Petroglifos, dólmenes y castros conforman en Galicia un mapa mágico fascinante del más remoto pasado de los gallegos. Recorrerlos es una experiencia fascinante y absolutamente bella.
Un viaje a través de los inquietantes petroglifos, grabados rupestres hechos en piedra hace miles de años y cuyo significado para los estudiosos sigue siendo aún hoy un misterio. Dólmenes, las grandes y sorprendentes construcciones pétreas de los habitantes del neolítico. Y castros espectaculares castros que nos muestran como se vivían los fieros habitantes de Galicia, antes de la llegada de las poderosas legiones de Roma.
Todo un viaje emocional e histórico, lleno de sorpresas y descubrimientos.
Petroglifos
Los petroglifos, o grabados rupestres, son diseños simbólicos grabados en roca, realizados desgastando su capa superficial. Son grabados de hace miles de años y su significado para los estudiosos sigue siendo aún hoy un misterio, aunque sin duda es una primitiva forma de comunicación. Y Galicia guarda algunos de los mayores y más espectaculares yacimientos de Europa.
Ahí está para demostrarlo el petroglifo de Laxe dos Carballos. De él se dice que el ciervo más hermoso del mundo está en Galicia. Tiene más de 4.000 años pero conserva una esbelta figura. Es un grabado esculpido sobre la roca por un refinado artista del Neolítico. El ciervo es el protagonista de una escena de caza recogida en una gran roca de unos 60 metros cuadrados. El gran ciervo astado tiene un buen número de lanzas clavadas en su lomo como señal de castigo o muerte y además le han atado una cuerda alrededor del cuello. Junto a este aparecen, entre otros grabados, combinaciones circulares, alineaciones de cazoletas y otros ciervos.
Este es uno de los 80 petroglifos del Parque Arqueolóxico Rupestre de Campo Lameiro, la mayor concentración de grabados rupestres en toda Europa. Este conjunto de arte rupestre al aire libre ubicado en la localidad pontevedresa de Campo Lameiro, tiene una extensión de 21,8 hectáreas y alberga piezas de gran valor arqueológico e histórico.
El Parque Arqueolóxico da Arte Rupestre fue declarado Monumento Histórico Artístico desde el año 1974 y dispone de un espléndido centro de interpretación de 5.000 metros cuadrados con salas de proyección, exposiciones y una biblioteca. Además, en sus instalaciones se recrea también un poblado de la Edad de Bronce. Se trata de un espacio de carácter vivencial y participativo para toda la familia.
En Marin encontramos los petroglifos de Mogor, conocidos popularmente como Laberintos de Mogor, es una de las estaciones rupestres más reproducidas y analizadas de toda Galicia. Se encuentra en el lugar de A Barriada, situado en Mogor, una parroquia del ayuntamiento pontevedrés de Marín y, como el de Campo Lameiro, forma parte del conjunto de arte rupestre de Terras de Pontevedra.
Se compone de tres conjuntos de grabados rupestres visibles, aunque existieron en la zona hasta siete grupos rocosos con grabados. Constituyen una muestra excepcional del denominado Grupo Galaico de Arte Rupestre.
El motivo del laberinto, característico de los petroglifos de Mogor, es atípico en el conjunto del arte rupestre gallego, conociéndose sólo cinco ejemplos, todos ellos en la provincia de Pontevedra.
También en Pontevedra está Cequeril donde en los años veinte se descubrió un petroglifo tremendamente importante, el de Laxe dos Homes. En él podemos ver diferentes diseños antropomorfos que representan una figura femenina y otra masculina.
Hay diferencias en la composición y la mano de obra en comparación con las formas habituales de la época prehistórica, lo que sugiere la posibilidad de una cronología más reciente, aunque es posible que aprovecharán las tallas circulares primitivas. Este petroglifo forma parte del conjunto de petroglifos de Cequeril.
Dólmenes
Un dolmen, que en lengua bretona quiere decir "mesa grande de piedra", es una construcción megalítica consistente, por lo general, en varias losas clavadas en la tierra en posición vertical y una o más losas, a modo de cubierta, apoyadas sobre ellas en posición horizontal. El conjunto conforma una cámara y está rodeado en muchos casos por un montón de tierra de sujeción o piedras que cubren en parte las losas verticales, formando una colina artificial o túmulo, distinguible como marca funeraria.
Estas estructuras fueron construidas durante el Neolítico y el Calcolítico en el occidente de Europa, sobre todo en la franja atlántica y los que se pueden encontrar en Galicia son sin lugar a dudas de los mejor conservados y más representativos de todo el continente.
Para demostrarlo está el dolmen de Dombate, en la localidad coruñesa de Cabana de Bergantiños. Se trata de un monumento de época neolítica catalogado como tumba colectiva de corredor y es considerado como la "catedral del megalitismo" en Galicia.
Este túmulo se estableció en la primera mitad del cuarto milenio a.C., y la cámara a finales de esa misma época. Fue utilizado en diferentes épocas, entre el 3800 a.C. y el 2700 a. C., momento en el que fue abandonado.
El túmulo tiene 24 metros de diámetro y 1,80 metros de altura, y consta de una capa de tierra cubierta parcialmente por una coraza pétrea formada por piedras planas depositadas horizontalmente, que marcan el perímetro del emplazamiento, y piedras destacadas y bien emplazadas en el interior.
Se sospecha que originalmente, el túmulo cubría hasta la altura del corredor y que la parte más destacada o dolmen estaba a la vista.
El dolmen consiste en una cámara poligonal ancha formada por siete losas verticales y un corredor de tres tramos, bien diferenciado en planta y en sección. La entrada estaba cerrada con una losa vertical cubierta de piedras. Entre algunos de los bloques hay losas alargadas por el exterior, para así contribuir a cerrar el hueco. Las fosas en las que se sustentaban esas grandes piedras, alcanzaron profundidades de 140 centímetros en la cámara y 70 centímetros en el corredor.
En la coruñesa comarca del Barbanza se encuentra Riveira y allí el dolmen de Axeitos, también conocido como Pedra do Mouro
Esta construcción megalítica de la época neolítica está formada por los restos de una tumba de corredor con cámara y pasillo orientado hacia el este, que se ha fechado entre el 4000 y el 3600 a.C.
La construcción ocupa la parte superior de un montículo y posiblemente estuvo cubierta formando un túmulo cubierto por piedras. La cámara está conformada por ocho grandes losas verticales cubiertas por una única laja de piedra, consiguiendo una altura, en la actualidad, de dos metros. Los restos del corredor se limitan a tres piedras menores, pero en su conjunto el dolmen de Axeitos se presenta ante el visitante auténticamente espectacular.
Este Dolmen de Axeitos, preservado por un pequeño muro con puerta que lo rodea, es uno de los mejor conservados y también uno de los más hermosos. Además, es todo un ejemplo de conservación y mantenimiento del patrimonio histórico. Un lugar ideal para aquellos que disfrutan del patrimonio histórico y cultural de Galicia.
El dolmen de Cabaleiros, también llamado Casa da Moura, Casa dos Mouros o Couza do Cacheiro, es un monumento megalítico situado en la parroquia del mismo nombre perteneciente al municipio coruñés de Tordoia, en la comarca de Ordes.
Este magnífico dolmen rodeado de un hermoso pinar fue declarado en el año 1975 Monumento Histórico Artístico y la visita se antoja en este caso imprescindible.
Está sobre un túmulo de un diámetro aproximado de treinta metros y dos metros de altura. Consta el monumento megalítico de siete piezas sobre las que descansa una gran losa a modo de techo de 4x3,40 metros. La cámara es poligonal abierta con corredor orientado al este y en su interior la altura máxima es de 1,70 metros.
Los expertos han datado el dolmen de Cabaleiros o Casa da Moura en torno al tercer milenio antes de la era actual.
Su nombre de Casa da Moura proviene de una antigua leyenda que circulaba por la comarca, según la cual se vió cómo una bruja mora estaba tejiendo en su interior. En cualquier caso, por toda la geografía gallega se reparten dólmenes con nombres muy similares porque "mouros y mouras" son muy habituales en las leyendas autóctonas que tan interesante resulta siempre escuchar.
Castros
Un castro es un poblado fortificado, por lo general prerromano, aunque existen ejemplos posteriores que perduraron hasta la Edad Media en Europa y propios de finales de la Edad del Bronce y de la Edad del Hierro. La palabra castro proviene del latín 'castrum', que significa 'fortificación militar', de hecho de ahí viene la palabra española castrense que es lo relativo a lo militar.
Estos poblados fortificados que se empezaron a habitar desde el siglo VI a.C., carecen de calles que formen ángulos rectos y están llenos de construcciones de planta casi siempre circular. Las casas más antiguas eran sobre todo de paja y barro y las más recientes de mampostería. El techo era de ramaje, barro y varas largas.
Fundamentalmente, eran estancias únicas que se situaban en lugares protegidos naturalmente como alturas, revueltas de ríos, pequeñas penínsulas, cerca de fuentes y terrenos cultivables y en el límite entre estos y zonas más altas de pastoreo.
Además, los castros estaban protegidos por uno o más fosos, parapetos y murallas que bordeaban el recinto habitado, pudiendo tener en sus accesos un torreón que controlaba las vías de entrada al mismo. Así, en tiempo de conflictos, las gentes que vivían en campo abierto se trasladaban a estas construcciones, situadas en lugares estratégicos con el fin de garantizar su seguridad.
Un maravilloso ejemplo de castro gallego es el Baroña, situado en el municipio coruñés de Porto do Son. El asentamiento está construido en una península, estuvo ocupado en los siglos I a. C. a I d. C. y poseía dos murallas a su alrededor que protegían las viviendas de las que hoy se conservan veinte de planta circular u oval.
En el istmo que une el poblado al castro se excavó un foso de cuatro metros de ancho y tres de fondo que constituye la primera línea de defensa. A continuación hay una muralla consistente en dos muros de mampostería casi paralelos con un relleno de arena y piedras. Se piensa que originariamente continuaba hasta conectar con la muralla del poblado, creando así un espacio probablemente no ocupado con viviendas.
La muralla principal, bien conservada, cuenta con dos lienzos. Uno de ellos, a la derecha, consiste en tres muros de mampostería que suben gradualmente y el de la izquierda es semejante al del istmo. A la derecha de la abertura de entrada había un cubo defensivo y los muros se estrechaban, por lo que se supone que se cerraba con una puerta que no dejaría pasar los carros. Posiblemente, la muralla rodeaba el castro casi completamente.
La entrada al interior consiste en una rampa. La zona habitada se estructura en cuatro áreas. En la primera, a la izquierda hay una construcción en la que había un banco corrido o, según otra interpretación, un simple pilar caído. En ella se encontraban un fogón, un agujero para un poste y varias cazuelas de barro. El sector siguiente está separado por un muro, que tal vez servía para contener la tierra, y se pasa a él subiendo unas escaleras, las mejor conservadas de entre los castros gallegos.
Por su parte, el castro de Viladonga está situado en la localidad lucense de Castro del Rey y se levanta sobre una colina, a 535 metros sobre el nivel del mar, desde donde se domina visualmente gran parte de la comarca de la Tierra Llana, en la parte central de la provincia de Lugo. Este fantástico castro fue declarado en el año 2009 Bien de Interés Cultural por la Xunta de Galicia.
Los trabajos arqueológicos en el castro empezaron en 1971 y nos encontramos ante uno de los castros mejor conservados más conocidos y mejor conservados de Galicia, debido en gran parte a que desde el año 1983 cuenta con un in situ con un museo monográfico.
Ocupa una extensión aproximada de cuatro hectáreas intramuros, de las que 10.000 metros cuadrados corresponden a la parte más alta del castro, de forma cuadrangular irregular con ángulos redondeados.
La muralla principal es de mampostería de roca de esquisto y tiene una altura de entre 12 a 14 metros de cara al foso.
El yacimiento es un verdadero modelo formal de castro característico del noroeste, con varias murallas y fosos, que albergan dos antecastros o aterrazamientos y una amplia zona central. En este recinto principal es donde se encuentran la mayoría de las construcciones descubiertas hasta ahora: viviendas, corrales y almacenes y algún edificio de uso social o comunal, todo ello formando conjuntos a modo de barrios en torno a dos calles principales y un camino paralelo a la muralla.
Las estructuras defensivas y habitacionales, así como los muy abundantes materiales que continuamente proporciona este yacimiento arqueológico y que se exponen de manera selectiva en su museo anexo, evidencian que el Castro de Viladonga tuvo un asentamiento u ocupación duradero y especialmente importante sobre todo entre los siglos II y V de nuestra era, lo que lo convierte en un sitio clave para conocer, estudiar y comprender la evolución del mundo de los castros y del ámbito rural en esta etapa.
El imprescindible castro de Santa Tecla, Santa Trega en gallego, se encuentra en el contorno del monte del mismo nombre, a 341 metros de altitud, en la localidad pontevedresa de La Guardia, en un lugar privilegiado desde el que se domina todo el contorno de la desembocadura del Miño, la mejor panorámica castreña entre dos países.
Es posiblemente el más emblemático y visitado de los castros gallegos. Fue declarado Monumento Histórico Artístico Nacional en el año 1931 y también tiene la consideración de Bien de Interés Cultural.
En varias de las rocas del monte de Santa Tecla se encuentran petroglifos elaborados 2.000 años antes de la ocupación del castro, por lo que, según la tesis mantenida por Antonio de la Peña Santos, director de las últimas campañas de excavaciones sistemáticas en la década de los ochenta, tuvo una ocupación continuada entre los siglos I a. C. y el siglo I d. C., y a partir de ese momento comenzó un lento proceso de abandono.
Si bien se trata de un poblado castreño-romano el sistema constructivo refleja unas técnicas de construcción muy respetuosas con la tradición castreña con predominio casi absoluto de construcciones circulares frente a las rectangulares y urbanísticamente poco influenciado por la presencia romana .
El castro de Santa Tecla, está delimitado por una sencilla muralla que acoge una extensión de terreno con unos ejes máximos de 700 metros de norte a sur y 300 metros de este a oeste. Si bien estas dimensiones no están debidamente confirmadas y la visión actual que se tiene del yacimiento está supeditada a las sistemáticas empleadas en su estudio arqueológico. En el caso de que posteriores estudios confirmen estas dimensiones estaríamos en presencia de uno de los mayores castros de todos los encontrados hasta ahora tanto en tierras gallegas como del norte de Portugal.
En el diseño de la muralla parece primar una función de delimitación del terreno respecto a su entorno, frente a las funciones defensivas o disuasorias. La muralla fue realizada en cantería trabada con barro, no sobrepasa los 160 cm de grosor máximo, carece de cimentación y de momento no se han encontrado accesos interiores como escaleras o rampas.
Por su parte, casi todas las cabañas tienen plantas circulares u ovaladas y no comparten paredes medianeras salvo contadas excepciones. También son excepción las pocas cabañas con planta rectangular y estas presentan, en su mayoría, esquinas en arco.
El grosor de sus paredes suele ser bastante uniforme, sobre 40 cm de media, y con un mejor acabado cara al exterior. La gran mayoría son de pequeñas dimensiones. Se asientan directamente sobre la roca madre y sus muros estarían recubiertos con un mortero de cal y arena.
En el interior, algunas cabañas presentan bancos adosados y el pavimento en algunos casos es de tierra pisada y en otros de losa. En muchos de los umbrales de entrada se pueden ver los goznes, los agujeros en los que se ajustarían las puertas.
En relación al sistema de techado la teoría tradicional que defiende una cobertura con tejado cónico sustentado por un poste central ,pero esto no se encuentra refrendado por los hallazgos arqueológicos puesto que no se ha encontrado el agujero para fijar el poste central y en ese lugar central se acostumbra encontrar lares para encender fuego.
Por lo que al museo del castro se refiere, los hallazgos arqueológicos encontrados durante el primer cuarto del siglo pasado comenzaron a ser expuestos en un local de La Guardia, germen del museo que años más tarde se abrió en la cima del monte, después de que en 1943 la Sociedad Pro-Monte adquiriese un edificio en la parte alta del monte que había sido diseñado por el arquitecto gallego Antonio Palacios para su uso como restaurante. Y a este edificio se trasladaron las piezas encontradas en las excavaciones que configuraron el actual museo, inaugurado en. el año 1953 con la presencia de los arqueólogos que asistieron al III Congreso Nacional de Arqueología.
Antonio Castillejo es abogado y periodista. Comenzó su carrera profesional en la Agencia Fax Press dirigida entonces por su fundador, Manu Leguineche, en la que se mantuvo hasta su desaparición en 2009. Especializado en información cultural y de viajes, desde entonces ha trabajado en numerosos medios de prensa, radio y televisión. Actualmente volcado con los mayores en 65Ymás desde su nacimiento.