Mariola Báez
Viajes
Cinco de las villas marineras más bonitas de España
Muchas se concentran en el norte pero hay pequeñas joyas repartidas por toda la costa española
Tenga o no, aquí la playa no importa demasiado, porque son localidades donde el puerto pesquero sigue marcando la vida de sus habitantes y de quienes se acercan a visitarlas. Hablamos de villas marineras, donde el turismo gana presencia, pero la pesca sigue siendo actividad significativa. Calas entre acantilados, espolones ganados al mar a pulso, o rías que se funden con el agua salada formando puertos naturales… Conocerlas es siempre una bonita experiencia que suele ir acompañada de una excelente gastronomía, sin duda, un atractivo más del viaje.
Las únicas condiciones para una escapada perfecta a uno de esos lugares que han sabido conservar su origen marinero, es que te guste respirar hondo el olor a salitre y que te encante el ajetreo de la entrada y salida de los barcos unidos al trajín de una lonja. Si te apetece el plan, aquí tienes algunos destinos que nunca defraudan
Cudillero (Asturias)
En la costa occidental del Principado (@TurismoAsturias) esta villa declarada Conjunto Histórico – Artístico, ofrece una estampa que atrapa a primera vista y que ha hecho que cada año sean más los que se acercan a conocerla. Pintoresco como pocos, el pueblo escala por la ladera de una colina, creando un entramado de callejuelas empinadas y casas de fachadas de llamativos colores. Como no podría ser de otra manera, todas miran al mar, a la rampa del muelle antiguo, por el que suben y bajan las barcas con el esfuerzo de los pescadores. Su plaza central, repleta de bares y tabernas, ideales para saborear 'lo que llega' con un buen vaso de sidra, forma parte de su atractivo y como lugares cercanos de interés: el faro, la coqueta ermita del Humilladero y el Palacio de Selgas son imprescindibles.
Bermeo (Vizcaya)
La tradición ballenera de siglos pasados todavía se palpa en este puerto pesquero que sigue siendo uno de los más importantes del País Vasco (@i_Euskadi). La costa de Bermeo forma parte de la Reserva de la Biosfera del Urdaibai y tanto la zona portuaria como el casco antiguo son una delicia para el paseo. Las casas coloreadas suben por la falda del Monte Sollube, en perfecta armonía con el azul oscuro de este mar y con el verde de la montaña, puro Euskadi. Hay que visitar la Torre Ercilla, donde se encuentra el Museo del Pescador, la hermosa iglesia gótica de Santa Eufemia y el antiguo casino. Luego, toca empaparte de la esencia del puerto y de todo su encanto. Los paisajes costeros cercanos son magníficos. Como ejemplo, a escasos 8 kilómetros se encuentra la espectacular ‘isla’ de San Juan de Gaztelugatxe, con su ermita y el famoso puente que la conecta con la costa.
Castro Urdiales (Cantabria)
Castro Urdiales es una preciosa ciudad abierta al Cantábrico con más de 2.000 años de historia. Su puerto, antaño uno de los más importantes de la costa cántabra en la pesca de ballena, se muestra hoy tranquilo, aunque con la actividad justa para que cualquiera que lo visite palpe la realidad de la vida cotidiana de los pescadores. La estampa que crean el antiguo castillo, hoy también faro, la espléndida iglesia gótica de Santa María de la Asunción y la antigua ermita de Santa Ana, con el puente medieval que parece adentrarse en el mar, hacen que cueste abandonar el puerto y sus barcas de colores que esperan la llegada de una nueva jornada. Hay que hacerlo, porque dejando atrás el barrio de los marineros descubrirás el espléndido casco antiguo medieval de Castro, incluyendo una parada en las típicas tabernas de su bonita plaza mayor.
O Barqueiro (A Coruña)
Este típico pueblo de la Galicia más marinera (@Turgalicia) es una pequeña villa que rebosa autenticidad y encanto. Se encuentra en la ría de la que toma el nombre, en la desembocadura del río Sor, próximo a Estaca de Bares, el punto donde el Oceáno Atlántico y el Mar Cantábrico se dan la mano. Coqueto y recogido, el puerto resguarda barcas, redes y aparejos, mientras las casas blancas vigilan atentas trepando por la colina. El paisaje cercano, en el que destaca la barra natural de arena que conecta la ría Do Barquerio con el curso bajo del Sor, es realmente bello. La villa marinera, por su parte, te ofrece tranquilidad, contacto directo con ese mar omnipresente y una gastronomía que conquista a los paladares más exigentes.
Agaete (Gran Canaria)
Es solo un ejemplo de que no solo el norte de España está salpicado de pueblos encantadores repletos de sabor a mar. En la costa levantina y también al sur, en Andalucía pequeños puertos y barrios marineros atrapan al visitante, al igual que ocurre en numerosas localidades de las islas Baleares y Canarias. Como muestra, la villa de Agaete, pese al incremento del turismo y a la llegada de grandes barcos a su puerto, sigue manteniendo su esencia marinera. En el norte de Gran Canaria (@turismogc), las casas blancas del coqueto pueblo destacan entre los oscuros acantilados rocosos de origen volcánico, creando un paisaje único. La pesca autóctona sigue siendo actividad principal para deleite de todos los que se acercan a probar algunos de los platos de la gastronomía local.