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Nieves Herrero lleva 35 años ejerciendo el periodismo en prensa, radio y televisión y es autora de best sellers como Lo que escondían sus ojos, cuya adaptación a serie de televisión batió récords de audiencia y ganó un premio Ondas; Como si no hubiera un mañana, premio de la crítica de Madrid; Carmen, que se mantuvo durante sesenta semanas en la lista de los libros históricos más vendidos; o Esos días azules, alabada unánimemente tanto por la crítica como por el público. Ahora nos presenta su último trabajo, El Joyero de la reina (Ediciones B), en el que desdela la apasionante vida de la reina Victoria Eugenia, esposa de Alfonso XIII y bisabuela del rey Felipe VI y que es, al mismo tiempo historia de 'las joyas de pasar' que hoy luce la reina Letizia.
Herrero narra cómo antes de morir, la reina Victoria Eugenia dejó en su testamento "las joyas de pasar", un conjunto de alhajas regalo de Alfonso XIII que hoy están en manos de la reina Letizia, y que algún día heredará la princesa Leonor.
Son de un valor económico e histórico incalculable.En 2014, Letizia recibe este legado de manos de la reina Sofía, y le pide a sus más cercanos colaboradores que le cuenten la historia de las mismas.
"¿Qué vivencias y secretos encerrarán?", se pregunta en las páginas del libro. "El hecho de que las lucieran las reinas que la precedieron no significa que las hicieran felices. Ser reina no te asegura la felicidad", reflexiona en voz alta.
Joyas que pasaron de Victoria Eugenia a Sofía y ahora a Letizia
Bajo esta premisa, Nieves Herrero hilvana un relato protagonizado por la familia real y la familia García-Ansorena, fieles guardianes y creadores de los tesoros que han lucido reyes y reinas durante siglos.
La otra crónica de la historia de las monarquías
"Las joyas reales son la otra crónica de la historia de las monarquías, el legado más hermoso que han dejado reyes y reinas tras su paso por este mundo. Su querencia por las gemas y piedras preciosas son un fiel reflejo de sus reinados: desde los más austeros hasta los más opulentos. Ya sea bajo regímenes absolutistas o constitucionalistas, las joyas son símbolos de poder, amuletos, regalos de amor o presentes envenenados (...) también han servido de tabla de salvación para muchos nobles en el exilio", subraya Nieves Herrero en el prólogo del libro.
El desarrollo histórico de la novela comienza el 31 de mayo de 1906 cuando Victoria Eugenia de Battemberg se prepara para contraer matrimonio con Alfonso XIII y recibe de manos del joyero Ramiro García-Ansorena la tiara de las Flores de Lis, regalo del rey.
Ramiro García-Ansorena modificó la tiara de la reina Victoria Eugenia
Ramiro García-Ansorena no será solo el joyero de la reina Victoria Eugenia, sino también leal confidente con el que descubrirá la historia y el origen de las joyas reales. El lector conocerá, de primera mano, las características de las perlas, los zafiros, las esmeraldas e incluso la curiosa historia de la falsa ‘Peregrina’, gracias a las explicaciones del joyero de la reina. Pero Victoria Eugenia siempre sostuvo en público que su perla ‘Peregrina’ era la auténtica. Asimismo Ramiro le cuenta que las joyas eran símbolo de prestigio y poder, y que podían tener valores protectores o curativos.
El atentado de Mateo Morral
La vida de la reina Victoria Eugenia o Ena, como la llamaban en familia, no fue un camino de rosas. Prueba de ello fue el atentado que sufrió el mismo día de su boda de manos del anarquista Mateo Morral. Hubo 28 muertos y cientos de heridos, pero la reina y el rey salieron ilesos. Este episodio le marcó para siempre.
Retrato de Alfonso XIII y Victoria Eugenia
Según Lady William Cecil, dama y amiga de Victoria Eugenia, y también gran amante de la cultura y joyas egipcias, las alhajas que llevaba el día de su boda la protegieron de la muerte. "Creo igual que los egipcios, que los anillos de oro, las piedras preciosas, y los collares tienen un poder mágico que beneficia a sus portadores", señala Lady William Cecil, para quien "contemplar la belleza de las joyas, te hace olvidar el lado oscuro de la vida. Te dan poder".
Victoria Eugenia fue una reina adelantada a su tiempo: cambió la monarquía española introduciendo el color en una corte enlutada, e impuso la costumbre de fumar y beber en público como los hombres. Por todo ello, las diferencias entre Victoria Eugenia y la reina María Cristina se hacían cada vez más notables, y la madre del rey le reprochaba que ella era la reina de España y no la reina de Inglaterra, por las diferencias culturales entre ambas cortes.
Por su parte, los García-Ansorena tenían tanta confianza con la familia real que cuando Ramiro entraba en palacio le anunciaban como "de Casa". Fue un gran apoyo para la reina ya que hablaba idiomas y podía entenderse con ella perfectamente.
Gracias a sus largas conversaciones sobre joyas consiguió que olvidara muchas de las penalidades que le tocó vivir. Entre ellas, la presión por tener un heredero, desde los primeros días de matrimonio, aunque diera a luz a los doce meses de casarse.
"Las reinas tenemos que parir"
"Las reinas tenemos que parir para que siempre haya una cabeza en la que sujetar la corona", comentaba la reina a los miembros de su servicio.
Tristemente, Alfonso el mayor de sus hijos y Gonzalo el menor, heredarían el mal de la sangre de la familia real inglesa; la hemofilia. El segundo de sus hijos, Jaime, perdió el oído y se quedó sordo, y pronto también perdió el habla.
Beatriz y Cristina no heredaron la enfermedad, pero pensaban que podían transmitirla. Juan fue el único hijo sano sobre el que recayeron todas las responsabilidades dinásticas con el paso de los años. Con el tiempo y las renuncias de sus hermanos, terminará convirtiéndose en el heredero.
Alfonso XIII con sus seis hijos
Pero cuando se proclama la Segunda República en España el 14 de abril y los monarcas tienen que salir del país, lo primero que rescata Ena son sus joyas históricas, dejando otras que luego reclamó a través de la embajada inglesa y que le fueron restituidas.
Con el paso de los años, las desavenencias conyugales se hacen más patentes y Victoria Eugenia tras conocer los hijos ilegítimos y las muchas aventuras del rey con mujeres del servicio, cantantes y artistas, decide vivir separada de Alfonso XIII, iniciando un éxodo por distintos países.
No obstante, antes de morir Alfonso XIII, Victoria Eugenia acudió a Roma para estar presente en ese duro trance y se reconcilian. A partir de ese momento, la reina inicia una campaña que no cesará hasta su muerte para que regrese la Monarquía a España.
"Ya me puedo morir tranquila"
Después de 38 años en el exilio, regresó a España para el bautizo de su bisnieto Felipe; el hijo varón de Juan Carlos. Franco le ha elegido como el posible heredero del Régimen. Tras el permiso del dictador, Ena aprovecha el viaje para recibir a sus damas y sus leales. Todos lo han pasado muy mal al quedarse en España sorteando los peligros que derivaron de haber sido servidores de la Casa Real.
Bautizo de Felipe de Borbón en brazos de su bisabuela la reina Victoria Eugenia
Por su parte, la reina y Ramiro García-Ansorena ya no son los jóvenes que se conocieron en 1906; ahora son dos ancianos que saben que no se volverán a ver jamás. Cuando se despiden, son conscientes de que no volverán a verse en vida. Meses después del fallecimiento de Victoria Eugenia, muere Ramiro García-Ansorena. Siempre admiró a la reina y le guardó lealtad fuera de toda duda.
Las últimas palabras que se dirigieron fueron estas: "Las joyas serán siempre su fuerza ante la adversidad majestad", dijo Ramiro García-Ansorena.Y ella le contestó: “He sido siempre fiel a ellas y me han proporcionado esa seguridad que he necesitado para seguir adelante(...) Esta última vez que he pisado tierra española he sentido que mi corazón está aquí. Ya me puedo morir tranquila".