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Hijos de la fábula (Tusquets) es la nueva novela del escritor Fernando Aramburu, una obra de ficción donde vuelve a escribir sobre ETA tras el éxito de Patria. Un relato en tono humorístico de dos jóvenes que aspiran a entrar a la banda terrorista sin saber que ya se ha producido el anuncio del alto el fuego.
"Sé que para muchos de mis paisanos soy un tocapelotas y que muchos me van a poner a caldo por hablar de esto, pero yo ya me fui hace tiempo del País Vasco y tengo claro que no voy a prescindir de mi memoria personal", ha explicado en una rueda de prensa el autor donostiarra al ser preguntado por el recibimiento de sus novelas en tierras vascas.
"Cuando pregunto a mi editor, sé que las ventas en el País Vasco son muy grandes, pero claro, es que mi literatura va acompañada de opiniones hostiles al nacionalismo y eso me hace menos querido para algunos. Lo asumo y no me preocupa, porque también me cruzo con gente que me dice algo amable y ahí sé que mereció la pena", ha destacado.
En este sentido, Aramburu ironiza con la posibilidad de ser "algo perverso" a la hora de escribir, puesto que plantea la "posibilidad de sacar de quicio a unos y otros" y meterse "en un estanque de caimanes". "Si me retiran el saludo, me da igual, porque si sintiera miedo a la hora de escribir me dedicaría a otra cosa: a la jardinería o al ajedrez", ha bromeado.
Hijos de la fábula coincide en el tiempo con el anuncio de ETA del cese de actividad armada. Por primera vez en su trayectoria, Aramburu usa el humor para abordar el tema del terrorismo, aunque marcando sus propias líneas rojas: dejar fuera de la novela a las víctimas de la banda terrorista.
"Nunca supeditaré mi labor literaria a una tesis o a mandar un mensaje, tampoco escribo una novela para postular la paz, pero sí tengo un filtro moral y eso no va a cambiar nunca. Cuando escribo temo no estar a la altura y causar un daño a quien ya sufrió, porque eso no me lo perdonaría", ha asegurado.
De hecho, Aramburu le dio a leer el manuscrito a una víctima del terrorismo para conocer su opinión --que fue "positiva"-- y se comprometió a no incluir a ninguna víctima en este texto de "tratamiento humorístico".
"Los límites del humor están, por un lado, en el Código Penal y luego están los que se impone el propio autor por criterios éticos. A mí no me hacen gracia los chistes sobre tullidos o cheposos, gente que ya tiene una pena encima: si hago algo de humor siempre será de arriba a abajo", ha reconocido.
Hijos de la fábula es otra novela que se enmarca en el proyecto del escritor de "novelar a las gentes vascas", del que ya formaba parte Patria. "Son relatos de la vida de personas corrientes de mi tierra y no necesariamente tendrá que hablar del terrorismo", ha explicado, después de asegurar que no es un proyecto literario cerrado.
"En ese aspecto no tengo la claridad que tenía mi amiga Almudena Grandes y creo que tampoco la necesito, porque el deseo de escribir es tan fuerte que sé que vendrá tarde o temprano", ha indicado el autor donostiarra, quien reconoce la importancia de la "contemporaneidad" en su escritura.
"Mis novelas son todas de gentes que convivieron conmigo porque no sé escribir otra cosa, ni novela histórica o novela negra. Solo sé que si pongo a dos personajes vascos en un monte es donde les puedo sacar jugo", ha destacado.