Que una mujer con andador aparezca en la portada de una novela como la de Mientras Pudimos (@Altamarea_Ed), es algo poco habitual. Mucho menos que el camino vital de esta mujer solitaria hacia la senilidad en un entorno como Nueva York, ocupen un rol central en la trama. Pero tal como cuenta su autor, Pablo Herrán de Viu (@PabloViu), la protagonista de su última novela "no es una persona cualquiera". "Basada en hechos reales, Eve Friedman es una veterana dramaturga estadounidense de más de 80 años que conocí en Manhattan y cuya experiencia y sabiduría me enseñaron tanto que tuve que hacerle este homenaje en forma de libro. Era excéntrica y original. Una fuera de serie", cuenta Herrán, considerado representante de la nueva literatura española según la AECID. "Nadie más que ella guarda una cinta llena de recuerdos dentro de un zapato de buceo", cuenta en el libro.
"Eve y yo nos conocimos por casualidad en Broadway Avenue, mientras ella intentaba abrir la puerta de un colmado. Yo la ayudé, le dije que estudiaba para guionista y en ese momento le cambió la cara. Me pidió que la acompañara a llevar las bolsas a su portal y nos pasamos todo el camino hablando de cine, de literatura... Ahí comenzó una amistad de cinco años inolvidable que me cambió la vida y que es lo que intento reflejar en el libro". Pese a la diferencia de edad, Herrán asegura que se entendían muy bien. "Era mi única amistad segura en Nueva York, mientras el resto de amigos iban y venían".
Un "cambio rotundo" en su soledad
Aunque ambos se vieron forzados a tomar diferentes caminos años después, su amistad intergeneracional es el hilo conductor de esta novela íntima que abarca con una prosa delicada temas complejos como la soledad o el Alzheimer. "Eve era una persona muy original, por lo que al principio no lo notaba demasiado. Pero poco a poco fui testigo de su declive a nivel cognitivo. Estaba más diletante que de costumbre, se le olvidaban palabras...", explica Herrán. Pero el cambio mas "rotundo" que vivió fue cómo la mujer tuvo que enfrentarse a una soledad diferente de la que había conocido hasta el momento.
"Si quieres que te sea sincera, mi vida empezó a tener sentido el día que dejé de buscar a alguien con quien compartirla", decía. Tal como cuenta Herrán, Eve era una persona muy libre, vivía feliz su soledad y el no haberse casado y tenido hijos, le habían permitido vivir una vida fantástica. Pero a medida que envejecía e iba perdiendo capacidades, empezaba a ver las limitaciones en cuanto a su autonomía. "Había muchas cosas en ella que admiraba, pero quizás el valor que se daba a ella misma era una de las más importantes", confiesa Herrán.
Mujer de 84 años con demencia, "no es comercial"
El autor reconoce las dificultades de que la protagonista de su novela fuese una mujer mayor con demencia a la hora de buscar editorial. "Me costó mucho encontrar una editorial que quisiese publicar el libro. Supongo que es un reflejo de lo que ocurre en la sociedad. Alabamos la juventud y ponemos de lado lo feo del mundo, lo que no queremos ver. Pero es una gran injusticia ya que lo que yo aprendí de la inteligencia y experiencia de Eve fue increíble".
Herrán relata que también encontraba incomprensión entre su entorno y sus amigos. "Me preguntaba por qué pasaba tanto tiempo con ella si no era mi abuela", cuenta. Y el punto final de este drama –aviso de spoiler– llegó cuando su sobrina se interpuso en su relación y les obligó a dejar de verse. "Todavía no entiendo por qué, pero esta ruptura me hizo volverme a España y todavía hoy me pregunto si Eve estará bien. Con el coronavirus he pensado mucho en ella....", confiesa el autor.