Ricardo Cortines es consultor, escritor y conferenciante. Experto en eficiencia. En su background encontramos una notable formación jurídica, licenciado en derecho y una brillante trayectoria deportiva, pero sobre todo un espíritu emprendedor que le ha llevado a poner en marcha infinidad de proyectos de todo tipo, desde promotoras inmobiliarias hasta programas de radio, pasando por plataformas de defensa de consumidores como davidcontragoliat.com o montajes artísticos como ¡Qué suene la poesía!
Defensor a ultranza de la experimentación como metodología educativa ha publicado el ensayo Los osos ya no comen salmón, un texto sobre el mundo de los negocios y la vida misma. También ¿A qué esperas para fracasar?, donde partiendo de su experiencia personal y en concreto de la ruina en la que la crisis financiera de 2008 le dejó, Cortines aborda el fracaso de una manera hasta entonces desconocida, concibiéndolo como un incentivo para alcanzar el éxito y animando a la gente no solo a emprender, sino especialmente a fracasar. Tras esos dos libros decide hacer un paréntesis en su carrera de escritor para centrarse en la consultoría, enfocándose en ayudar a profesionales, directivos y empresarios a aprovechar mejor sus recursos, en especial el recurso por antonomasia: el tiempo. Tal es así que retoma su faceta de escritor con un libro sobre gestión del tiempo donde recoge sus experiencias sobre el tema y que acaba de llegar a las librerías, El Buen tiempo (Ed. Vergara)
PREGUNTA.: ¿Qué va a encontrar el lector que se asome a ‘El buen tiempo’?
RESPUESTA: No es un libro largo, es breve pero no es un libro que se pueda resumir en un par de frases porque trata del tiempo, de la gestión del tiempo, que es un tema que da para mucho y para muchos libros. Lo que he intentado es condensar lo que considero que debe ser la gestión del tiempo sabiendo que es un tema denso, porque podemos hablar de gestión del tiempo a largo plazo o en el día a día y ambas están condicionadas. Por un lado gestionas tu tiempo de cada día pero también el tiempo a largo plazo, porque tienes una serie de objetivos, propósitos o sueños, como los denomino en el libro. Y esto es lo que justifica la gestión del día a día para sacarle partido a largo plazo y lograr realizar tus sueños. Al final, la mejor forma de gestionar el tiempo es persiguiendo tus propósitos y tus sueños, teniéndolos e identificándolos previamente.
P.: Háblenos de esos sueños.
R.: Que nadie interprete los sueños como hacer cosas estrambóticas. Hay sueños que se pueden perseguir a cualquier edad y se puede ir a por ellos sin tener miedo por perseguirlos porque es lo que va a hacer que tu vida sea más feliz que otra más larga sin motivaciones claras vivida viendo a ver que pasa y haciendo las cosas sin pasión. Yo soy de los que ponen pasión en las cosas porque es lo que realmente nos llena, las cosas que son como nosotras, cosas que sean como tú, que representen tus valores, con las que te sientas identificado porque entonces vas volando, el tiempo pasa muy rápido porque nos es agradable, cuando haces algo desagradable todo pasa muy despacio. El tiempo pasa para todos al mismo ritmo, pero esa sensación de que se pase volando o no, es la que marca la diferencia entre el buen tiempo y el mal tiempo.
P.: En pocas palabras, ¿qué es lo más básico en la gestión del tiempo?
R.: En valorarlo, rebobinar la mentalidad que tenemos y darse cuenta de que nuestro tiempo es la vida misma. El tiempo es nuestro mejor recurso, nuestro mejor activo. Si sabemos ponerlo de nuestro lado y aprovecharlo nos traerá muchas cosas buenas, pero si nos peleamos con él nos traerá cosas malas. Por eso hay un buen tiempo y un mal tiempo y por eso el libro trata el tema del buen tiempo.
P.: ¿Cuántas veces escuchamos al cabo del día decir a mucha gente, ‘no tengo tiempo para nada’, ‘no me da la vida’. Nos falta realmente tiempo o sencillamente no sabemos administrarlo?
R.: Lo que sucede es claramente lo segundo. Todos somos millonarios pero nos quejamos de falta de tiempo aunque tenemos una fortuna. Al quejarnos de falta de tiempo es como si Bill Gates se quejase de que no le llega el dinero. Se que es una exageración, pero hago esta comparación para que se vea más claro. Tenemos mucho tiempo porque la vida es muy larga y nos quejamos de falta de tiempo porque lo gestionamos mal. Vuelvo a los sueños y los propósitos, no se trata de hacer muchas cosas sino de elegir bien lo que vamos a hacer, de fijar bien las que, primero, necesitamos hacer porque son nuestra prioridad, y luego las que de verdad nos motivan y en realidad queremos hacer. El tiempo es nuestra fortuna, si las gastamos en pocas cosas en lugar de en muchas, nos dará tiempo de conseguirlas.
P.: Entiendo que su propuesta es que resulta más importante vivir mejor que vivir más...
R.: Dentro de nada vamos a llegar a vivir 100 años, puede que lleguemos a conseguir la eternidad o la casi eternidad, no lo sé, pero estamos viviendo cada vez más y las próximas generaciones vivirán cada vez más y lo que realmente importa es lo que haces con tu tiempo. La vida en sí misma es fantástica, un milagro, un placer y el hecho de estar vivo es una sensación maravillosa. Pero desde mi punto de vista, lo que importa es lo que haces con tu tiempo. Puede ser un ejemplo un poco radical, pero en el libro hablo de personas que han vivido muy intensamente un sueño y han podido morir jóvenes, podemos decir que han tenido una vida muy corta pero muy plena porque han vivido lo que querían, han luchado por ello, se han dedicado a ello y al final les ha cundido mucho más y han dado más sentido a sus vidas que otros que hayan podido vivir mucho más. Si vivimos más, muy bien, pero antes la calidad que la cantidad.
P.: Por curiosidad, ¿tiene usted algo personal contra el dolce far niente?
R.: Desde luego no va conmigo. Lo respeto, por supuesto, porque no soy quien para decirle a nadie lo que tiene que hacer, pero conmigo no va. Yo, cuando me siento bien es cuando estoy haciendo algo, disfruto mi actividad, mi iniciativa, mis ganas, mi esfuerzo que se transforma en algo y produce algo, sea algo nimio o algo más importante, pero esa sensación de que aquí estoy, de que creo cosas, hago cosas, transformo cosas, ayudo… me hace feliz. Descansar por descansar no tiene sentido para mí, cuando estás cansado descansas, claro, es fundamental porque no somos robots y si no lo haces no puedes seguir con tu actividad, pero tumbarse a la bartola a esperar que pase el tiempo, desaprovechándolo, no lo concibo, ¿para que quieres la vida entonces? Si pierdo un minuto, una hora, un día en mi vida siento una tremenda sensación de derroche tan absoluta que me hace sentir muy mal.
P.: Permítame otra curiosidad, ¿cuántas cosas para hacer mañana tiene usted anotadas en su agenda?
R.: Mi agenda está en mi cabeza. Tengo una agenda y en ella, evidentemente, tomo mis anotaciones, pero cuando estoy desbordado y necesito esos recordatorios, pero tengo una cabeza que por suerte es muy eficaz y ya sé lo que voy a hacer mañana o lo que voy a hacer pasado mañana. Más allá de que cambien las caras o cambien las conversaciones, me dedico a una serie de cosas y en eso estoy, no planifico mi día a día en torno a tomar notas porque a tal hora tengo tal cosa. Tengo trabajo que hacer, una serie de cosas que quiero hacer y lo que intento es aprovechar el día al máximo de manera que lo haga. Suena mal que yo lo diga, pero difícilmente puede haber quien haga más cosas que yo en el mismo espacio de tiempo. Me gusta la rapidez, intento siempre hacer las cosas rápidamente pero siempre bien hechas, intento encontrar la operativa adecuada para hacer algo y hacerlo bien en el menor tiempo posible.
P.: Tercera y última curiosidad. Háblenos de su trayectoria deportiva.
R.: Sí, tuve una trayectoria deportiva porque me parece una manera muy interesante de emplear el tiempo. El deporte me parece fundamental a cualquier edad. He practicado muchos deportes, pero sobre todo me gusta el tenis. No fui Federer, pero fui un tenista que quería jugar bien, jugué bien, jugué mis torneos. Mis cosas, mis coches y mis motos, me las compraba con mis humildes ganancias como tenista.
P.: Nuestros abuelos y padres siempre decían aquello de ‘juventud, divino tesoro’. Tras la juventud llegamos a la edad adulta primero, la mediana edad después y luego a la tercera edad. ¿De verdad la juventud es un ‘divino tesoro’ que se pierde con los años?
R.: No, yo pienso lo contrario, prefiero el proverbio que dice que ‘la juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo’. Yo soy muy partidario de la gente mayor, no porque desprecie la juventud, en absoluto, tiene cosas muy buenas, pero con la edad se gana en muchos sentidos.
P.: ¿Vivimos en una sociedad edadista?
R.: Para mí, la discriminación por razón de edad es mayor aún que la que puede haber por razón de género. No entiendo que a los jóvenes se les valore, más allá de su edad, por una serie de cosas que se suponen inherentes a la juventud como la fortaleza, la osadía, la valentía, ya que les falta lo más importante: la madurez, la responsabilidad, el compromiso y la experiencia que tienen los mayores. Otra cosa es llegar a mayor con problemas de salud, pero cuando una persona mayor está bien es imparable y vale por dos o tres jóvenes. El background que te da haber vivido todos esos años no puede tenerlo un joven y es la esencia de la vida, haber conocido la vida misma. Para mí, un joven no resiste la comparación con una persona mayor.
P.: ¿Qué puede decirle a esas personas mayores cercanas a la jubilación que se preguntan qué van a hacer a partir de entonces con tanto tiempo?
R.: Para mí esta pregunta tiene una respuesta muy sencilla, aunque luego haya que llevarla a la práctica. Yo me veo a mí mismo cuando sea muy mayor, haciendo cosas. No comprendo el concepto de jubilación, no lo entiendo. Te puedes jubilar de tu trabajo, correcto, dejar de hacer lo que has estado muchos años haciendo es una opción, pero ese cambio de vida no debería ser tan brusco como veo que le sucede a mucha gente. Yo le diría al que se jubile y tenga todo ese tiempo aparentemente libre, que no se jubile, no quiero decir laboral o profesionalmente, le diría que cambie su mentalidad, que aunque sea de otra manera, con menos intensidad, no se de por amortizado. Lo que a mí me traslada la palabra ‘jubilación’ es ‘amortización’ y debe ser al revés, cuando una persona con buena salud llega a los 65, 70, 75… puede estar en el mejor momento de su vida.
P.: ¿Deberían impartirse clases de jubilación y envejecimiento activo a partir de cierta edad?
R.: En el sentido de saber gestionar ese tiempo de la jubilación sí, porque es cierto que existe una laguna, parece que uno se lanza a un mundo inexplorado y no sabe lo que se va a encontrar en él. La orientación en este sentido estaría bien porque estamos ante un cambio de mentalidad. Al final, todo pasa por un cambio de mentalidad y las personas mayores tienen que darse cuenta de que están fenomenal y si se han jubilado porque no quieren trabajar, porque prefieren liberarse del trabajo, ha llegado el momento de resarcirse de eso y llevar a cabo los proyectos que no pudiste realizar cuando tenías 25, 30 años, o los que sean, o tal vez ha llegado el momento de plantearse un nuevo propósito, pero nunca darse por amortizado. Una persona debe soñar con 20, con 40, con 60 o con 80 y perseguir su sueño con 20, con 40, con 60 o con 80. Hay que pensar que se va a vivir eternamente, no hay que pensar que se tiene la edad que se tiene. Yo no miro la edad que tengo, mi vida es mañana, mañana, mañana… sigo adelante siempre y si me quedo por el camino, pues me quedé. No se puede pensar que me queda poco porque tengo 85, ¡y tú qué sabes! Y si realmente te queda poco, ¿qué más da?, aprovéchalo y haz lo que tengas que hacer, lo que te apetezca hacer. Si quieres descansar descansa, pero yo creo que descansar más allá de la necesidad de hacerlo no lleva a ningún sitio. Siempre hay que tener alguna actividad.
P.: Su primer libro fue 'Los osos ya no comen salmón', después llegó '¿A qué esperas para fracasar?', ahora tenemos en las manos 'El buen tiempo'. ¿Para cuando el siguiente libro?
R.: Ahora me he casado con el Grupo Editorial Penguin Random House y no quiero cambiar de esposa. Ahora manda ella y manda este libro. En función de cómo vaya supongo que vendrá después otro. Siempre estaré a las indicaciones de la editorial, es posible que el año que viene.