Lola Santos
Lola Santos es redactora especializada en temas de alimentación, viajes y ocio.
… saber más sobre el autorFoto: Entrada a la bodega subterránea de Bodegas Ismael Arroyo-ValSotillo, en Sotillo de la Ribera (Burgos)
Miércoles 27 de mayo de 2020
ACTUALIZADO : Miércoles 11 de noviembre de 2020 a las 16:12 H
5 minutos
Foto: Entrada a la bodega subterránea de Bodegas Ismael Arroyo-ValSotillo, en Sotillo de la Ribera (Burgos)
Miércoles 27 de mayo de 2020
5 minutos
Soria, Burgos y Valladolid. El curso del río Duero por estas tres provincias castellanas ha dado lugar a la una de las grandes tierras vitivinícolas. Sus caldos son famosos en todo el mundo gracias a bodegas de renombre. Pero hay mucho más para ver y degustar. Nos acercamos a la Ribera del Duero para disfrutar del arte, la cultura y la gastronomía de esta tierra.
La Denominación de Origen Ribera de Duero abarca la zona comprendida entre la localidad soriana de San Esteban de Gormaz y Quintanilla de Onésimo, en Valladolid. Seguir esta ruta es sencillo pues la carretera N-122, en proceso de convertirse en la Autovía del Duero, discurre paralela al río.
San Esteban de Gormaz es una antigua ciudad medieval a la que se accede por un puente romano sobre el río Duero y donde podemos encontrar vestigios romanos y árabes. Su historia también está ligada al Cid Campeador y no podemos dejar de visitar la Iglesia de San Miguel, la iglesia románica más antigua de la provincia.
De su estrecha relación con el mundo del vino, San Esteban cuenta con cientos de bodegas, formando una complicada red de galerías comunicadas entre sí, con estrechas bajadas, respiraderos, bocinos y pasillos. La inmensa mayoría están excavadas en la roca y datan de fechas muy remotas.
Continuando nuestro camino, entramos en la provincia de Burgos. Antes de llegar a Aranda de Duero, tenemos dos paradas obligadas. Una visita merece el monasterio barroco de Santa María de La Vid, que cuenta con una biblioteca maravillosa, un museo de arte sacro y otro museo de monedas y medallas antiguas. A escasos ocho kilómetros de La Vid, nos encontramos la villa de Peñaranda de Duero, un precioso pueblo declarado Conjunto Histórico-Artístico y donde merece la pena visitar el castillo, la Plaza Mayor, la colegiata de Santa Ana y el palacio renacentista.
Si hay un plato tradicional para acompañar un buen vino de la Ribera del Duero, es sin duda el lechal asado. Podemos considerar Aranda de Duero la capital de este rico manjar, aunque en varios puntos de Castilla y León podemos disfrutar de un buen asado, donde el cordero lechal es Indicación Geográfica Protegida.
El casco histórico de Aranda de Duero está lleno de buenos asadores y en cualquiera de ellos podemos disfrutar de una buena comida y mejor bebida para reponer fuerzas. Eso sí, el paso por la ciudad castellana nos tiene que llevar a visitar sus bodegas subterráneas, de las cuales se puede hacer una visita guiada que nos permita conocer su historia. Bodegas Ismael Arroyo-ValSotillo ubicada en Sotillo de la Ribera (Burgos)La Iglesia de Santa María la Real y la Iglesia de San Juan suponen dos maravillosos ejemplos de arte gótico.
Desviándonos al norte encontramos, en la localidad de Gumiel de Izán, las Bodegas Portia (@bodegasportia_), cuyo edificio construyó en 2010 el arquitecto Norman Foster y que se ha convertido en todo un icono.
No es la única bodega con un diseño más moderno y vanguardista. Las Bodegas Protos (@bodegasprotosoficial) cuentan con un edificio que reinterpreta la construcción tradicional de las bodegas más tradicionales. Al pie del castillo de Peñafiel, nos encontramos con una de las bodegas más visitadas de toda la denominación de origen.
También podemos visitar las Bodegas Ismael Arroyo-ValSotillo, ubicada en Sotillo de la Ribera (Burgos). Considerada como una de las catedrales del vino, la bodega subterránea del siglo XVI es una prueba mas de la dedicación de esta familia a la elaboración del vino. Son 1200 metros cuadrados de galerías subterráneas excavadas en roca estando la galería principal horadada en piedra.
En Peñafiel encontramos un atractivo turístico por partida doble. El castillo de la localidad, que domina el paisaje, alberga también el Museo Provincial del Vino. Este castillo, cuya construcción se inició en el siglo X, es una fortaleza que se ha convertido en lugar de peregrinación para los amantes del vino. El museo recorre la historia y la cultura que rodea al vino, las técnicas de producción de este y donde es posible realizar una cata. Y no podemos dejar la localidad sin recorrer la Plaza del Coso.
Y, a lo largo de nuestro recorrido por la carretera, viñas por todas partes. Depende del momento de año que hagamos nuestra visita podremos encontrar el color verde intenso de las hojas, salteadas por el morado oscuro de los racimos si la vendimia se acerca o las ramas desnudas de las vides antes de ser sarmentadas. Entre las viñas, bodegas. Edificios de distintas épocas y estilos que albergan la magia que convierte el zumo de uva en vino. Podemos descubrir detalles del proceso si hacemos una visita a alguna bodega. La mayoría se pueden visitar y ofrecen catas de vinos. Eso sí, el viajero tendrá tantas opciones que no sabrá cuál de ellas elegir.