El 10 de octubre de 1963 el cáncer acababa con la vida de la que fue la gran dama de la canción francesa, Édith Piaf.Había nacidoen París, el 19 de diciembre de 1915, en plena calle, bajo una farola junto al número 72 de la rue de Belleville, y con la ayuda de un policía que hizo las veces de comadrona. Su verdadero nombre era Édith Giovanna Gassion. Su padre Luis Alfonso Gassion era acróbata y antes de nacer Édith abandonó a su madre, Annetta Maillard, una cantante ambulante de origen argelino, alcohólica como él.
La madre dejó a la niña al cuidado de su abuela materna, Aïcha Saïd Ben Mohammed, que no dudó en hacerle beber vino desde que llegó a su casa y que más tarde se deshizo de ella entregándola a su padre que, reaparecido para tomar parte en la primera Guerra Mundial, volvió abandonarla dejándola en esta ocasión con su abuela paterna que regentaba un burdel en la localidad normanda de Bernay.
Édith se crió atendida por las prostitutas de la casa contrayendo a los cuatro años una meningitis que le produjo una ceguera temporal. Al termino de la guerra, su padre vuelve a hacerse cargo de ella y trabaja como acróbata en distintos circos itinerantes antes de comenzar a explotar la prodigiosa voz de su hija haciéndola cantar en plena calle, tal y como hacía su madre.
Al cumplir los catorce años fue ella la que decidió abandonarle, huyó junto a Mamone, hija ilegítima de su padre que se mantendría para siempre al lado Èdith. Cantaba en plena plaza Pigalle y también en los suburbios y barrios bajos de París, en los que conoció a un repartidor, Louis Dupont, con quien a los 17 años tuvo una hija y tras el parto quedó imposibilitada para volver a ser madre. Por si fuera poco, al cumplir los dos años su hija enfermó, como ya le había sucedido a ella misma, de meningitis y murió en 1935.
Ese mismo año, mientras cantaba en la calle fue descubierta por un empresario, dueño de un cabaré, Louis Lepleé, que al instante se enamoró de la voz de aquella menuda muchacha que ni siquiera llegaba al metro y medio de altura. Fue Lepleé quien comenzó a llamarla “Piaf” comparándola con un indefenso pajarillo de trino espectacular.
Fue entonces comenzó a actuar como “La Môme Piaf” y un año después, gracias a la intervención de Lepleé, a quien la artista llamaba “papá”, graba su primer disco, Los niños de la campana, que se convirtió de inmediato en un gran éxito.
Por primera vez parece que la vida sonreía a Édith Piaf, pero fue por poco tiempo porque al poco de publicarse el disco, Louis Lepleé fue asesinado y salieron a la luz las relaciones que mantenía con los bajos fondos y que terminaron por salpicar a la propia Édith que se vio obligada a volver a actuar en la calle y en miserables bares de los barrios bajos parisinos.
Desesperada, la cantante se entregó al alcohol y las drogas, mientras su vida amorosa era un constante exceso. Así sobrevivió hasta que en 1937 comienza su relación con el compositor Raymond Asso, que se convierte en su mentor y consigue sacarla del pozo sin fondo en que se había convertido su existencia.
Bajo la protección de Asso entra a formar parte del mundo del music hall y casi de inmediato logra un éxito arrollador convirtiéndose en una estrella adorada, no sólo por el público parisino que acude en masa a sus actuaciones, sino por toda Francia que comienza a conocer sus canciones a través de la radio. Canciones, que hoy son clásicos imprescindibles, como La vie en rose, Je ne regrette rien o Les amants de Paris, que le valieron un éxito sin precedentes y le hicieron ganar una fortuna que ella derrochaba con su vida disoluta, pero también ayudando y sosteniendo a todo el que se acercaba a ella.
Icono musical y musa de artistas e intelectuales, a punto de estallar la segunda Guerra Mundial, la cantante debuta con un rotundo éxito en el teatro Bobino con Le Bel Indiférentuna canción escrita especialmente para ella nada menos que por Jean Cocteau y que interpretó junto al actor Paul Meurisse con quien después apareció en la película Montmartre-sur-Seine.
Fue en este periodo, durante la ocupación alemana de Francia, cuando La Môme Piaf cambia su nombre artístico por el de Edith Piaf y como tal siguió actuando durante todo el tiempo que duró el conflicto interpretando siempre canciones cuya letra tenía un doble sentido que, como en el caso de Tu es partout, animaban veladamente a la Resistencia. De hecho, durante la ocupación la artista no dejó de ayudar, siempre que pudo, a escapar a perseguidos judíos y prisioneros.
A pesar de su tumultuosa vida sentimental, Édith se enamoró sincera y profundamente de un hombre, “el único hombre al que he querido” confesaría, Marcel Cerdan un joven humilde de origen marroquí que llegó a convertirse en campeón de boxeo.
Se conocieron en Francia en 1945, pero no fue hasta 1947 cuando, durante una gira de la cantante por Estados Unidos, comenzaron su relación en Nueva York. Marcel estaba casado, tenía tres hijos y su relación se mantuvo en secreto, hasta que la prensa la descubrió. A pesar de todo, Marcel consiguió que su esposa no se separase de él y, al mismo tiempo, continuó su relación con la cantante que vio como en 1948, el boxeador, bautizado por la prensa como 'El Bombardero de Marruecos', se proclamaba campeón del mundo de los pesos medios.
La relación entre la cantante y Marcel era cada vez más intensa y a pesar de que el deportista se entregaba a sus entrenamientos y a sus combates por toda Europa, Èdith le reclamaba constantemente a su lado. Cerdan acudía junto a ella cuando podía. Así tenía pensado hacerlo el 27 de octubre de 1949, cuando tomo el vuelo que debía llevarle desde París a Nueva York. Pero el avión nunca llegaría a su destino. Al sobrevolar las Azores se estrelló contra el Pico de Vara, en la isla de São Miguel. A él le dedicó su amente el inolvidable Hymne à l'amour.
La noticia destrozó a una Édith Piaf que, desesperada, incluso intentó quitarse la vida y tal vez lo hubiera conseguido de no haber sido por la constante vigilancia a la que le sometió su inseparable hermanastra Mamone que la mantuvo sedada durante semanas.
La trágica desaparición de Marcel Cerdan volvió a arrastrar a la cantante a la disoluta senda de la que el boxeador había conseguido apartarla. La responsable de temas inolvidables comoMon légionnaire, La Foule o Milord, mantuvo desde entonces numerosas relaciones con, entre otros, los actores John Garfield o Marlon Brando y los cantantes Jean-Louis Jaubert, Eddie Constantinn, Yves Montand, Georges Moustaki o Charles Aznavour, que pasó de ser su chófer y secretario a componer para ella temas como Plus bleu que tes yeuxo Jezebel.
Con todos ellos mantuvo una relación autodestructiva que la iba consumiendo salvo quizás el tiempo que pasó junto a Georges Moustaki y a Yves Montand, con quien interpretó en la gran pantalla Étoile sans lumière y a quien estuvo unida hasta 1946.
En 1952 contrajo matrimonio con el cantante Jacques Pills, que la animó a iniciar un tratamiento de desintoxicación por su adicción a los medicamentos y de quien se divorció en 1956.
A Georges Moustaki le conoció en 1958 y se mantuvo unida a él durante un año. Moustaki, que entonces tenía 23 años, intentó que Édith, que ya había cumplido los 42, abandonase el alcohol y las drogas, pero no lo consiguió, en parte porque ambos sufrieron un grave accidente automovilístico que empeoró considerablemente el estado de salud de la cantante y su adicción a la morfina. Finalmente Moustaki rompió la relación y la cantante se consoló entonces junto a un joven pintor, Douglas Davis.
Un año después, en 1959, a Èdith Piaf le diagnosticaron el cáncer que día a día iría minando su, ya de por sí, precaria salud. A pesar de todo, en 1961 ofrece en el mítico Olympia de París una serie de recitales que pasan por ser los más emotivos de toda su carrera y que salvan al teatro de la bancarrota a la que entonces se enfrentaba. Tras aquel rotundo éxito la cantante aún llegó a contraer un nuevo matrimonio en 1962 con un joven peluquero, Théo Sarapo , empeñado en triunfar en el mundo de la canción.
A principios de 1963 Èdith graba L'Homme de Berlín, que a la postre sería su último disco puesto que finalmente la enfermedad acabó con la vida de la artista, a los 47 años, en Grasse, el 10 de octubre de 1963, tan sólo un día antes de la muerte de su gran amigo, el cineasta Jean Cocteau.
A su entierro asistieron casi 50.000 personas y sus restos descansan desde entonces, junto a los de su padre y los de su hija Marcelle, en el cementerio de Pére-Lachaise, donde cada aniversario de su muerte, su tumba se adorna con las flores que hasta allí llevan sus admiradores. Unos admiradores que adoraron siempre a aquella Édith Piaf que, a pesar de haber conocido a tantos hombres, se encontró siempre sumida en la más triste y devastadora soledad.
Sobre el autor:
Antonio Castillejo
Antonio Castillejo es abogado y periodista. Comenzó su carrera profesional en la Agencia Fax Press dirigida entonces por su fundador, Manu Leguineche, en la que se mantuvo hasta su desaparición en 2009. Especializado en información cultural y de viajes, desde entonces ha trabajado en numerosos medios de prensa, radio y televisión. Actualmente volcado con los mayores en 65Ymás desde su nacimiento.