Teresa Rey
Libros
Mauricio García Pereira cuenta cómo su experiencia en un matadero cambió su vida para siempre
En su libro 'Maltrato animal, sufrimiento humano' desvela cómo descubrió algunas malas prácticas
Mauricio García Pereira, un gallego emigrado a Francia, se instaló en Limoges en el año 2001. Después de estar tres años en el paro, encontró en esta misma ciudad un empleo en el mayor matadero del país. Esto ocurrió en el año 2010 y allí estuvo trabajando casi siete años, hasta que descubrió algo que no pudo tolerar. De todo ello habla en Maltrato animal, sufrimiento humano (Ed. Península @ed_peninsula). En concreto de su experiencia, de lo que supone trabajar en un lugar así y de las prácticas de maltrato que descubrió y que le hicieron dar un giro a su vida.
Un trabajo duro
El autor de la novela nació en Düsseldorf (Alemania) en 1969. Sus padres, gallegos, fueron allí a trabajar, pero al venir él al mundo volvieron a Galicia, a La Coruña. Allí creció entre animales, aprendiendo a quererles y respetarles. Su infancia se desarrolló en una finca situada en O Abelar, siendo una de las más modernas y grandes de la España de aquel entonces.
Después de desempeñar varios oficios, se trasladó por amor a Limoges en el año 2001, hasta que finalmente terminó trabajando en el matadero que cambió su vida. Alrededor de siete años se dedicó a diversas tareas, como aspirar la médula espinal de las vacas o hinchar las cabezas de ternero con una pistola de aire comprimido. Un trabajo duro, como el mismo relata, en el que es necesario mucho esfuerzo físico, donde el riesgo de accidente es continuo y en un lugar en el que, según García Pereira, la normativa no se respeta siempre.
El gallego habla de las condiciones que tuvo que soportar, precarias y con jefes abusivos. Tanto que, en algunos casos, los empleados recurren al alcohol o a las drogas para aguantar el ritmo.
En este ambiente laboral aguantó año tras año hasta que un día, entre las vísceras de los animales, descubrió una placenta con un ternero casi formado en su interior. Él protestó, pero la orden fue que lo tirase a la basura. Al poco tiempo, averiguó que se estaban sacrificando por motivos de productividad a vacas con embarazos a término casi completo.
Grabaciones y actuación
Todo ello le revolvió el estómago, le repugnó y decidió actuar. Así, grabó en vídeo lo que estaba sucediendo. Sus imágenes se vieron en todo el mundo tras ponerse en contacto tiempo después con una asociación de defensa de los animales llamada L214. Se movilizaron y pidieron una ley contra el sacrificio de las vacas gestantes y más respeto por los animales, desde su nacimiento hasta su muerte. Sin embargo, nada prosperó.
Ahora, Mauricio García Pereira quiere que esta realidad no se olvide y, por eso, ahonda en las malas prácticas de los mataderos que nos alimentan. Quiere que todos sepamos cómo mueren los animales que terminan en nuestros platos. Y al respecto tiene una idea muy clara: “Los avances vendrán del pueblo, no de los dirigentes. Vendrán de los consumidores, que se darán cuenta de que comer carne a diario no es conveniente”.