Aura García-Junco (1988) reflexiona en Dios Fulmine a la que escriba sobre mí sobre el duelo y la muerte de su padre, Juan García-Junco Machado, conocido en México como H. Pascal, seudónimo que utilizaba para publicar sus escritos.
"Escribir este libro no era optativo. Cuando mi papá murió, como nuestra relación estaba tan mediada por los libros y la literatura, y como mi propia manera de relacionarme con el mundo es a través de los libros, tenía que escribir algo. No sabía cómo, no sabía si hacer una novela, o esto, que es como un ensayo novelado o una novela ensayada, quién sabe. Pero para mí, lo más importante es que hubiera una búsqueda real", nos explica la autora a 65YMÁS.
Una búsqueda que Aura hace a través de la herencia que le dejó su padre: una biblioteca llena de libros y recuerdos. "Fue muy difícil de escribir, especialmente al inicio porque su muerte estaba más cerca y había explorado poco las emociones que lo rodeaban. Empezar a escribir hizo que me explotara todo en la cara, y después, poco a poco, fue volviéndose más fácil, aunque nunca sabía cómo me iba a sentir", nos confiesa.
Y por eso, este libro, al igual que ayudó a la propia autora a superar este duelo, también puede servir a sus lectores. "Creo que sí, que el libro puede ayudar a las personas que estén haciendo un duelo, no tanto porque yo lo hubiera planeado, sino porque me lo han dicho personas que lo han leído. Pero también puede servir a aquellas personas que están relacionándose con gente que podría morir pronto. Entonces sí que creo que puede servir mucho", asegura.
Escribir para perdonar
Porque hay duelos, como es el caso de la autora, que buscan perdonar a la persona que ya no está, y Aura puede decir que lo ha conseguido: "Sí, yo creo que sí. Quizás no sabía si lo iba a lograr cuando empecé a escribir, pero es un libro que, como tiene una parte de novela, tiene un arco emocional, que, como dices, empieza en un lugar menos suave y termina en otro, también con su complejidad, pero con mucha más suavidad. Y si arco existe es porque yo mismo me fui sintiendo de otra forma", apunta.
Y es que la novela también sirve para exponer las diferencias existentes entre dos generaciones, la del padre y la hija, y cómo es posible llegar a entenderse mutuamente: "La verdad es que este libro lo han leído personas de muchas generaciones y sí que habido muchos padres, hombres, que se sienten más cercanos a entender lo que sienten sus hijas. Otros que no. Y también pasa que algunos al principio no lo entienden, pero luego pasado un tiempo sí", nos cuenta.
"También ha pasado lo inverso: muchas hijas que deciden acercarse a sus padres porque este libro también habla de la muerte y de lo que significa perder a alguien, y por supuesto, si tienes todavía padres vivos, te hace pensar cómo te vas a sentir cuando ellos mueran. Entonces la respuesta de algunos lectores ha sido acercarse antes de que esto ocurra", afirma.
Porque si algo tiene este libro es "el arduo deseo de entender más allá de las emociones viscerales que provocan los cambios entre generaciones y entender por qué existen estas visiones diferentes sobre la vida", opina su autora.
Padre e hija, unidos por la literatura
A pesar de que ambos se han dedicado al mundo literario, como su padre escribía bajo un seudónimo, hasta su fallecimiento, muchos lectores no sabían la relación de parentesco entre ambos: "Cuando él muere, la gente se enteró de que era mi papá. No fue algo pensado, y siento que este libro es en parte también una consecuencia", indica.
Quien se sumerja en las páginas de este libro se dará cuenta nada más empezar que los libros no solo son el nexo de unión entre padre e hija, sino que han sido también la forma de Aura de reconciliarse con su padre: "Elegir los libros que aparecen en la obra no me ha costado mucho porque mucho de lo que quería hacer tenía que ver con la intuición. No quería hacer un catálogo exhaustivo, sino por cosas que estaban muy arraigadas en nuestra historia o incluso por intereses que surgían", nos explica.
"Los primeros libros que aparecen, que son las cosmicómicas, era un libro que él me regaló, los de Enrique Vila Matas y Paul Auster siempre formaron parte de nuestra relación. Entonces esos ya estaban fijos. Otros, como La ricíducla idea de no volver a ver de Rosa Montero, están ahí porque yo los quería leer", aclara.
Aunque la autora empezó a escribir este libro por "una cuestión personal" más que evidente, nos confiesa que sí "tenía la idea de que las lectoras iban a ser primordialmente mujeres, me he sorprendido bastante que muchos hombres me digan que también se sientan reflejados con esta historia y vean en ella a sus padres".
La biblioteca llena de libros, la escritura y "la idea de que la literatura es una manera de vivir el mundo. También hay cosas de mi personalidad que son inevitablemente herencia de él, aunque los libros son lo más visible" son la herencia que Aura siente que su padre le ha dejado.