Teresa Rey
Viajes
10 cosas que no te puedes perder si viajas a Lisboa
Teresa Rey
Jueves 31 de octubre de 2019
ACTUALIZADO : Jueves 31 de octubre de 2019 a las 6:02 H
6 minutos
La capital portuguesa es una ciudad abierta, cosmopolita y con mucha riqueza cultural y gastronómica
ACTUALIZADO
Si vas a Lisboa, te va a gustar no solo por su arquitectura y sus monumentos, también por su gente, su comida y su diversidad. Es una ciudad hospitalaria, pintoresca y con un encanto que percibirás nada más pasear por sus calles cubiertas de azulejos, una de sus principales peculiaridades. Y es que son muchos los rincones que descubrir la capital de Portugal.
Plazas de Lisboa
Esta capital se distingue por sus barrios, avenidas y plazas. De entre estas últimas destaca la Plaza de Los Restauradores, con un gran obelisco en su centro en honor a los rebeldes que en el siglo XVII se alzaron contra los españoles. A continuación nos topamos con la espectacular Estación de Rossio, con una fachada preciosa de finales del siglo XIX. Y si seguimos andando descubriremos la Plaza de Rossio y la Plaza de Figueira, ambas muy animadas y con gran variedad de terrazas.
La Plaza del Rossio destaca porque se encuentra en pleno de centro de la urbe y es una de las zonas con más vida. Está repleta de restaurantes, bares y tiendas, al igual que sus calles aledañas donde se encuentran algunos de estos establecimientos más famosos.
En su centro se encuentra la estatua de Pedro IV de Portugal, el Rey Soldado. De hecho, el nombre oficial de este lugar es Plaza Don Pedro IV. Destaca también el edificio del Teatro Nacional Doña María II, que construido en 1842, sustituyó al antiguo Palacio Estaus, sede de la inquisición portuguesa desde mediados del siglo XVI.
Barrio del Chiado
Es uno de los barrios más bohemios de la ciudad. Sus calles estrechas son bulliciosas y tienen mucha vida. Hay numerosos locales donde degustar un Oporto o una sangría.
Se le considera el “Montmartre” de Lisboa, y como singularidad decir que se tuvo que reconstruir del todo tras el incendio de 1998. La calle do Carmo, en donde se hallan las ruinas de la iglesia del mismo nombre, y calle de Garret, son dos de las más transitadas.
Mirador de Santa Catarina
Se conoce también como el Adamastor y desde él se aprecia una de las puestas de sol más espectaculares de Lisboa. Se respira un aire muy pintoresco con música y gente de todo tipo que mientras toma algo, conversa, a la par que ve cómo se despide el día.
Elevador de Santa Justa
Ubicado en pleno centro es una de las principales atracciones turísticas. Se trata de un ascensor vertical de 45 metros de altura inmerso en una bella torre de hierro, cuyo interior se mantiene con la decoración original de principios del siglo XX. El final del trayecto ofrece unas bellas vistas panorámicas.
La Alfama
Este es un barrio de pescadores con un gran encanto, donde podremos ver las ruinas del Teatro Romano y la catedral de la ciudad de estilo románico: la Sé de Lisboa.
Aquí el bullicio es más tranquilo, pero no por ello tiene menos encanto. La vida transcurre con esa cadencia propia de los portugueses y es por ello que tal vez por eso es la cuna del fado, la canción popular característica de este pueblo que posee ese tinte melancólico. En esta parte podemos encontrar varios locales donde escuchar recitales protagonizados por estas melodías.
Mirador de Santa Luzia
Su decoración con azulejos, el jardín y el agua que forman parte de su arquitectura, lo convierten en uno de los miradores más bonitos de la ciudad. Desde él veremos el río Tajo, las iglesias de Santa Engracia, San Esteban y San Miguel.
Castillo de San Jorge
Se encuentra en la colina más alta de capital portuguesa. Sus torres ofrecen panorámicas preciosas de toda Lisboa y es uno de sus monumentos más conocidos. Lo erigieron los visigodos en el siglo V, pero los árabes lo ampliaron en el siglo IX, y el rey Alfonso I de Portugal o Alfonso Enríquez (1.109-1.185), lo modificó durante su mandato. Su máximo esplendor se produjo entre los siglos XIII y XVI, cuando los reyes del país lo ocuparon. En el año 1938 se sometió a una restauración completa, y a día de hoy se están recuperando restos fenicios, griegos y cartaginenses.
Plaza del Comercio
La más grande e importante de la ciudad, que mira majestuosa al río Tajo. Sobresale su estatua central dedica al rey portugués José I, y el Arco Triunfal da Rua Augusta, que se erigió tras la reconstrucción de la ciudad después del terremoto que sufrió en 1755.
Torre de Belém
Se trata de uno de los monumentos más llamativos de la ciudad, por su belleza y ubicación en la desembocadura del Tajo. Es del siglo XVI y se edificó para proteger la ciudad por esta vía de acceso. Después hizo de centro aduanero y faro. Vista de lejos parece estar flotando sobre el mar.
Lo primero que se ve nada más entrar es una planta baja con 16 ventanas y sus respectivos cañones defensivos. Además, se pueden visitar los fosos y huecos por donde tiraban a los prisioneros. La torre tiene cinco pisos y el último es una terraza. Como curiosidad, indicar que en la fachada oeste de este monumento se encuentra la gárgola de un rinoceronte.
Monasterio de los Jerónimos
Es Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1983. Su precioso claustro es una de las maravillas que esconde este edificio mandado construir el rey D. Manuel I en 1496, para celebrar el regreso de la India de Vasco de Gama. Es obra del arquitecto Diogo de Boitaca, que lo inició en 1501 y se concluyó a finales del siglo XVI.
El claustro del Monasterio de los Jerónimos se puede visitar junto con la iglesia entre cuyos muros se haya la sepultura de Vasco de Gama o Luís de Camões.