Soledad no deseada: cómo detectarla
Alejandro Otero DavilaJueves 25 de marzo de 2021
5 minutos
Jueves 25 de marzo de 2021
5 minutos
La soledad no deseada, que en España comenzamos a vivir, y el sentimiento de vacío existencial son problemas reales y alarmantes en toda la población, que poco a poco se puede convertir en una epidemia y que no debemos disfrazar para convertirlo en un tema ajeno a nosotros, cuando paradójicamente es la concienciación de dichos valores lo que enriquece a una sociedad motivada para ayudar a estas personas.
Según el Ministerio de Sanidad, la soledad no deseada se ha convertido en un problema de salud pública. A pesar de la permanente conexión que ofrecen las redes sociales, cada vez más españoles afirman desarrollar sentimientos de desamparo y exclusión. Los adolescentes y la gente mayor son los colectivos más afectados por este problema, que ya se denomina como “la epidemia del siglo XXI”.
La Asociación Americana de Psicología advierte que la soledad no deseada será el primer factor de riesgo para la salud en las sociedades occidentales, por encima incluso de la obesidad. Un estudio de la Universidad Autónoma de Madrid vincula la soledad con el riesgo de mortalidad y Reino Unido ha creado un “Ministerio de la Soledad”. No se puede negar, los datos son tajantes y concluyentes: la soledad no deseada se ha convertido en una epidemia.
A la nueva generación de personas mayores corresponderá el reto de abrir nuevas expectativas, porque será la más preparada de la historia. Esta nueva sociedad estará abocada al reto más crucial de la historia de occidente: solucionar los gravísimos problemas que podría producir el número tan alto de personas jubiladas que lleguen a padecer una soledad no deseada.
Llegar a persona mayor es el horizonte normal en la vida de los ciudadanos, por lo que es útil reflexionar sobre ese momento como una etapa más del crecimiento humano. Ser persona mayor y futuro suena a conceptos enfrentados y contradictorios, pero el caso es que navegan en el mismo barco porque mayores seremos, si antes la muerte no lo impide.
Transitar a ser persona mayor resulta ineludible, pero ya no es lo que era. Han cambiado radicalmente los retos socioeconómicos, culturales, científicos, incluso biológicos, que planteaban una población cada vez más longeva, fenómeno sin precedentes en su historia evolutiva. Y entramos en un nuevo mundo de gran comunicación y altísimo aislamiento, que nos llega a ver morir en soledad a muchos ciudadanos.
Pero, ¿en qué consiste realmente este sentimiento? ¿Cómo es posible que, en plena sociedad de la información, donde estamos continuamente conectados, cada vez más personas se sientan solas? ¿Qué podemos hacer ante el desamparo?
Para los niños, que conocen a sus bisabuelos; para los adultos, que traen hijos al mundo teniendo aún vivos a sus propios abuelos; para quienes tienen nietos y, pese a todo, se sienten jóvenes porque aún no son la generación más antigua de su línea familiar, son situaciones rarísimas en la historia humana que en España se han vuelto frecuentes en las últimas décadas, y muy pronto resultarán mayoritarias.
Si esto está sucediendo así, ¿cuál es el motivo de que tantas personas vivan y mueran en soledad?
¿Los servicios Sociales de los Ayuntamientos o Comunidades Autonómicas disponen de información de las personas que viven en soledad?
Por otro lado, la soledad no deseada puede afectar a personas de todas las condiciones y edades al tratarse de una realidad subjetiva causada por diferentes factores. Sin embargo, son las personas de más edad las que sufren en mayor medida este problema.
Según los datos oficiales más recientes de la Encuesta Continua de Hogares del Instituto Nacional de Estadística, existen en España: Entre 15 y 64 años: 2.784.600 personas que viven solas, esto es, el 9,0% del total. De más de 64 años: 2.009.000 personas que viven solas, es decir el 22,7% de las personas mayores.
En la actualidad, cuando los medios de comunicación nos informan de que han encontrado muerta a una persona en su casa, la respuesta inmediata es que se ha localizado por el olor que los vecinos notaban. ¿Estos vecinos conocían que vivía sola? ¿Se han preocupado de su ausencia? ¿Cuánto tiempo hace que no la veían? La SOLEDAD NO DESEADA está en las ciudades y en esos bloques de viviendas donde la vida de los demás no nos preocupa o no queremos implicarnos en la ayuda que pueden necesitar.
Medios para detectarla
Está claro que debemos organizarnos con el fin de detectar a las personas que viven en SOLEDAD, teniendo en cuenta que es muchísimo más alta la soledad en las ciudades que en las poblaciones de baja densidad de habitantes. En los pueblos están detectadas prácticamente la mayoría de las personas que viven solas y suelen estar muy protegidas por la propia vecindad ya que en el momento que detectan que una persona no está presente en los lugares que suele visitar diariamente, se ponen en marcha para atenderla.
Es normal escuchar en este comentario, “hoy no ha venido a coger el pan María”, ¿le estará pasando algo?, esto sucede en la frutería, peluquería, cafetería, paseando, etc. Las personas que viven en esta situación tienen que comer y cuidarse y los servicios sociales tienen los medios de localizarlos en estos establecimientos. En las grandes comunidades de vecinos también existe la posibilidad de localizar, en sus edificios, a las personas que viven solas, e informar a los trabajadores sociales con el fin de que conozcan en persona la situación, pudiendo ofertar los servicios que sean necesarios.
Sin la ayuda de la sociedad más próxima a estas personas, nunca podremos detectar a los que viven en SOLEDAD NO DESEADA. Es necesario crear en los edificios y barrios un servicio de voluntariado que trabajen junto con los Servicio Sociales y actúen en ayuda y apoyo de las personas que viven solas.
Contra la SOLEDAD DESEADA sería recomendable detectar y contactar con la persona que vive en esta situación. apoyarla para que pueda cambiar su forma de vida y si es posible, dejarle este mensaje:
“Si te sientes en soledad cuando estás solo, estas en mala compañía”. Jean Paul Sastre
Alejandro Otero Davila, presidente de FEGAUS-Federación Galega de Asociacións Universitarias Séniors.