Olga Selma
Olga Selma es redactora especializada en temas de salud, alimentación y consumo.
… saber más sobre el autorMartes 30 de marzo de 2021
ACTUALIZADO : Martes 30 de marzo de 2021 a las 9:08 H
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Cuando pensamos en Alicante lo primero que nos viene a la cabeza es el sol y el mar, pero esta provincia cuenta con multitud de pueblos llenos de encanto, tanto en su costa como en el interior. Un patrimonio histórico y natural que merece la pena visitar, además de ser la oportunidad perfecta para disfrutar de su gastronomía, donde reinan los arroces, el pescado, la mojama, y los mariscos.
Lo más reconocible de esta villa marinera, son sus fachadas multicolores y el activo puerto pesquero, además de sus más de diez playas de aguas tranquilas y cristalinas. Este tradicional pueblo de pescadores muestra una rutina tranquila, alejada del bullicio de otras localidades alicantinas. Sus fiestas de Moros y Cristianos, declaradas de Interés Turístico Internacional, se celebran desde 1694 en honor a Santa Marta, Patrona de la ciudad, y el conjunto histórico-artístico del casco antiguo, es Bien de Interés Cultural.
Altea es uno de los pueblos más bonitos de toda la Costa Blanca, donde destaca por la preciosa cúpula de azulejos azules de la iglesia de Nuestra Señora del Consuelo, a lo alto de la localidad (la llaman la Cúpula del Mediterráneo). Pero este pueblo cuenta con muchos más tesoros que invitan a perderse por las empinadas callejuelas empedradas de su centro histórico, lleno de recovecos y tiendas de artesanía, que hacen las delicias del visitante. La Plaza de la Iglesia es el corazón de Altea, un auténtico centro de ocio y de cultura, y desde su mirador disfrutarás de hermosas vistas de la bahía, el puerto deportiva y el Mediterráneo.
Guadalest es un pequeño pueblo de interior que es uno de los municipios más visitados de España, reflejando sus peculiaridades paisajísticas, históricas, culturales y urbanísticas. Ofrece unas vistas espectaculares sobre el valle, sobre todo si se sube al castillo de San José, una fortaleza del siglo XI, construida en lo alto de un peñasco. En Guadalest, además, conviene visitar la Casa Orduña, edificio noble levantado tras el terremoto de 1664 y la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. Además del museo Casa Orduña, en tu visita podrás fascinarte con una gran variedad de museos destinados a temáticas tan variadas como casas de muñecas, vehículos antiguos, miniaturas o saleros y pimenteros. Además, el entorno ofrece una gran variedad de rutas para los amantes del turismo activo.
Este es un pueblo que se ha sabido adaptar a la orografía de la sierra del Monte, se sitúa en la zona central de la comarca de la Marina Baja, entre el macizo de Ponoch y los barrancos del Salt y del Canet de Xirles. Lo más llamativo del lugar es el hermoso paisaje natural en el que se enclava. Además de sus estrechas callejuelas llenas de encanto podrás visitar los restos de una antigua muralla medieval en su zona más elevada, la Iglesia de San Pedro Apóstol y el Santuario de la Divina Aurora, y el castillo que data del siglo XII.
Nueva Tabarca es una isla que se encuentra a unos 22 kilómetros de la ciudad de Alicante, a unos 8 km del puerto de Santa Pola y que es la isla más grande la Comunidad Valenciana y la única que está habitada. La isla mide 1.800 metros de largo y 450 de ancho y su vegetación es escasa. Sin embargo, tiene un encanto especial que atrae a numerosos turistas en verano, que acceden a ella por las líneas regulares de barcos que salen de Alicante y Santa Pola. Una vez allí se puede visitar la Casa del Gobernador, la iglesia de San Pedro y San Pablo, los restos de su muralla de piedra, el Museo Nueva Tabarca y la cueva del Llop Marí. Pero lo más atractivo del lugar es la tranquilidad que se respira en este pedacito de tierra rodeada de inmenso azul.