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Acaba de llegar a las librerías españolas lo más parecido a una autobiografía relatada en tiempo real de una leyenda del rock y el pop, David Bowie. Se trata de un libro titulado Bowie por Bowie. Entrevistas y encuentros con David Bowie, editado por Sean Egan que en España publica Libros Cúpula y que reúne las mejores entrevistas que ofreció David Bowie a lo largo de sus casi 50 años de carrera.
La edición contiene más de 30 reportajes en los que Bowie se explaya en profundidad. Ziggy Stardust, Aladdin Sane, el cantante de plastic soul, El Delgado Duque Blanco, el glam rock, la sexualidad, las drogas, sus colaboraciones con Lou Reed y con Iggy Pop, los excesos que desembocarían en el extraordinario período musical de Berlín, la experimentación permanente, el éxito masivo en los años ochenta, la actuación en cine y teatro, la moda, las artes visuales, la controvertida banda Tin Machine, el esplendor creativo de mitad de los noventa: odiseas que lo llevarían a convertirse, sin duda, en uno de los músicos más influyentes del siglo XX y XXI, que hizo de la reinvención su bandera creativa y que este libro rememora.
"Ser algo más que humano"
“Siempre he tenido una repulsiva necesidad de ser algo más que humano”, declaró un David Bowie que en 2013, al lanzar The Next Day, su primer álbum en diez años, cautivó a un mundo que durante mucho tiempo había dado por hecho su retiro no anunciado. Esta negativa a cumplir con las expectativas del público a la manera en que lo hacen los últimos álbumes grabados en ‘piloto automático’ por colegas suyos como los Rolling Stones y los Who era una seña del individualismo con el cual había ganado renombre. El disco fue un número 1 en el Reino Unido que trepaba alto en Estados Unidos y alcanzaba allí el número 2. La única decepción fue que decidiera no hablar con la prensa.
Con el despuntar de los setenta, el hombre nacido como David Robert Jones el 8 de enero de 1947 ingresaba en lo que por entonces se conocía como la ‘lista de éxitos’ sirviéndose de los alunizajes de Space Oddity, su himno sobre “el sueño espacial que terminó mal”. En 1971, promocionaba de mala gana Hunky Dory, un álbum tan bueno como para ser reconocido ahora como un clásico de todos los tiempos, pero en el que Bowie apenas estaba interesado en un momento en el que su energía creativa se enfocaba en The Rise and Fall of Ziggy Stardust and The Spiders from Mars. La rareza del largo título de esta obra de 1972 era representativa de un disco único que, si bien desnudaba una inclinación hacia el estrellato, jugaba con los conceptos de sexualidad y artificio de una forma en la que ningún músico se había atrevido antes.
Con Aladdin Sane (1973), pareció intentar poner en evidencia que no era lo bastante 'sagrado' y conocido para ser una estrella del pop, pero sí demasiado cínico y vanidoso para ser una estrella de rock. Escapó de aquella gratísima contradicción con el plastic soul de Young Americans (1975) y la fría épica de Station to Station (1976).
Milagrosamente, esquivó el desdén que le dispensó el movimiento punk rock en el Reino Unido, tanto por haber estado ausente del país durante el periodo de 1976-1977, como por producir Low, Heroes y Lodger (1977-1979), la ‘trilogía de Berlín’, cuyo experimentalismo rayano en el suicidio en modo alguno podía acoplarse a la complacencia y el arribismo de la aristocracia del rock que despertó con la furia del new wave. Ciertamente, en la tríada de álbumes siguientes delató una integridad menor.
Un entrevistado extraordinario
Bowie siempre fue uno de los entrevistados más extraordinarios de la música pop desde enero de 1972, cuando, como es sabido, confesó a Melody Maker que era gay. Con el paso de los años, Bowie ha sido incapaz de ofrecer entrevistas poco interesantes. Puede decirse que, en general, utilizó a los medios para sus propios fines, ya sea como con la controvertida cita sobre su homosexualidad, ya sea con el llamamiento que hizo a una “dosis de fascismo” en 1976, con el que generó con picardía un titular, ya fuera deslizando nombres de escritores y pintores con cualquier excusa en un ansioso ardid por demostrar que él no era el típico rockero. Pero también fue paradójicamente honesto al renunciar a la falsa modestia en sus ambiciones y en su vida privada o, incluso, al declarar su creciente hastío general.
Bowie además se vio favorecido por el hecho de que se hizo famoso en un momento en el cual el periodismo del rock creaba su historia, las primeras páginas que se escribieron sobre esta estrella esencial de los años setenta no sufren de la banalidad que, durante los sesenta, aquejaba la cobertura de tantos músicos de larga trayectoria.
La entrevista como medio expresión artística
Este libro presenta algunas de las mejores entrevistas que Bowie haya concedido a lo largo de una carrera de casi cinco décadas. Cada entrevista traza un nuevo paso en su extraordinario viaje, congelándolo sucesivamente en el tiempo como un joven y novedoso creador de éxitos, como un hippie desaliñado.
En todas estas entrevistas es notablemente locuaz. También es educado en extremo. Lejos del cliché de rockero martirizado, se trata de un hombre cuyo encanto obnubila a casi todos sus entrevistadores. Además, nunca pareció demasiado preocupado por las ventas, resulta notable en cuántas de estas entrevistas la última producción de Bowie es apenas discutida y se prefiere en cambio pasar revista a su pasado, o explayarse sobre sus teorías más recientes, a menudo arcanas. Estos intercambios impresos son en realidad de un interés mayor que un audio de Bowie o una entrevista filmada.
El material de Bowie por Bowie se extiende a lo largo de toda la carrera de David Bowie, salvo sus últimos diez años, ausencia durante la que pudo comprobar que, aunque disfrutaba hablando de sí mismo y de su arte, ya no lo necesitaba. Todo el contenido que recoge el libro proviene de diferentes medios, tanto prestigiosos como menos conocidos, y todos dan buena cuenta de la destreza de Bowie al utilizar reiteradamente el acto de la entrevista como un medio de expresión artística en sí mismo.