de los medios de comunicación en la obtención de imágenes de los féretros y de las morgues habilitadas.
P.: ¿Qué le ha llevado a plasmar por escrito lo que ha pasado, con datos, citas, artículos…? ¿Qué mensaje quiere transmitir?
R.: Vivimos unos tiempos convulsos en los que se está pretendiendo cambiar la realidad de los hechos a favor de la corriente política imperante en cada momento. Mi pretensión ha sido contar la verdad de lo ocurrido, dejar constancia para que en el futuro nadie pueda cambiar la historia.
P.: Según lo que se sabe hasta la fecha, ¿qué opina, cuál es el origen, fallo humano o provocado?
R.: Como claramente indico en el libro, yo no sé nada de medicina. Mi trabajo ha consistido en recopilar datos y estudios sobre ello, hacer de notario del pueblo, dejando constancia de todo tipo de opiniones y opciones: A favor y en contra de la existencia del virus, de las diferentes teorías sobre su origen, si fallo humano o provocado.
P.: ¿Por qué cree que se tardó tanto en hacer públicas las cifras de fallecidos en residencias?
R.: Estimo que las cifras fueron tan importantes, en número de muertes y en rapidez en producirse, que los políticos se alarmaron porque el tema se les fue de las manos. En el libro no hablo sobre ello porque no tengo pruebas, pero hubo mucho comentario popular sobre la desatención inicial en salvar la vida de los más ancianos. Ello se complicó por falta de un responsable político de esas instituciones, luego apareció en televisión el vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, manifestando que él se hacía cargo de todo, y en pocas fechas posteriores se traspasaron las responsabilidades a las comunidades autónomas. Fue un cúmulo de desaciertos en los que, al final, la responsabilidad ha quedado diluida en la incompetencia general en la que nos movimos durante los primeros meses de pandemia.
P.: ¿Ha hecho algo bien el Gobierno en esta pandemia?
R.: Sí. Se cometieron muchos errores y desaciertos iniciales, pero con el paso del tiempo tanto el Gobierno central como las Comunidades Autónomas han hecho un grandísimo esfuerzo político, económico y sanitario, se han dotado de vacunas a todo ciudadano español que, a partir del segundo semestre de 2021, haya querido vacunarse, hemos alcanzado un porcentaje de vacunación que se encuentra a la cabeza, en términos relativos, de todos los países del mundo,
P.: ¿Los cuentos los ha contado sólo el Gobierno? ¿Cómo valora el papel de las comunidades autónomas en la gestión de la crisis del covid? ¿Y el papel de la oposición política?
R.: Probablemente, quien más habla es quién más miente. Yo he escrito otro libro que se titula 'Miente más que parpadea', sobre lo que habla y proclama nuestro presidente Pedro Sánchez, que dice a la vez una cosa y la contraria. Pero no solamente ha sido él quién nos ha contado cuentos. Su círculo de seguridad inmediata eran los principales actores a la hora de hacer un trampantojo de la verdad.
Las comunidades autónomas también han mentido, porque es muy difícil que 17 reyezuelos caciques locales, de diferentes tendencias políticas y con diferente situación económica, se pongan de acuerdo. El sistema autonómico español representa el modelo de Estado más costoso y despilfarrador de toda Europa y, probablemente, del mundo.
Y la oposición tampoco ha estado a la altura de las circunstancias, ni en el control parlamentario ni en exigencias ni aportación constructiva, sólo se han limitado al socorrido “y tú más” de cuando no se tienen argumentos con los que poder rebatir al oponente.
P.: Dedica un capítulo a responder a la pregunta de lo que pasaría si la derecha estuviera gobernando en este momento. ¿Qué pasaría?
R.: Pues que hubiera sido insostenible la presión en la calle. La izquierda, de siempre, tiene montada una red clientelar, un “ejército civil” a sus órdenes, que se moviliza, con razón o sin ella, a la llamada de ciertos partidos y sindicatos, incrementada de forma exponencial desde que existen las comunicaciones vía internet. La derecha está muy atrasada en ese aspecto. Hay cosas que únicamente se pueden cambiar, de forma pacífica, cuando gobierna la izquierda, como una reforma en profundidad de la Seguridad Social, absolutamente necesaria en España, o el aguantar 119.148 fallecidos por coronavirus al 31-12-2021, según mis cálculos, sin una sola manifestación en contra, una huelga o alguna pedrada a algún escaparate comercial.
P.: El libro se escribió antes de producirse el ataque de Rusia a Ucrania. ¿Cómo considera que está gestionando el Gobierno esta crisis? ¿Cree que estamos ante los inicios de una tercera Guerra Mundial?
R.: En mi opinión, Ucrania por sí sola no tiene ninguna posibilidad de ganar esa guerra. Rusia tiene más de un millón y medio de militares activos y posee 6.255 cabezas nucleares, 1.625 de ellas desplegadas y preparadas para disparo inmediato. Solo para tomar Kiev ha movilizado el triple de soldados que tiene en total el ejército español.
España forma parte de la OTAN, con todas sus consecuencias, buenas y malas. Y si la OTAN entra en la guerra, España deberá cumplir con sus compromisos internacionales. Nadie queremos la guerra, pero cuando se produce todos creen que los muertos los debe poner Estados Unidos, sin pensar que los que estamos al alcance de las actuales armas rusas somos los europeos, y quedo obnubilado cuando ya se anuncian cinco millones de refugiados ucranianos, que son los primeros que deberían estar en el frente de batalla, que son ellos los primeros que tienen que defender su país, porque quien no es hombre para defender su patria, no puede pedir que se inmolen otros en su lugar.
Mis conocimientos son muy limitados en estos temas bélicos, pero veo que el mundo se enfrenta a una difícil toma de decisiones, en dónde el tema psicológico está provocando un pánico mundial y en el que únicamente vislumbro una de estas soluciones: Ucrania se rinde con una serie de condiciones pactadas por Rusia, Ucrania, Europa y Estados Unidos; una guerra de guerrillas que mantuviera latente la disputa durante años y que produciría muertos indiscriminados por rencor en ambos bandos, algo parecido a lo que sucedió antes y después de la guerra civil del 36 en España; o desencadenarse una contienda mundial con armas y tecnologías de todo tipo, y miles, millones, de personas muertas por algún loco que juegue con botones de colores. Espero se impongan las dos grandes eles –la LÓGICA y la LIBERTAD– y la paz y concordia reine en todos los corazones.
P.: Finaliza su libro diciendo: “Paso firme, espalda recta, pecho fuera, mirada al frente. Que no se note que no tenemos ni puta idea de a dónde vamos”. ¿Hacia dónde nos dirigimos y no lo sabemos?
R.: Ni las más grandes eminencias sanitarias mundiales saben a ciencia cierta cuál es el origen de este virus, si fallo humano o provocado, cuántos son los muertos reales en todo el mundo, cuántas personas quedarán con secuelas indelebles para toda la vida, cuáles van a ser las consecuencias en la procreación de la especie humana en el futuro, cómo va a incidir en la economía mundial, apalancada en la constante emisión de deuda pública impagable, etc. Todo son elucubraciones, especulaciones, ensayos, opiniones en todos los sentidos, muchas veces con carácter interesado, económico, político y hasta sanitario. Creo que estamos cayendo en el vacío, sin saber qué nos espera cuando lleguemos al final de este viaje.
