Clara Sánchez, Madrid (1955), estudió Filología Hispánica y durante años enseñó en la universidad. Hasta ahora ha publicado quince novelas, entre ellas: Últimas noticias del Paraíso, Un millón de luces, Presentimientos, que fue llevada al cine por el director Santiago Tabernero, Lo que esconde tu nombre , Entra en mi vida, El cielo ha vuelto, Cuando llega la luz o El amante silencioso.
La nomina de los premios que ha recibido por su trabajo literario es bastante más que muy ámplia, entre muchos otros el Premio Nadal por Lo que esconde tu nombre, el Premio Planeta por El cielo ha vuelto, el Alfaguara por Últimas noticias del paraíso, el Mandarache, Cartelera Turia, Premio de los Libreros de Bilbao, el Germán Sánchez Ruipérez, el Premio Roma y el Premio Nazionale Vincenzo Padula.
Su obra ha sido traducida en veinte países y ha vendido más de dos millones de libros. El útimo de ellos es Infierno en el paraiso, que acaba de publicarse y sobre el que hablamos con su autora en esta entrevista.
PREGUNTA: ¿Qué van a encontrar los lectores de Clara Sánchez en 'Infierno en el paraíso'?
RESPUESTA: Van a encontrar mucha intriga porque habla de asuntos que son muy importantes para mí, pero en el fondo todo está envuelto en un thriller de intriga, de suspense, de cambio de identidades, de lujo, de amor, es decir, yo quería de alguna manera indagar, a través de este thriller, la cara B del mundo del lujo y del poder.
P.: Marbella es una protagonista más de la novela...
R.: Es que una de las imágenes más potentes que yo tengo del lujo, del poder y del derroche es la de la familia real saudí cuando llegaba a Marbella todos los veranos y todo el mundo se frotaba las manos por todos lo petrodólares que se iban a dejar allí. No voy a decir todo, pero sí bastante. Entonces, esa Marbella que se transforma todos los veranos un poco en un escenario algo surrealista donde se convivían lo cotidiano, lo que todos conocemos en un lugar de playa, pantalones cortos, bikinis, pareos, bronceadores… todo eso mezclado con ese mundo lejano mentalmente, exótico y misterioso de aquella gente que llegaba en jumbos reales, en mercedes y coches de alta gama, en jets privados… y que venían como soltando al aire petrodólares, me parecía fascinante. Era lo irreal mentalmente incrustado en lo cotidiano y todos conviviendo juntos, como si en un escenario, en un espacio reducido, se comprimiese el mundo cotidiano de la mayoría de la gente con el mundo del poder y de la ostentación llevada al grado máximo. Ese es el escenario de la novela, pero sobre él suceden muchísimas cosas que tienen que ver con la ambición, con la intriga, con el cambio de identidades y sobre todo con el ansia de libertad .
P.: Habla de la cara B del poder y el lujo, ¿qué encuentras si te asomas a ella?
R.: Lo primero que se ve es una ambición y codicia en un pozo sin fondo y todo lo que eso conlleva. Siempre hay corrupción, abuso y ese no vivir la realidad que viven el resto de las personas. Sentirse más fuertes, especiales, que están por encima de los demás, no ser conscientes de que finalmente, como dijo Jorge Manrique en las ‘Coplas por la muerte de su padre’, todos vamos a acabar en el mismo sitio.
P.: También nos ha hablado de los petrodólares que llegaban a Marbella, pero ¿qué buscan recibir a cambio los magnates?
R.: Habría que meterse en su cabeza, pero me imagino que, en el fondo, más petrodólares. En principio lo que buscaban era el ocio, pasar sus veranos muy bien, el clima les gustaba, la familia real saudí tiene un palacio en Marbella y no solo la familia real porque llegaban muchos más jeques del Golfo. Pero a parte de eso, de esa vida, digamos, un poco más libre, también aprovechaban para recibir a gente que les interesaba y con la que hacían negocios. El poder, nunca pierde de vista al poder, nunca deja de trapichear.
P.: ¿Tiene la impresión de que el petróleo ha hecho que durante más de medio siglo Occidente haya mirado hacia otro lado con lo que sucede en Arabia, Emiratos Árabes, Kuwait...?
R.: Absolutamente. La falta de libertades es clamoroso, el cómo tratan a las mujeres que allí están incluso peor que infantilizadas porque son esclavas ya sean ricas, pobres o de clase media, de alguna manera todas están esclavizadas. Sin hablar de la falta de libertad en general y la falta de control sobre los derechos humanos que se ejerce sobre estos países, y todo por un interés puramente económico. Occidente no quiere enfrentarse a ellos, no quiere ser beligerante porque hemos necesitado su petróleo y aún lo necesitamos hasta que cambiemos a otras energías y no tengamos que depender tantísimo del petróleo. En ese momento también cambiará su régimen político y social.
P.: Ha hablado de las mujeres, ¿cómo son las mujeres saudíes y cómo es vivir sin derechos?
R.: Eso es lo que yo he querido indagar en la novela a través de la princesa árabe Amina que llega con el séquito real a Marbella a los 17 años y le deslumbra la visión de las chicas andando por la calle en pantalón corto y besándose con chicos. Ella también quiere eso. De pronto, la libertad de las demás le estalla en la cara porque la vida de estas mujeres es una vida en la que no pueden hacer nada. Todo lo tienen que imaginar y por eso tenemos constantemente noticias de princesas, de mujeres e hijas de jeques que se quieren dar a la fuga o por lo menos lo intentan. Algunas lo consiguen, otras son apresadas y devueltas a su lugar de origen y todo esto, Occidente lo contempla con ojos pequeños. Algo tan clamoroso no es denunciado de una manera virulenta. Viven muy mal, presas por dentro y por fuera, porque simplemente la ropa que tienen que ponerse es como llevar una prisión portátil.
P.: Sin embargo, mucha gente piensa que la vida de las princesas árabes es una vida de cuento y están rodeadas de lujo y caprichos…
R.: Y es así, tienen todas las joyas, oro y sedas que quieran, masajistas, esteticistas, lo que les apetezca. Pero no tienen independencia ni capacidad de decisión, porque al final, la esencia de la libertad tanto allí como aquí es que uno pueda atreverse a decidir. Eso, que es lo principal, no lo tienen, todo lo demás es accesorio. Sí, tienen una vida muy cómoda, pero si no rechistan.
P.: Y a los hombres no se les puede pasar por la cabeza que necesiten algo que no sea lujo y caprichos…
R.: Efectivamente, ni se les pasa por la cabeza porque no quieren que se les pase por la cabeza. Se vive muy bien así, con una parte de la humanidad que sea inferior y con la que pueden hacer lo que les dé la gana. Hay casos tan clamorosos como el de las cuatro hijas del fallecido rey Abdalá cuya madre, que pudo huir, denuncia que están recluidas, prisioneras en el palacio. La mujer es un ser inferior para ellos. Y en Occidente continuamos siendo un poco inferiores, solo hace falta escarbar un poco para comprobarlo, pero lo de ellas es escandaloso.
P.: La brecha de género también está presente en Occidente…
R.: Por supuesto, por eso me ha interesado en la novela el personaje de Amina y estas figuras femeninas tan esclavizadas porque es como comprobar de un vistazo hasta donde se puede llegar. Cuando uno empieza a recortar la libertad de otro, a considerarlo inferior, etcétera, se puede llegar a eso
P.: ¿Y cuál es el precio, si lo tiene, de la libertad?
R.: El precio de la libertad es que siempre entraña riesgo. Y para ellas hay mucho riesgo, porque todas las que cuentan cómo han tratado de huir son a base de huidas rocambolescas, muy peligrosas. Las que han sido devueltas a sus países de origen a veces no se vuelve a saber nada de ellas. Pero es que si nos referimos a nuestra vida occidental y democrática, también la libertad sigue entrañando un riesgo. A veces no se deja el trabajo porque aunque estoy muy quemado y no aguanto más a mi jefe, lo que hay fuera es el abismo. O bien, me llevo muy mal con mi pareja, no la puedo seguir viviendo con ella, pero donde voy si lo de afuera es abismal. La libertad entraña mucho riesgo y el riesgo mucho miedo y hay quien se aprovecha de ese miedo.
P.: Clara Sánchez ha ganado el Premio Nadal, el Planeta, el Alfaguara… ¿Qué espera del recorrido de esta novela?
R.: Todavía hay muchos más premios que ganar pero yo no aspiro a ello (risas). Lo que espero es que los lectores se sientan dentro de la novela y no la puedan dejar porque les aporta algo, lo que sea . A unos entretenimiento porque es de corte muy policíaco, a otros les hará reflexionar sobre los asuntos de que hemos estado hablando, pero espero que atrape a los lectores y no les sea indiferente.
P.: Y para terminar, ¿cuáles son sus proyectos más inmediatos?
R.: Lo más inmediato es seguir escribiendo una novela con la que me ha costado mucho arrancar y escribirla pausadamente, sin prisas, disfrutando de ella.
P.: Por descontado, no vas a avanzar nada de esa siguiente novela…
R.: No, sabes que nunca hablo de las novelas ni las doy a leer antes de que no estén totalmente terminadas porque tengo la impresión de que se me desmoronarían, se me irían abajo (risas).