Liana Romero Swirski actualmente tiene 92 años, pero con tan solo 11 se convirtió en la espía más joven de la Segunda Guerra Mundial. En su paso por La Revuelta (La 1 de TVE) ha revelado algunos de los duros momentos que vivió en esa época, recordando sus vivencias e incluso revelando algunos datos llamativos, como por qué se les rapaba el pelo a las mujeres judías en Alemania. "Era un peligro continuo. A mí me llegaron a poner una pistola en la cabeza", ha contado.
Hija de la también espía Larissa Swirski, conocida como la 'Reina de Corazones', Liana ayudaba a su madre a pasar los controles fronterizos. "Mi madre me entrenó desde muy joven. Me dijo, todo lo que tú veas y oigas, calladita", ha explicado, aclarando que ella "no tenía misiones que cumplir, yo acompañaba para que los otros no sospecharan".
Liana ha contado que "en el sur de España, en esa época, no se tenía el menor conocimiento de lo que los alemanes estaban haciendo en Europa. Nosotros sabíamos que había una guerra, Alemania contra Inglaterra. Pero en esa época no teníamos ni idea de lo que estaban haciendo los nazis, especialmente en los campos de concentración".
De hecho, su tía, la única persona de su familia que sobrevivió a la Revolución Rusa, fue quien le reveló a su madre lo que hacían los alemanes realmente. "Le dijo que no eran campos de concentración, que eran de exterminio. El que entraba no salía, se eliminaba".
"Los trenes llegaban cargados de prisioneros judíos. A las mujeres se les rapaba el cabello, la dejaban calva total. Y el cabello lo empleaban para tejer calcetines para los submarinistas alemanes porque, por lo visto, conservaba el calor más que la lana. Y hacían las pantallas de las lámparas con piel humana. Cuando mi madre oyó todas estas versiones que le contaba mi tía, inmediatamente cambió de bando. Dijo: Yo no trabajo para los alemanes ni un día más", ha explicado.
Liana también ha relatado uno de los momentos más peligrosos que vivió junto a su madre, cuando fueron interceptadas en la frontera de Gibraltar transportando información clasificada. "Mi madre me dijo: Yo no sé si voy a salir viva de aquí. Porque en esa época a los espías que cogían con algo en el cuerpo, no iban a juicio, iban a la horca".
"Mi madre había tomado fotografías de los tanques de combustible destruidos en el puerto", ha explicado. Su madre escondió el carrete en su guante, mientras que Liana escondió la cámara en su bota. "Nos llevaron a un despacho y le dijeron a mi madre: Entre en la otra habitación y desnúdese de arriba abajo, que esta señora la va a monitorear”, ha recordado. Su madre logró quitarse el guante y, "sin que nadie se diera cuenta, lo tiró discretamente sobre un archivador". Por su parte, a ella ni la miraron, "era una niña", ha explicado. Finalmente, "nos dejaron ir y mi madre me compró un kilo de chocolate".
"Yo quiero dar un ejemplo de que se puede hacer mucho en esta vida si uno quiere", ha concluido.