Mónica Ramos Toro
Opinión

Acabar con lo interminable: violencia de género contra mujeres mayores

Mónica Ramos Toro

Sábado 25 de noviembre de 2023

10 minutos

Acabar con lo interminable: violencia de género contra mujeres mayores. Foto: Bigstock

Sábado 25 de noviembre de 2023

10 minutos

Empecemos por el final: la violencia de género contra las mujeres mayores acontece bajo varias capas de invisibilidad, exclusión e infravaloración por parte de la sociedad y de las administraciones. Las mujeres mayores que sobreviven a las diferentes formas de violencia de género la sufren durante periodos muy prolongados y ni los recursos públicos ni la sociedad han generado mecanismos para apoyarlas y acompañarlas. ¿Es posible acabar con lo interminable? La tarea parece ‘imposible’ porque la Violencia de Género (VdG) sólo ha irrumpido en las narrativas públicas y en la política desde los años 90 del siglo XX y las mujeres sobrevivientes más invisibilizadas -mujeres mayores, migrantes, racializadas, con discapacidad, con escasos recursos económicos…- están a la cola de las prioridades. Pero, siguiendo a Jacques Derrida, nuestra tarea es, precisamente, “lo imposible”.

Vayamos al principio. En España, ocurrió lo ‘imposible’ en 1997. Una sociedad concentrada en ‘otros’ menesteres se vio atravesada hasta el tuétano tras el asesinato de Ana Orantes (60 años) en diciembre de ese año. Ana fue asesinada por su expareja tras haber acudido a un programa de televisión en el que contó los malos tratos sufridos durante décadas. Este hecho hizo despertar a la sociedad española ante un problema que se había mantenido silenciado como una cuestión privada y doméstica. A partir de esa fecha se iniciaron los trámites para elaborar una ley nacional sobre la VdG conocida como Ley Orgánica 1/2004, 28 Diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género en la que se define como: «la violencia que se ejerce sobre las mujeres por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia, categorizándose de este modo la violencia bajo la cual las víctimas son las mujeres y los únicos victimarios son los hombres que sean o hayan sido su pareja sentimental». Gracias a esta Ley pionera en el mundo, la VdG se saca definitivamente del ámbito doméstico, y se convierte en un problema social. A partir de esta fecha se han aprobado diversas leyes autonómicas e incluso municipales para legislar ampliamente sobre medidas que permitan combatir esta lacra social.

Poco antes, en términos históricos, en 1993, en la II Conferencia Mundial de Derechos Humanos de Viena, se consideró por primera vez en la historia contemporánea la violencia contra las mujeres como una violación de derechos humanos. Fue un gran logro de los movimientos de mujeres en todo el mundo. Lo imposible comenzaba a acontecer sin freno. En esa misma fecha, la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer define la violencia de género como: «cualquier acto basado en el género que produzca o acabe produciendo resultados de daño físico, psíquico o sexual o sufrimiento en la mujer, incluyendo amenazas de tales actos, coacción o privación arbitraria de libertad, ocurriendo todo esto tanto en el ámbito público como en el privado». Esta violencia constituye para las mujeres un claro obstáculo para el libre ejercicio de sus derechos.

Y ya en 1995, la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en Beijing, concluye en su Plan de Acción que la violencia contra las mujeres es un impedimento para la consecución de los objetivos de igualdad, desarrollo y paz en todas las regiones del mundo, por lo que es necesario desarrollar medidas orientadas a promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres a escala global. Sin embargo, hubo que esperar 16 años a que en la Unión Europea se firmara el Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres de Estambul (2011) en el que se recoge la VDG como la manifestación más extrema de la desigualdad existente entre hombres y mujeres.

Lo posible es la Violencia de Género. De hecho, la violencia contra las mujeres es endémica en países de todo el mundo, sin distinción de clase, etnia, edad, religión, etcétera. Asimismo, por sus cifras alarmantes y las graves secuelas que provoca en las mujeres, constituye un problema de salud pública que merece una atención prioritaria y especializada por parte de las administraciones públicas, las ong’s, pero también por la sociedad en su conjunto. 

La violencia de género se produce en una sociedad patriarcal que mantiene un sistema de relaciones de género –concepto clave- que perpetúa la superioridad de los hombres sobre las mujeres y asigna diferentes roles y espacios en función del sexo. Por ello, la explicación de la VDG en la relación de pareja/expareja tiene que ver con la estructura patriarcal de la sociedad. Y nos permite entender que los malos tratos, no son siempre agresiones físicas, ya que el objetivo no es causar la lesión inmediata, sino el control y sometimiento de las mujeres sobre las que se ejerce la violencia.

Las causas específicas de la VdG hunden sus raíces en el contexto sociocultural de la discriminación sistemática que sufren las mujeres y cualquier estrategia para erradicarla pasa, por confrontar las creencias culturales y las estructuras sociales que la perpetúan. Y, en esa clave, no nos podemos conformar con lo ‘posible’. Para ello, resulta imprescindible conocer la dimensión real de la VDG que acontece en la densa niebla de lo privado o de las jerarquías sociales de la invisibilidad. Si no conocemos la magnitud del problema seguirán quedando colectivos de mujeres invisibilizados, como es de las mujeres mayores, sobre las que se dispone de menos información, por lo que se trata de un maltrato más invisible y silencioso.

En estos últimos 30 años se ha avanzado mucho, pero queda, entre otras tareas, encarar lo ‘imposible’. No todas las VdG han sido visibilizadas ni atendidas de igual manera. Los convenios, declaraciones y protocolos suelen dejar de lado, entre otras, la VdG contra las mujeres mayores. Como destaca el filósofo Silvano Petrosino, gran estudioso de Derrida, habitamos un mundo dominado por los ‘protocolos’, donde «a menudo nos hacemos insensibles ante la sorpresa de un posible que ya únicamente pensamos a través del cálculo y la previsión».

Desde UNATE y la Fundación PEM, cada 25N ponemos el foco en la violencia de género contra las mujeres mayores, porque si a todo lo señalado añadimos que vivimos en sociedades edadistas que discriminan a las personas por el hecho de ser mayores, las mujeres mayores se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad ante este tipo de violencia -al igual que otras mujeres que sufren otros tipos de discriminación: por discapacidad, ser inmigrante o disponer de escasos recursos económicos-. Esto hace que sea un maltrato más oculto para el conjunto de la sociedad y las administraciones públicas que no encaja en los ‘protocolos’ actuales, que no se prevé y que, por tanto, ni se previene ni se acompaña, una vez que sucede.

Si nos centramos en la violencia machista ejercida por la pareja/expareja contra mujeres mayores hay múltiples factores que la invisibilizan y que contribuyen a que, para las mujeres mayores, sea mucho más complejo salir de estas relaciones de violencia. Entre ellos destacamos, la escasez de estudios cuantitativos de incidencia y/o prevalencia, pero también cualitativos que nos permitan conocer la dimensión real, sobre todo en el caso de mujeres que superan los 80 años; la falta de servicios, prestaciones, medidas específicas dirigidas a las mujeres mayores o la ausencia de campañas de sensibilización y publicitarias que utilicen imágenes o historias de mujeres mayores como posibles víctimas de violencia de género, entre otros. Asimismo, hay una serie de factores relacionados con la socialización de género de las mujeres mayores que también afectan directamente a su invisibilización, como por ejemplo: la aceptación de los imperativos culturales y religiosos sobre lo que significa e implica el matrimonio como “algo para toda la vida”; la naturalización de la dominación del hombre en la relación de pareja, lo que distorsiona el umbral de tolerancia a la violencia, convirtiéndolo en lo “normal”; la presión del entorno familiar para ser la cuidadora del marido si está en situación de dependencia, aunque siga infligiendo malos tratos; la elevada dependencia económica con respecto a los maridos/parejas o unas historias de malos tratos que se extienden durante décadas y que las lleva a desarrollar sentimientos de vergüenza, miedo, a sentirse juzgadas o culpabilidad.

Todos estos factores contribuyen a una falta de auto-reconocimiento de las mujeres mayores como víctimas/supervivientes de violencia machista, lo que dificulta que pidan ayuda, se separen o denuncien. Y también contribuyen a que los/as profesionales, personas cercanas y la sociedad en su conjunto sigan sin prestar la suficiente atención a esta grave problemática cuando se refiere a las relaciones de pareja en la vejez. La tarea parece ‘imposible’, pero hay muchas supervivientes trabajando para que no lo sea y hay algunas entidades e instituciones -aún pocas- que dedican tiempo y recursos a ello. De hecho, sabemos que se han conseguido avances que debemos consolidar. Desde al menos 2015, se están dando algunos pasos por parte tanto de administraciones públicas, como desde entidades que trabajan en igualdad y con personas mayores, para visibilizar y atender las violencias que se ejercen contra las mujeres mayores, especialmente la violencia de género en relaciones de pareja/expareja.

Desde UNATE y la Fundación PEM, entre nuestras prioridades, llevamos a cabo acciones formativas y de difusión sobre la violencia de género que se ejerce contra las mujeres mayores, así como trabajamos fundamentalmente en su detección e intervención en colaboración con entidades de todo el territorio nacional. En los últimos 3 años hemos volcado importantes recursos para abordar este tipo de violencia:

La voz de mujeres mayores supervivientes de violencia de género

Ante la carencia de orientaciones para la intervención con mujeres mayores que sufren violencia de género, queremos poner en valor la Guía que acabamos de publicar en noviembre de 2023 junto a la Fundación Luz Casanova sobre “Experiencias compartidas sobre la intervención con mujeres mayores supervivientes de violencia de género”: Un documento dirigido a entidades, profesionales y personas interesadas en la intervención con mujeres mayores supervivientes de violencia de género en la que ponemos el acento en la necesidad de:

  • Visibilizar a las mujeres mayores víctimas de violencia.
  • Crear espacios seguros y de confianza en los que poner a la mujer en el centro de la intervención.
  • Coordinar la intervención entre los diferentes recursos basada en cada realidad.
  • Acompañar a las mujeres en la creación de su propio relato.
  • Incorporar un enfoque interseccional.
  • Incorporar la mirada de trabajo con los familiares, específicamente con los hijos e hijas.
  • Diseñar y adaptar nuestras intervenciones a sus ritmos, lenguajes, necesidades y deseos.
  • Favorecer y fomentar la presencia de las mujeres mayores en espacios de deliberación y toma de decisiones.
  • Formar a profesionales sanitarios, de servicios sociales, igualdad, violencia, trabajo social, educadores/es, dinamizadores, etcétera.

Ha llegado el momento de que las mujeres mayores sean una prioridad para las políticas de igualdad y el abordaje de la violencia de género, no hacerlo de manera decidida es claramente una conculcación de sus derechos y una discriminación que no podemos seguir permitiendo. Lo posible es que este estado de cosas continúe por mucho tiempo, hasta que una noticia o un suceso agite la conciencia silente. Pero queremos ir más allá, queremos un “esto se acabó” de la violencia aparentemente interminable a la que están sometidas muchas mujeres mayores. ¡Lo vamos a conseguir!

Sobre el autor:

Mónica Ramos Toro

Mónica Ramos Toro

Mónica Ramos Toro es geroantropóloga feminista. Coordinadora técnica de UNATE-La Universidad Permanente y Fundación Patronato Europeo de Mayores (PEM).

… saber más sobre el autor