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El escritor Javier Cercas ha publicado un libro de artículos, crónicas y conferencias bajo el título de No callar. Ahí reúne textos propios escritos entre 2000 y 2022.
En un encuentro con medios el pasado martes, aseguró que antes de 2008 apenas escribía sobre política, pero empezó a hacerlo a partir de la crisis económica. A pesar de ello, afirma que le gustaría no "tener que escribir" sobre el tema: "Aspiro a vivir en un mundo muy aburrido donde no tenga que hablar de política".
"Los escritores no son marcianos", dice Cercas, y por ello comenzó a escribir sobre política; porque los escritores no son ajenos a la realidad que les rodea y tienen preocupaciones que plasman en lo que escriben. Así que escribe sobre ella igual que sobre otras cuestiones, admite.
Compara esta situación con la de los escritores de los años 20 del siglo XX, que no se politizaron hasta después de la crisis de 1929. Ha remarcado que las consecuencias de la crisis de 2008 continúan vigentes hoy en día, afirmando que la invasión de Ucrania se puede leer como "la desembocadura de esa crisis".
Esas cuestiones que en sus escritos son recurrentes se deben al interés que muestra en ellas. Ha contado que solo dos de los capítulos de su libro están ordenados cronológicamente. El primero es el autobiográfico, en su mayor parte, en tono humorístico.
El segundo, sobre Cataluña, porque quería denotar "la experiencia de un catalán y cómo ha ido evolucionando a lo largo del tiempo". Precisamente a colación de eso habla de perpejlidad ante el proceso soberanista de 2012: "Nadie pensaba que viviría el otoño de 2017".
"Un escritor que escribe para los periódicos"
Aunque trabaja como columnista en El País, se autodenomina como "un escritor que escribe en los periódicos", no como periodista, y defiende que el oficio periodístico es más importante que nunca ante la mayor capacidad de difusión de la mentira.
Para él, escribir en los diarios fue un descubrimiento total que cambió su manera de escribir y que se convirtieron en un "laboratorio" para la novela que lo catapultó a la fama en 2001: Soldados de Salamina. Antes de esas crónicas era "un escritor de gabinete, libresco, cerrado". Dice que ahora sigue siéndolo, "pero esas crónicas me obligaron y transformaron mi forma de escribir. Salir a la calle, contrastar con la realidad", una tarea tan periodística como narrativa.
Asegura que no tiene ninguna fórmula para escribir sus artículos, pero que no los escribe "como las novelas" y que la periodicidad de dos semanas con la que escribe le permite no tener que estar al tanto de la actualidad más inmediata y desarrollar con mayor facilidad lo que él considera su verdadera profesión: la escritura.