Manuela Martín
Teatro
María Galiana reflexiona sobre la soledad en 'La reina de la belleza de Leenane'
La obra está dirigida por Juan Echanove
María Galiana y Lucía Quintana se ponen bajo las orden de Juan Echanove para protagonizar La reina de la belleza de Leenane, de Martin McDonagh. La obra, que ya puede verse en el Teatro Infanta Isabel, es un "drama lleno de emociones, tensiones y secretos conmovedores que te mantendrán al borde de tu asiento. Sumerge en la vida de Mag Folan y su hija Maureen, cuyas vidas cambiarán con el regreso de Pato Dooley, un viejo conocido".
Ambientada en la región de Connemara, al noroeste de Irlanda, en los años 90, María Galiana da vida a Folan, una mujer dominante y manipuladora que, desde que murió su marido, se ha dedicado en cuerpo y alma a su hija.
Maureen, interpretada por Lucúa Quintana, es la hija de Folan, una mujer soltera de 40 años que tiene que cuidar de su madre, aunque lo que realmente le gustaría es escapar de la opresión que siente.
La vida de ambas se verá alterada por la vuelta de Pato Dooley que interpreta Alberto Fraga, un antiguo amor de Maureen que regresa al pueblo después de estar muchos años trabajando en Londres. La presencia de este personaje alterará la vida de las protagonistas y sacará a la luz secretos y rencores escondidos durante años.
A pesar del carácter dramático de la obra, Echanove reconoció en la presentación de la obra en la Comunidad Valencia, que hay varios momentos durante la función que al público le pueden resultar hilarantes y que esto responde a "la identificación con la verdad de lo que estás viendo".
"No te puedes llegar a creer que los personajes puedan comportarse así y eso nos une de alguna manera a nuestra manera de entender el mundo (...) Es esa cosa que tenemos aquí de que hasta en las situaciones más dramáticas, como pueden ser las pérdidas de los seres queridos o los entierros, casi todos recordamos circunstancias que en un momento dado nos podrían llevar a la hilaridad", ha indicado.
"Lo más canalla de nuestra sociedad es que evoluciona muy poco, y a lo mejor en cincuenta años, lo que avanzamos es tecnológicamente. Avanzamos en las cosas, pero no en las personas. No conseguimos diseñar una sociedad que sea más igualitaria, que tenga cubiertas más las necesidades vitales de las personas, lo que sí somos capaces es de desarrollar tecnológicamente el espacio vital que habitamos y, en muchos casos, incluso hasta destruirlo", ha apostillado.
Una obra dura
En este sentido, ha destacado la habilidad de Martin Mcdonagh de situar a sus personajes en situaciones injustas en las que la pérdida de espacios vitales en el mundo rural obliga a la gente a moverse de allí por la falta de servicios básicos, o la soledad no deseada de estos termina dependiendo del dinero que tengan y eso te haga adoptar actitudes injustas con tu familia.
Por su parte, María Galiana ha reconocido que meterse en la piel de una madre como Madge Foolan le ha resultado "muy duro" y ha señalado que el "terrible pánico" que sufre la protagonista a quedarse sola es lo que hace que termine eligiendo a la hija que considera "más vulnerable y maleable" para así aporvecharse de ella y que "se dedique absolutamente a estar con ella y a servirla".
"Está absolutamente umbilicada a esa hija de tal manera que, aunque no lo parezca, esa mujer no es capaz de hacer nada y, es más, de todas las cosas malas que le pasan a ella, hace lo posible por que la hija se culpabilice y, en el fondo, la hija no puede hacer nada porque no tiene fuerza ni valentía para decir lo que está sintiendo", ha afirmado la actriz.
En este sentido, Lucía Quintana ha destacado la "extraña poética" que se genera en la obra en torno a la "crueldad" y la "desolación" que hace que dentro del "realismo crudo y duro" del montaje, se den situaciones en las que el público, para escapar de esa tensión que se genera en escena, recurra a la risa.
"Creo que servirlo de una manera tan cruda y a la vez tan descarnada, tan desnuda y tan sincera, es lo que hace que también el público conecte porque mucha gente ha vivido esta experiencia del cuidado de los mayores o el problema con la salud mental que hay, que son temas que cuesta tratar", ha subrayado la intérprete.
Asimismo, ha incidido en que hay momentos en los que la función se pone "realmente cruda" y, al ser "muy descarnada" la emoción de los personajes, provoca que la risa del público "se congele".
En esta línea, Quintana ha asegurado que la historia "te atrapa y no te suelta desde que empieza" ya que, según ha afirmado, lo hace de una forma "más o menos discursiva" para "ir metiéndote en el ambiente de lo que está pasando en la historia".
Respecto al carácter dramático de la obra, Alberto Fabra ha apuntado que el hecho de ser "muy dura y trágica" hace que los espectadores sean capaces de situar alguna experiencia que han vivido en su vida con lo que están observando. "Cuando el espectador empatiza la conexión es muy grande y hace que la historia funcione muy bien", ha indicado.
En cuanto al personaje que interpreta, el actor ha explicado que Ray Dooley es el único que da "un poquito" de luz a la función, dado que todavía conserva la esperanza de poder salir de Leenane y encontrar un futuro mejor.