Paula Buedo
Viajes
El pueblo a una hora de Madrid que parece la Capadocia turca
Este área fue descrito por el escritor Camino José Cela en su 'Viaje a la Alcarria'
Nuestro país está repleto de rincones con un encanto y una riqueza cultural nada desdeñables. Cuando sales de los grandes destinos más habituales y te dejas sorprender, puedes terminar en alguno de los innumerables pueblos tan especiales que esconde la España rural, que tan a menudo son olvidados e ignorados.
Una de estas estampas poco conocidas es Cívica, un conjunto urbano inhabitado situado en la carretera cm-2011. En el corazón de Guadalajara, esta especie de santuario excavado en la tierra no puede dejar indiferente a nadie.
Cívica se encuentra a mitad de camino entre Brihuega y Masegoso de Tajuña, en la Alcarria. Pasados los famosos campos de lavanda, esta aldea nos transporta a lejanas regiones con sus arcos, grutas, escaleras y cascadas erigidas sobre una pared de piedra blanca.
Camilo José Cela ya dio cuenta de este paisaje en su libro Viaje a la Alcarria, donde comparó la estampa con una aldea tibetana o una ópera de Wagner. Para otros, la imagen que se les viene a la cabeza es la Capadocia turca, con sus cuevas y rocas moldeadas en formas caprichosas y únicas.
Capadocia turca: Fuente: Big StockUna visita desde el exterior
Cívica se sitúa en una zona que, según los arqueólogos, lleva habitada desde la Edad Media. No obstante, hoy se trata de una aldea abandonada, aunque no por ello menos atractiva por sus cuevas y galerías excavadas.
Aunque Cívica tiene un aura antiguo y exótico, casi como salido de una novela de literatura fantástica ambientada en un mundo mágico y centenario, lo cierto es que la construcción de arcos y balaustradas fue llevada a cabo durante el siglo pasado por Aurelio Pérez, un sacerdote hechizado por la belleza del entorno que heredó las tierras.
Como ya hizo Justo Gallego con su peculiar catedral en Mejorada del Campo hasta su muerte en 2021, Aurelio Pérez también se lanzó manos a la obra sin tener ni idea de arquitectura. Esto no le impidió dar forma a un paisaje que hoy sigue sorprendiendo a quien pasa por allí. Él mismo talló y excavó las balaustradas, las escaleras y arcos que dan a este laberinto rocoso una atmósfera que recuerda a las formas de la Capadocia del corazón de Turquía.
Pese a todo, el conjunto lleva un tiempo abandonado, por lo que las escaleras y cuevas no se encuentran en buen estado. Esto, añadido a que se trata de una propiedad privada, hace que no esté permitido el acceso, aunque sí puede admirarse desde el exterior. Así, si se piensa hacer una escapada a Brihuega, merece la pena dedicar un momento a curiosear este entorno tan original.