Teresa Rey
Viajes
Trujillo, el pueblo de conquistadores más famoso de Extremadura
En este pueblo de Cáceres nacieron Francisco Pizarro y Francisco de Orellana, entre otros
En Trujillo nació Francisco Pizarro, el explorador que lideró una expedición en el siglo XVI que sería el inicio de la conquista de Perú. También es oriundo de esta población ubicada en Cáceres, provincia de Extremadura, Francisco de Orellana, quien además de realizar un viaje que contribuyó a descubrir el río Amazonas, participó igualmente en la conquista del Imperio Inca. Pero, la historia de este enclave extremeño, situado entre las vegas del río Tajo y Guadiana, muy vinculada a estos personajes ilustres al descubrimiento de América, tiene sus orígenes en épocas prehistóricas tal y como han demostrado algunos hallazgos arqueológicos.
Un repaso histórico
Después hay que remontarse a la época romana donde se ubicó el asentamiento conocido como Turgalium y luego la colonizaron los visogodos. Luego estuvo alrededor de quinientos años bajo dominación árabe lo que dio prosperidad al lugar. En el año 1232 fue conquistada por los cristianos, por el rey Fernando III. En el año 1430, será el monarca Juan II el que confiera a Trujillo el título de ciudad. En la época de los conquistadores, en el siglo XVI, experimentará un auge, ya que en ella nacieron además de los citados personajes relacionados con el descubrimiento de América, otros como Fray Jerónimo de Loaísa, primer Obispo de Cartagena de Indias, y Nuflo de Chaves, descubridor de Bolivia.
Como es de suponer esta historia tan prolífica ha provocado que a pesar del paso del tiempo la ciudad no deje de mostrar reminiscencias de épocas pasadas, gracias a la conservación de las dos zonas que la estructuran, por un lado la villa medieval con un claro decorado árabe, y por otro, la de urbe característica de los siglos XV y XVI.
La plaza e iglesias
Cuando visitemos la ciudad uno de los escenarios que más nos va a llamar la atención es su plaza mayor. De hecho, esta se estructura en torno a ella y en la que destaca la estatua ecuestre de Pizarro realizada en bronce. La forma de dicha plaza es rectangular y de estilo renacentista, además de estar rodeada en su mayoría por soportales. Antes, este espacio lo ocupaban los artesanos y comerciantes, pero luego se empezaron a construir palacios y casas señoriales, convirtiéndose en el enclave más importante de la villa durante el siglo XVI. Estas edificaciones pertenecían a los conquistadores y señores de la nobleza que se afincaron aquí.
Destacan a su vez distintas construcciones religiosas como las iglesias de San Francisco, Santa Clara y San Martín, la mayoría de ellas entre los siglos XIV y XVII. La iglesia Santa María la Mayor destaca porque se erigió sobre un edificio románico de finales del siglo XIII, y cuya torre oriental original aún se mantiene en pie, siendo unos de sus elementos más característicos. En su interior se pueden contemplar además las bellas bóvedas de crucería que abarcan tres naves. También contiene un retablo gótico obra de Fernando Gallego en 1480, considerado como uno de los mejores de Extremadura.
Además, hay varios conventos que poseen sus respectivos templos. Actualmente, por ejemplo el convento de Santa Clara alberga el Parador Nacional de Turismo de Trujillo.
Las casas palaciegas y el castillo
Las casas palaciegas abundan en Trujillo. Entre ellas tenemos el Palacio de los Duques de San Carlos, del siglo XVI, que presenta el típico balcón esquinado y el escudo de armas de la familia Vargas-Carvajal. El Palacio del Marquesado de Piedras Albas es una casona renacentista que da a la plaza, pero dentro de este entorno sobresale el Palacio de los Marqueses de la Conquista o del Escudo, que se construyó en 1570 a cargo de Hernando Pizarro. En su fachada se puede contemplar el escudo de Francisco Pizarro, además de elementos arquitectónicos expresados en su balcón esquinero con decoración plateresca y dos columnas abalaustradas.
Otras residencias de nobles son la Casa del Peso Real o de los Chaves Cárdenas, o el Palacio de Juan Pizarro de Orellana, del siglo XVI.
Es interesante visitar además la Casa-Museo de Pizarro, situada en la Plaza de Santa María del pueblo. Se trata de un espacio entorno a la figura del conquistador. Esta era su casa familiar por lo que el visitante podrá conocer cómo fue el primer escenario en el que se desarrolló su vida, mostrando aspectos diversos de su faceta como explorador por medio de objetos, muebles, documentos y recreaciones.
El último monumento que nos quedaría por ver es el castillo de Trujillo, que se construyó durante el dominio de los musulmanes (siglos IX y X). Está en lo alto de un cerro de modo que se puede ver desde muy lejos. Ha sufrido distintas remodelaciones a lo largo de la historia, como el foso que se añadió en el siglo XV, entre otras. Junto a esta fortaleza hay también otra de índole militar: las murallas. Estas rodeaban antaño toda la urbe, y si bien en sus orígenes había siete puertas, ahora solo se conservan cuatro, que sufrieron modificaciones durante los siglos XV y XVI.