El dilema del prisionero es una teoría matemática precursora de la teoría de juegos, la misma parte de la base sobre la cual dos personas pueden no cooperar aún sabiendo que el no participar en la cooperación va en contra de los intereses de ambas, es decir, puede darse el caso de que alguno de los participantes escoja traicionar al otro, conociendo ambos participantes, que obtendrían un resultado positivo si colaborasen.
En el dilema del prisionero, la cooperación es la única forma de obtener como resultado el equilibrio.
Pedro y Pablo decidieron probar este dilema matemático, pero jugaron a traicionar, lo cual, les llevó a no colaborar y el resultado es el ya conocido, a partir del cierre de las urnas, una situación más diabólica que la anterior.
Pedro, como bien dijo en su celebración durante la noche electoral, ganaba las terceras elecciones en un año, ahora bien, ¿Es un triunfo amargo?, ¿Ha conseguido lo que buscaba, ser determinante?, ¿Ha conseguido desbloquear la situación? O simplemente ha vuelto a la casilla de salida.
En un análisis rápido de la situación post electoral podemos ver algunos elementos que deben servirnos para tomar decisiones a futuro.
La derecha nacional sumaba en el anterior hemiciclo, el 42,9% de los votos, por el contrario, la izquierda obtenía un 43%, el nuevo parlamento queda de la siguiente forma, la derecha nacional pierde dos décimas quedando en el 42,7%, Rivera ya ha sido amortizado, la izquierda se queda con el 43,1%, gana una décima, ¿Ha merecido la pena tanto esfuerzo, para tan escaso bagaje?
Más País, finalmente, ha sido más un problema que parte de la solución, restando diputados a las dos fuerzas progresistas mayoritarias.
La posibilidad de construir una opción de gobierno progresista sigue siendo la única alternativa posible, a Pedro, ya no le vale pactar con Ciudadanos, en pleno desahucio, ahora se entiende el fichaje de Marcos de Quinto experto en despidos y cierres patronales. Y tampoco le sirve la abstención de Casado, serían mayoría los “noes” en una supuesta investidura y por tanto sería fallida nuevamente. Un gobierno de coalición Pedro-Casado, posible en cuanto a posibilidades numéricas, significaría la muerte dulce del PP, en manos de Vox, quedando este como única alternativa de la derecha. Y sinceramente no veo en Casado, indicios que nos lleven a pensar en su suicidio político.
Por tanto, la única alternativa posible según el dilema del prisionero es que definitivamente, Pedro y Pablo, lo practiquen de forma colaboradora, para dotar a España de un gobierno de progreso, que empiece a desarrollar políticas sociales que favorezcan a las clases más desprotegidas y encare la difícil situación económica que se avecina con decisiones de progreso que no carguen sobre los hombros de la clase trabajadora el esfuerzo de su superación. Un gobierno de progreso que resuelva el problema de convivencia democrática que significa el avance de la opción neofranquista Vox, nacida de la irresponsabilidad política de los actuales dirigentes de la nación.
Aviso a navegantes, las circunscripciones electorales en nuestro país son provinciales, y cuando solo nos acordamos de la España vaciada en procesos electorales y seguimos sin resolver el problema de la construcción de nuestra nación, ocurre, como es el caso, que agrupaciones de electores transversales como “Teruel existe”, son capaces de obtener la visibilidad política que buscan y que es negada por una construcción asimétrica de nuestro país, “Ahora Zamora”, ó “Guadalajara existe también”… Son posibilidades, hoy inexistentes, que tienen una puerta abierta en el futuro inmediato.
Por lo cual exigimos valentía, para conformar un gobierno estable y de progreso, que encare con atrevimiento el problema de la construcción del país: Cataluña, Euskadi, Galicia, España vaciada… Y sea capaz de resolver definitivamente los problemas que nos acucian, el incremento de la pobreza, las desigualdades sociales, las pensiones, la brecha de género, la igualdad o la solidaridad… En definitiva, otra forma de hacer política es posible y necesaria.
Anatolio Diez Merino
Secretario General de la UJP-UGT