Ramón Sánchez-Ocaña
Opinión

La adicción al poder

Ramón Sánchez-Ocaña

Lunes 19 de junio de 2023

6 minutos

La adicción al poder

Lunes 19 de junio de 2023

6 minutos

¿Crea adicción el poder? ¿Hay realmente una psicopatología del poder? ¿Quien accede al poder y se mantiene en él cambia realmente de manera de ser?

Quede claro que no vamos a referirnos a personas concretas, aunque evidentemente se puedan reconocer rasgos de uno u otro personaje. El estudio fue realizado por el Dr. D. Rafael González Mas, que ha sido presidente de la Sociedad Europea de Biosociología.

Un primer punto que debe aclararse es que el síndrome de adicción al poder se presenta con mas frecuencia y con mayor intensidad entre quienes acceden a altos niveles de poder de forma rápida e inesperada y, en muchas ocasiones, gratuita.

Según nos contaba el Dr. González Mas se distingue claramente quien llega al poder tras una larga batalla profesional. Y debe añadirse que esa adicción o ese cambio cuando se llega al poder, aunque no se puede generalizar, no es inusual.

Quienes se “estrenan” en el poder aparecen pronto con una serie de síntomas muy curiosos.

Por ejemplo, desarrolla un exceso de humor, una alegría desproporcionada, una arrolladora locuacidad... Es frecuente oír las risotadas, sobre todo cuando está entre sus amigos o colaboradores. Y desde el plano exclusivamente técnico, desarrolla “clínicamente” lo que podría llamarse hipertimia, una exaltación del estado de ánimo, un exceso de euforia que lleva a situaciones de irritabilidad afectiva. Eso conduce a un deterioro de la capacidad crítica para consigo mismo. Y por eso, tiene cambios repentinos y a veces violentos del estado de ánimo que pueden alterar sus relaciones personales e incluso familiares, nos comentaba el Dr. González Mas

Y como curiosidad, hay que señalar que es justo en ese momento cuando una serie de amigos –no los que tienen acceso directo a él– empiezan a comentar que se le ha subido el poder a la cabeza. Y suenan los adjetivos de prepotente, engolado o endiosado. Precisamente por esa misma pérdida de capacidad autocrítica rechaza sugerencias y advertencias alegando que nadie tiene tanta información como él. Y de aquí surge uno de los rasgos más curiosos: nombra colaboradores a gente que sintonice anímicamente con él. Sintonía anímica, no ideológica o de eficacia. Busca una sintonía que comprenda los altibajos y que los justifique.

 

El regreso de los charlatanes

Superioridad

Uno de los rasgos más claros –comentaba el doctor– es que muestran una cierta rigidez mental o de incomprensión, con sentimientos de superioridad y clarividencia, con autoritarismo. Empiezan a creerse que saben mucho más de lo que saben. De ahí que lleguen a aceptar misiones o cargos para los que no tienen ni conocimiento, ni experiencia. Claro, de ahí surgen los conflictos con expertos que de ellos dependen y a los que coartan o enmudecen

Es cuando además empiezan a tejer proyectos faraónicos, antieconómicos o ineficaces, que a veces llegan a realizar solamente por un afán de afianzamiento de la personalidad que busca impresionar al público y vencer a su antecesor. 

Y es curioso: se entrometen en campos del conocimiento que siempre les resultaron desconocidos: opinan sobre arte, sobre filosofía, sobre cualquier tema y con respuestas y descalificaciones radicales.

Rejuvenecimiento

Uno de los “síntomas” más comunes es que quien tiene el poder se siente anímicamente rejuvenecido. Y el paso siguiente es la disminución de las inhibiciones. Por eso, piensa enseguida en modificar su imagen. Cambia de gafas, de peinado, de vestuario. Surge un “donjuanismo” curioso y no es infrecuente el cambio de pareja. Y González Mas decía que en muchos casos se llega a la obsesión por la imagen exterior. Se compra la ropa de grandes marcas o se va a los sastres más conocidos. Comienza la ida a gimnasios y saunas (o se mandan construir), cambia el despacho, cambia el mobiliario de su oficina o de su domicilio

Además, esa disminución de las inhibiciones les lleva a sobrevalorar su propia valía, su capacidad de rendimiento , y así llegan al absurdo que se ha planteado tantas veces de considerarse jueces o árbitros de temas y situaciones que son absolutamente ajenas a sus conocimientos.

Otro aspecto que tiene interés es que se observa un incremento de los goces sensuales, especialmente para comidas y bebidas, con tendencia a eso que podemos llamar “impulso ocupacional”; es decir a la dedicación permanente al trabajo, identificando ocupación con eficacia

Dolencias fisicas

Hay también una serie de rasgos que podríamos llamar fisiológicos y que caracterizan esa adicción al poder. Por ejemplo, hay una mayor viveza de reflejos porque hay una mayor tensión emocional, hay mayor estrés. De ahí que haya una elevación de la tensión arterial y del pulso. En muchas ocasiones surge bulimia. También se produce una alteración en el ritmo de vigilia y sueño, y un incremento momentáneo de la libido con aumento de peso.

Pero no siempre es así. A veces, junto a estas actitudes persisten recelos y sentimientos de carácter negativo; surgen ideas de incapacidad, de temor al fracaso, ansiedad por el futuro, o cual crea un cierto tipo de resentimiento, con idea de que se ven desdeñados o postergados. Y por eso componen todo un catálogo de armas defensivas a través del gregarismo institucional y de agresividad contra los que considera sus adversarios.

Un último rasgo es que empiezan a tener dificultad para exponer sus emociones, lo cual va separándolos del entorno. Se encastillan y se aíslan.

El drama de perder el poder

El cese, esperado o no, no cabe duda de que representa cuando menos un pequeño trauma.

“Salvo excepciones es una durísima agresión psicológica. Y si el poder se había alcanzado rápidamente entonces es muchísimo mayor“, precisa el Dr. Gonzalez Mas.

Se puede definir el síndrome del cesado, es decir, la pérdida del poder. En principio, se advierten trastornos de la personalidad, de tipo melancólico con autoinculpación y con una extrema facilidad para llegar al agotamiento y al cansancio. Contrasta con la vitalidad de cuando tenía el poder. Hay idea de culpa y de autorreproche que acaba extendiendo a los demás. Ya no es culpa solo de él, sino del grupo, lo que da origen a ideas vindicativas y de revancha.

Un aspecto interesante es que hay más culpables que uno mismo. Quien pierde el poder se autodefiende diciendo que no podía actuar de otra forma. Y quizá el signo más claro de la pérdida de poder es la desmotivación, el desaliento, un ”estar de vuelta“ de todo o casi todo y con el convencimiento de que los demás no han sabido o no han podido comprender la gestión. Se sienten entonces temores por la salud personal y, sobre todo, molestias en el aparato digestivo y locomotor.

En poco tiempo, empezará a organizar las cosas para recuperar el poder o una cota de él, y a pensar que con la experiencia que tiene no le va a volver a pasar aquello y aquello... en lo que necesariamente volverá a caer.

Y un rasgo sobresaliente: empieza a tener una magnífica memoria del pasado reciente. Y explicará con todo detalle medidas sin mayor interés e importancia

Sobre el autor:

Ramón Sánchez-Ocaña

Ramón Sánchez-Ocaña

Ramón Sánchez-Ocaña (Oviedo, 1942) es miembro del Comité Editorial de 65Ymás. Estudió Filosofía y Letras y es licenciado en Ciencias de la Información. Fue jefe de las páginas de Sociedad y Cultura de El País, y profesor del máster de Periodismo que este periódico organiza con la Universidad Autónoma de Madrid. 

En 1971 ingresa en TVE. En una primera etapa se integra en los servicios informativos y presenta el programa 24 horas (1971-1972). Entre 1972 y 1975 continúa en informativos, presentando el Telediario. No obstante, su trayectoria periodística se inclina pronto hacia los espacios de divulgación científica y médica, primero en Horizontes (1977-1979)​ y desde 1979 en el famoso Más vale prevenir, el cual se mantiene ocho años en antena con una enorme aceptación del público.

Tras presentar en la cadena pública otros dos programas divulgativos, Diccionario de la Salud e Hijos del frío, fue fichado por Telecinco para colaborar primero en el espacio Las mañanas de Telecinco y posteriormente en Informativos Telecinco.

Es colaborador habitual de radio, periódicos y revistas, y autor de una veintena de libros, entre los que destacan Alimentación y nutrición, Francisco Grande Covián: la nutrición a su alcance, El cuerpo de tú a tú: guía del cuerpo humano, Guía de la alimentación y Enciclopedia de la nutrición

En 2019 entró en el Comité Editorial del diario digital 65Ymás, en el que colabora actualmente.

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