Libros
Xaime Fandiño: "Ser edadista no es una opción"
El gallego es el autor de 'El último concierto'
Xaime Fandiño (71) es el autor de El último concierto, una road movie que transcurre entre Galicia y Portugal y donde las personas mayores son las claras protagonistas: "Una residencia de mayores ficticia, ubicada en la antigua factoría de Massó en Cangas do Morrazo a la orilla del mar, en la ría de Vigo. Allí, unos residentes deciden ir al Resurrection Fest de Viveiro. Antes, por una serie de circunstancias, que no cuento para no hacer spoiler, tendrán que pasar por Portugal para cumplir con un cometido que la vida y el azar les asigna", nos adelanta a 65YMÁS el gallego.
A través de sus personajes y de esta historia, Fandiño reivindica la importancia de vivir esta etapa de la vida libremente y planta cara al edadismo.
PREGUNTA: ¿Cuándo y por qué comenzó a escribir este libro?
RESPUESTA: En el 2018 leí una noticia falsa en una revista alemana que hablaba de que unas personas en una residencia se habían ido a un concierto heavy. En ese momento comencé el primer borrador de un tratamiento cinematográfico que fue el primer formato que desarrollé. Posteriormente, hace ya unos años, lo presenté a unas ayudas al desarrollo de largometrajes en mi comunidad. La obra no fue seleccionada y visto el resultado, mi mujer me dijo: “déjate de caralladas de audiovisual y escribe una novela”. Dicho y hecho. Me senté e hice estas quinientas páginas de una historia que, en tono de comedia ácida, trata sobre el derecho a decidir y la heterogeneidad de las personas más allá de su cronología.
P: ¿A quién va dirigido este libro?
R: El último concierto va dirigido a esa generación que ha vivido a finales del siglo XX, pero también es una propuesta fundamental para que la gente más joven conozca cómo se ha llegado hasta aquí y puedan comprobar que en realidad las aspiraciones de sus antepasados en lo que respecta a la ilusión de vivir, el amor, la libertad y las necesidades básicas de cualquier ser humano, no fueron muy diferentes a sus demandas de ahora.
P: ¿Por qué son importantes las relaciones intergeneracionales?
R: El tiempo que lleva cada uno sobre la tierra no debe ni puede ser un condicionante para tener ilusiones y anhelos. Por ello, es necesario vivir intergeneracionalmente más allá de cualquier gueto cronológico, con la finalidad de recibir inputs de gente diversa, tanto en edad como en ideas, y así vivir plenamente en el siglo que le ha tocado a cada uno.
Al finiquito laboral que se les da a los seres humanos en el momento de la jubilación no se le puede adjuntar un finiquito social que nos saque de circulación y nos penalice simplemente por la edad. Eso sí que es edadismo en estado puro.
P: ¿Crees que este libro puede ayudar a que tanto jóvenes, adultos como mayores afronten esta etapa de una manera diferente?
R: En la contraportada evoco directamente todos los públicos con esta nota: “Si tu perspectiva sobre la vejez está plagada de inseguridades, prejuicios y suspicacias o crees que tus abuelos son un coñazo, tienes que leer esta novela, porque en la tribu hereje de estos cuatro incombustibles no hay lugar para concesiones. Así que, cuando te sumerjas en su aventura, seguro que acabas por desterrar cualquier atisbo de ñoñería sobre la longevidad”
Se trata de otra forma de reivindicar la heterogeneidad y el derecho a decidir en cualquier momento del periplo vital, seas joven, viejo, maduro o intermedio, porque la vida está llena de oportunidades y nuestros canallas protagonistas no están para desaprovechar ni un minuto de su existencia.
P: ¿Por qué es importante desmontar los estereotipos que rodean a la longevidad?
R: Yo, que tengo 72 años, no me considero un longevo en el siglo XXI. Longevas son las personas que rondan la centena. Prefiero que me llamen viejo y estoy encantado de serlo porque como se suele decir, la otra opción pinta peor. En cualquier caso, es urgente y necesario que esta palabra se actualice. Tanto el viejo de hoy, como su homólogo, el joven actual, poco tienen que ver en actitud y planteamiento vital con las generaciones coetáneas anteriores y así seguirá siendo el futuro. Lo único que hay que lograr es que las personas asuman cada momento del tránsito vital por el que pasan con plenitud.
P: ¿Es más fácil acabar con los prejuicios que rodean al envejecimiento usando el humor?
R: A mí me da miedo la utilización del humor indiscriminado para algunos temas relacionados con lo etario. Los códigos básicos respecto a los momentos en que pasamos por el tránsito vital todos los conocemos y por ello es muy fácil caer en destacar obviedades. En el ámbito de la narrativa, la comedia es una de las disciplinas más complicadas, por ello acabar planteando tópicos, clichés y estereotipos, puede ser una tentación peligrosa.
Me encanta el humor, pero pienso que es muy importante no alimentar, por una parte, el buenismo, es decir, que guay somos todos, como nos queremos… y por otro la pena, y desde ahí ridiculizar de forma superlativa algunos problemas de las personas desde el parámetro de la edad. Y no hablo solo de la población mayor, sino de cualquier ser humano en cualquier momento de su tránsito por la vida. Cuando trabajaba en televisión y alguna persona del equipo veía que habían conseguido grabar algo gracioso que le sucedía a una persona, pero que podía ser de dudoso gusto, le solía decir al responsable de la pieza, antes de meter ese plano piensa que es tu madre o tu hermana. ¿Si fueran ellas mandarías la toma a emisión? Si es así, adelante. Por contra, si tienes dudas y si no es esencial para contar la historia, aunque tenga mucha gracia, por favor, intenta no utilizarla.
P: En su opinión, ¿cuál es la “mayor mentira” que nos han contado sobre la vejez?
R: El edadismo es el tercer -ismo que, junto al racismo y el sexismo, confirman unas tipologías de discriminación incomprensibles para el siglo XXI. La diferencia es que, si bien los afectados por una discriminación relacionada con los dos últimos -ismos no implica a todos los seres humanos, el ismo del edadismo es totalmente incongruente e incomprensible, ya que más allá de la raza, sexo, nacionalidad… todos transitamos por la edad y, por lo tanto, cualquier ser vivo está involucrado en cumplir años. Por eso, con que una persona medite levemente sobre ello, se dará cuenta de que ser edadista no es una opción, porque él mismo puede sufrir esta discriminación en cualquier momento de la vida, ya que el edadismo no es una discriminación exclusiva de la vejez, sino que se puede manifestar en cualquier momento del tránsito vital. Dice el informe mundial del edadismo de la ONU que se empiezan a fraguar estereotipos edadistas desde la primera infancia.
Para ilustrar esto voy a contar una anécdota tan real como la vida misma. Mi nieta de 11 años vino con una amiga a nuestra casa y al entrar dijo: “Esto no parece una casa de abuelos”. Como puedes ver, ella ya se ha formado su propio estereotipo de cómo debe ser una casa de personas mayores. Al ver algo diáfano, en colores claros, guitarras eléctricas, fotos raras… ya no le coincide con la edad que ella asocia a las personas que pueden habitar un espacio de esa condición. Vemos, pues aquí, un ejemplo claro de edadismo incipiente e inconsciente.
P: ¿Tiene algún proyecto futuro en mente?
R: Claro que sí, por una parte, El último concierto parece que comienza a interesarle a algún productor con el fin de convertirlo en una pieza audiovisual y eso es muy halagüeño, pues lo devuelve al lugar donde comenzó, como un guion cinematográfico. Además, estamos desarrollando muchos proyectos dentro de la Cátedra de Edadismo de la Universidad de Vigo relacionados con el arte y la comunicación.
