La Organización Mundial de la Salud (@opsoms) pretende que tomemos conciencia de que el cambio climático nos afecta a todos y que todos podemos contribuir. Como dice su directora de Salud Publica, la Dra. María Neira, tenemos que llevar hasta el gran público el convencimiento de que el efecto invernadero, por ejemplo, va a tener consecuencia directa en nuestra salud y va a influir en el asma, o en el incremento de las alergias... Y pone un ejemplo de planificación como el de Londres, que en el siglo XIX era la ciudad del smog, de la polución, del ambiente irrespirable, y hoy es una ciudad limpia. Pues hay que exigir eso mismo en todas las latitudes. Porque es posible un desarrollo limpio. Tenemos que ser conscientes de que la energía que consumimos tiene un coste en salud, y que se cometen muchos excesos y muchos abusos. Y no se trata de perder bienestar, sino de prevenir problemas de salud que son perfectamente evitables...
Las ciudades exigen ya una mejor calidad de aire, porque empiezan a reconocer que ahí se juegan su futuro. Hay un ejemplo claro: "El día que la abuela entienda y comprenda que dejar encendida la bombilla tiene relación con el asma de su nieto, empezará a ser más exigente". Es que no nos damos cuenta –declaró la Dra. Neira– de la intima relación que hay entre el medio ambiente y la salud. Somos cada uno de nosotros los que tenemos que tomar esa conciencia. Y no seguir con la misma idea de que desarrollo es llenar las ciudades de coches y el despilfarro de energía.
Cada uno podemos unir nuestro esfuerzo por mejorar nuestro ambiente y por tanto, mejorar nuestra salud. Ser conscientes de que ese medio ambiente contaminado puede ser la causa de nuestro infarto, de nuestra angina o de nuestro ataque cerebral. No abusar de la energía, producir menor residuos, reciclar...
La directora de Salud Pública de la OMS comentó sobre el ama de casa: "Revise el armario de los productos de limpieza y elimine unos cuantos, quédese con el 10 por 100. Cada uno por su lado no es un riesgo, pero combinados, sí. Y puede acudir a los productos que se usaban antes, que tienen eficacia y no ensucian el medio. Recuerde que hasta hace muy poco el agua, el jabón, la lejía, el vinagre eran los exponentes de la higiene casera. ¿Por qué ahora no?".
Y otro tema de interés: como muchos artículos de uso común o de abrigo, nos cuestan ahora más baratos, no los cuidamos los suficiente. Usar y tirar implica mayor fabricación produciendo más gasto de recursos y con mayor coste ambiental. Y esa idea debe inculcarse a los más pequeños para que vayan acostumbrándose al cuidado del entorno.
Recuerde estas medidas
- Evite el uso de bolsas de plástico. Reutilice una de tela.
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La ducha ahorra mucha agua en relación al baño. Ya se ha hecho clásico el desperdicio de agua que supone lavarse los dientes con el grifo abierto.
- El horno gasta muchísima más energía que el microondas. Así que siempre que pueda, utilícelo.
- Espere a que el lavavajillas esté lleno para ponerlo en marcha. Y lo mismo, la lavadora.
- Aunque parezca mentira, si tapa las ollas mientras cocina puede ahorrar hasta la cuarta parte de energía.
- Acostumbre a todos los de la casa a apagar las luces cuando no sean necesarias. Apague los aparatos electrodomésticos. El televisor y el ordenador cuando están en "stand bye" (apagados con el piloto rojo) también consumen energía. Utilice para la iluminación bombillas led. Consumen menos y duran más.
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No meta alimentos calientes en el frigorífico. Por cierto, conviene limpiarlo por la parte de atrás por lo menos una vez al año.
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Evite el goteo de los grifos. Una gota por segundo son 30 litros al día.
- Consuma productos de temporada y de cercanía. El organismo aprovecha igual un kiwi asturiano que uno de Nueva Zelanda. Y ese transporte, y su repercusión, puede evitarse. Compre frutas y verduras de estación.