Esto es lo que tienes que ver si viajas a Cuenca capital y los alrededores

La ciudad de Cuenca (Castilla-La Mancha) alberga en su casco urbano una mezcla de arquitecturas y estilos, cuyo conjunto histórico recibió el título Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1996. Edificios como la catedral o sus famosas Casas Colgadas, además del paisaje pintoresco que la rodea, han hecho de esta localidad un lugar atractivo para el turismo de interior. El río Huécar, que es afluente del Júcar, la atraviesa formando una singular hoz que configuran el entorno dotándole de una belleza característica y única en toda la Península.

Un poco de historia

El nombre del capital de la provincia que se denomina igual, proviene de la fortaleza que erigieron los árabes cuando se asentaron en este enclave. Se cree que la llamaron Conca, y su objetivo era controlar los accesos a la serranía conquense desde la atalaya. Las propias rocas de la hoz hacían a la vez de muralla natural.

La ciudad fue recuperada por el rey Alfonso VIII, que la sitió durante nueve meses logrando dejar sin víveres a sus habitantes. Al final, logró entrar el día 21 de septiembre de 1.177, festividad de San Mateo. Tras ser conquistada, su apariencia urbanística sufrió una transformación y los musulmanes ocuparon la zona de la Mangana, donde se conservó una mezquita.

Después, ya durante el siglo XV, Cuenca vuelve a experimentar nuevos cambios arquitectónicos al convertirse en una urbe con gran actividad industrial y expansión económica, por la producción textil y ganadera. Es la época del comercio de los paños y las alfombras, lo que trajo consigo toda una serie de entramado empresarial en torno a la lana, en la que se introdujeron tintorerías y tejedurías.

En el siglo XVII, se produjo un aumento considerable del precio de la lana, lo que redundó negativamente en la ciudad que comenzó a perder el comercio entorno a esta materia prima y a experimentar un declive importante. A lo largo de los siglos XVIII y XIX, sufre varios contratiempos y pierde destacables tesoros artísticos, aparte de sufrir un incendio. En la actualidad, está habitada por unos 50.000 habitantes, siendo uno de sus principales atractivos.

Casco histórico

La capital conquense posee en su casco histórico con varias edificaciones de valor. Sobresale la catedral de Santa María y San Julián, que data del siglo XII y en sus orígenes fue de estilo gótico. Se observan también elementos del renacimiento y el barroco, y hasta del neogótico en su fachada exterior. Otra edificación emblemática es el Ayuntamiento. Es de estilo barroco y fue levantado sobre tres arcos de medio punto. Según data en la fachada se construyó en el año 1762.

Las Casas Colgadas constituyen otra de las bellezas monumentales de esta ciudad, que son de origen gótico popular. En un principio toda la hoz del Huécar las tuvo, pero hoy día solo se conservan tres.

Del castillo musulmán y de su muralla son pocos los restos que quedan. Solo algunos fragmentos de la misma, dos cubos y un arco de la puerta de entrada, el arco de Bezudo.

Para conocer bien el casco urbano hay que callejearlo. Nos tendremos que adentrar en la calle de Alfonso VIII, que conduce a la Plaza Mayor. En esta calle se conservan casonas del siglo XVII ubicadas frente a las escaleras de la Plaza del Carmen. Destacan la Casa del Corregidor y la casa-palacio perteneciente a la familia de los Clemente de Aróstegui. También se pueden apreciar más casonas nobiliarias en la calle de San Pedro.

En el Barrio de San Martín, es necesario mencionar el conjunto de viviendas de carácter popular, con gran cantidad de callejuelas. Una de ellas conduce a los restos de la iglesia de San Martín de la que se conserva un ábside románico.

Otros monumentos de interés son la escultura del rey Alfonso VIII, de Miguel Zapata, y que se encuentra en los jardines de la Diputación; el antiguo Colegio de San José, que aún mantiene la estructura original de las casas-palacio conquenses; el Archivo Histórico Provincial, que albergó la sede del Tribunal de la Inquisición y después cárcel provincial.

Los alrededores

Los alrededores de Cuenca están repletos de lugares de interés. Está la conocida Ciudad Encantada, un paraje natural caracterizado por sus formaciones calcáreas de modelado kárstico, situadas en la parte meridional de la serranía conquense, cerca de Valdecabras. De camino a este paisaje se encuentra el Ventano del Diablo, que merece una parada por las espectaculares vistas que ofrece de la hoz del Júcar y de la Sierra.

A unos 80 kilómetros de la urbe nos topamos con otro espectáculo de la naturaleza: el nacimiento del río Cuervo. Este se precipita a través de unas cornisas dando lugar a formaciones pintorescas en forma de cascada creadas por el caudal del agua al caer. Otros espacios naturales de la zona son las Hoces del Cabriel o las Torcas de los Palancares.

Si nos apetece una visita más cultural podemos acercarnos a ver el parque arqueológico de Segóbriga, un yacimiento celta y romano situado en Saelices, en el cerro de la Cabeza de Griego. Los restos se encuentran bastante bien conservados, de modo que es posible hacerse una idea de cómo era la vida en la época.