Verónica Mollejo
Viajes
Ámsterdam se plantea cerrar el Barrio Rojo por el acoso de los turistas
El Barrio Rojo de Ámsterdam es uno de los destinos más curiosos y frecuentados de la ciudad
Para aquellos que todavía no hayan visitado la ciudad holandesa, el Barrio Rojo es una de las zonas más turísticas de Ámsterdam. Sin embargo, esta afluencia de gente no se debe a la belleza y la historia de sus monumentos, sino a los escaparates donde las prostitutas se exhiben a los viandantes. Un reclamo que hace de este lugar un destino curioso y distinto a todo lo que puedes ver en otros puntos de Europa.
Este barrio tan pintoresco, situado en la parte antigua de Ámsterdam, está en activo desde la Edad Media, cuando los burdeles eran administrados por el Sheriff de la ciudad y sus hombres de confianza. Sin embargo, no fue hasta el siglo XVII cuando sus famosas "vitrinas" aparecieron en las fachadas de los edificios, generando una gran expectación a todo aquel que pasara por sus calles.
Un negocio que, en los Países Bajos, es legal desde 1911. De hecho, las prostitutas alquilan el local y contribuyen con sus impuestos como el resto de trabajadores en Holanda. No obstante, ese contacto directo con la ciudadanía podría tener los días contados.
Denuncias contra el acoso y las molestias de los turistas
En 2018, Ámsterdam recibió alrededor de 19 millones de turistas, de los cuales mucho acuden al Barrio Rojo con una actitud que deja mucho que desear y que ha motivado el enfado no solo de las mujeres que allí trabajan, también de los vecinos y la propia alcaldesa, Femke Halsema.
Según denuncian los afectados, el problema reside en el acoso, las molestias y el ruido excesivo que suelen acompañar a los visitantes. Esto, unido a la delincuencia organizada, la falta de higiene y el tráfico de mujeres habituales, podría provocar el cierre definitivo de este distrito.
Para acabar con esta situación y devolver la tranquilidad a la zona, la primera mujer en dirigir el ayuntamiento de Ámsterdam propone cuatro vías: la eliminación de parte del Barrio Rojo, el cierre total de los ventanales (y su posterior traslado a otro sector más apartado del centro de la ciudad), la ampliación de la zona para dividir a las multitudes o la colocación de cortinas en las "vitrinas" para que su servicio deje de ser visible desde la calle. No obstante, por el momento, las autoridades no han llegado a una conclusión conjunta que satisfaga a todos los frentes.