Los expertos determinan cuál es la mejor música para conducir

Conducir y escuchar música son dos actividades que normalmente suelen ir de la mano. Para hacer más llevadera la travesía, sueles escoger tus artistas favoritos, tu emisora de cabecera o una selección más personal para dejarte llevar en la carretera. Sin embargo, algo que seguro nunca has tenido en cuenta es cómo afectan dichas canciones a tu estado de ánimo al volante. Aunque este compañero de viaje suele considerarse secundario, lo cierto es que influye notablemente en la concentración, el cansancio o el disfrute, entre otras capacidades sensoriales.

Como bien es sabido, uno de los requisitos en la conducción es no distraerse del recorrido, por lo tanto, resulta fundamental seleccionar un tipo de música que te haga sentir cómodo. También debes poner en marcha el CD, colocar el USB o conectar el Bluetooth antes de arrancar el coche, no usar auriculares ni poner el volumen demasiado alto. De hecho, los expertos recomiendan no superar los 95 decibelios, pues la capacidad de reacción puede disminuir hasta un 20%. Entonces, ¿cuál es la mejor música a la hora de conducir?

Sí a la música clásica, no al rock

Aunque cada persona reacciona de forma distinta a los estímulos, en términos generales la música clásica y la música pop suelen ser las más adecuadas, al favorecer una actitud más relajada que los géneros menos recomendados: el rock, el jazz, el rap o el heavy metal. Según un estudio realizado por la universidad de St. John’s de Newfoundland, en Canadá, estos pueden incitar a pisar más fuerte el acelerador, debido a su ritmo acelerado y “agresividad”.

Pero, como hemos dicho, esto no siempre es así. “Algunos estudios también dicen que las sintonías de los clásicos pueden provocar más errores al volante porque nos hacen perder la concentración más fácilmente”, explican desde Race, empresa que ofrece servicios para automovilistas.

Los responsables de dicho análisis concretan que la mejor canción, o la más segura, para conducir es aquella que tiene un tempo similar a los latidos del corazón, es decir, entre 60 y 80 latidos por minuto. Y es que la música afecta sobremanera al pulso cardíaco o la actividad cerebral, al igual que el volumen en el que se escucha, que debe rondar los 53 decibelios.