Marco Herrera
Viajes
Excursión a los molinos de Consuegra, un paseo por el corazón de La Mancha
Marco Herrera
Lunes 2 de diciembre de 2019
ACTUALIZADO : Lunes 2 de diciembre de 2019 a las 6:54 H
3 minutos
Guía para disfrutar de una jornada en uno de los auténticos molinos manchegos
De entre los aspectos a destacar de Consuegra, uno, sin duda, es su horizonte lleno de molinos de viento. Molinos como los de Consuegra inspiraron a Miguel de Cervantes para el famoso episodio en el que Don Quijote confundió a estas construcciones con gigantes y luchó con vigor –y dolor– contra ellos. Los 13 molinos de viento fueron construidos en la primera mitad del siglo XIX y tienen nombres como "Chispas" y "Caballero del Gabán Verde", nombres que fueron tomados del libro de Cervantes. Actualmente, no desempeñan su función como molinos y se utilizan para fines turísticos.
Excursión
Consuegra se encuentra a mitad de camino entre Toledo y Ciudad Real, a unos 130 kilómetros de Madrid. Una vez llegas al pueblo, El Alfar es su parte más llamativa gracias a los molinos, y se encuentra a la salida de la localidad en dirección a la vecina Madridejos. Una vez llegues al Cerro del Calderico, encontrarás los doces molinos, cada uno con un nombre: Sancho, Rucio, Bolero y Espartero que aún conservan toda la maquinaria de cuando fueron construidos. Así como Chispas, Caballero del Verde Gabán, Mambrino, Clavileño, Alcancía, Cardeño, Mochilas y Vista Alegre que tienen un uso meramente turístico.
El molino Sancho tiene una importancia clave en la Fiesta de la Rosa del Azafrán, en la que se pone a funcionar su maquinaria del siglo XVI y con la ayuda del viento en sus aspas convierte el trigo en harina, en un acto simbólico conocido como la Molienda de la Paz. Todo El Alfar es una construcción típicamente manchega, conservando en su interior hornos, un museo con una exposición de artesanía y hasta restos romanos.
Una vez en los molinos te encontrarás con unas construcciones muy singulares, inspiradas en los molinos de viento establecidos en Holanda en el siglo XVI. En las plantas inferiores de los molinos se almacenaba en un silo el grano ya molido. En el segundo piso, también llamado "camareta", se ubica el cedazo, un gran tamiz dentro de un cajón para separar la harina del salvado. Y ya en la última planta se encontraba el moledero, que es donde el muro reduce su espesor proporcionando un espacio de mayor amplitud y se encuentra el conjunto de la maquinaria, cuyo elemento más llamativo es la rueda catalina. En la parte alta de ese muro se abren ocho ventanillos que servían al molinero para averiguar la dirección del viento y determinar así la orientación de las aspas.