Teresa Rey
Libros
La necesidad de compartir y el valor de la amistad narrados en clave de humor
La escritora británica Seni Glaister nos ofrece una historia entrañable a través del señor Doubler
Si controlas de algo, te gusta escribir y se te da bien, entonces tienes la combinación perfecta para poder narrar una historia. Esto es lo que le ha ocurrido a Seni Glaister, una amante de la cocina que en 2015 lanzó su primera novela The Museum of Things Left Behind, donde ya dejó entrever sus cualidades literarias. Ahora vuelve con una nueva obra, El señor Doubler y el arte de cultivar patatas (Ed. HerperCollins Ibérica), en la que sus artes culinarias y dotes de escritora se entremezclan para contarnos una entrañable aventura donde se tratan asuntos como la soledad o la importancia de la amistad con esa pasión pasión por la cocina como telón de fondo y siempre en clave de humor.
Comida y literatura
A lo largo de su carrera Seni Glaister has estado vinculada con la literatura, pues ha trabajado muchos años en una librería. Hasta que en 2016 fundó WeFiFo (We Find Food), una empresa que pone en contacto a cocineros, amantes de todo lo que tenga que ver con el arte culinario y a organizadores de eventos en sus respectivas comunidades. Por ello, es inevitable que deje traslucir ambas pasiones a la hora de redactar.
Esta novela trata temas profundos, pero no es una obra sórdida porque sabe combinar momento divertidos con otros que no lo son tanto. Es un libro positivo al estilo de El abuelo que saltó por la ventana y se largó de Jonas Jonasson o Maldito Karma, de David Safier.
El argumento
El argumento nos sumerge en la vida del señor Doubler, que vive solo en una granja desde que perdió a su esposa. Es un auténtico experto en patatas, sabe todo sobre ellas, de qué manera se cultivan, cómo se cocinan y cuál es la mejor forma de prepararlas. En su soledad, aislado y dedicándose a este tubérculo, es feliz. Las multitudes no son para él. De hecho, de las personas no quiere saber nada, a excepción de una, su asistenta, la señora Millwood, que va a verle todos los días.
Sin embargo, como sucede en la vida misma, un día ocurre algo inesperado en la cotidianidad del señor Doubler. Su visita diaria, su confidente y asistenta, se pone enferma, de modo que tendrá que enfrentarse a nuevos retos. Es entonces cuando nuestro protagonista empieza a plantearse si su vida se estaba desarrollando por el camino correcto. ¿Permitirá el señor Doubler que las personas “extrañas” se acerquen? ¿Empezará a salir de su aislamiento?
A partir de este momento, la autora nos va desvelando lo importantes que pueden ser en determinadas circunstancias la amabilidad de los desconocidos o las amistades. Al final, esta narración es un canto a todas estas cuestiones que están ahí, pero que no vemos hasta que nos pasa algo, además de a la comida y a las segundas oportunidades.