Es difícil encarar la pregunta de ¿qué diferencias hay en la forma de entender y afrontar la vida de los mayores del siglo XX y los del XXI?, sin echar la memoria atrás y recordar un siglo XX cargado de toma de decisiones políticas, tanto nacionales como internacionales, que hasta cierto punto han sido cruciales para diseñar algunos aconteceres del siglo actual.
Sin duda el mayor problema que afrontamos hoy, los que somos mayores, es la pérdida de las anteriores etapas de la vida, la juventud, la madurez… Eslabones que nos han permitido el llegar a la estación de los adultos mayores y seguramente esta es la primera mirada, sin duda cargada de nostalgia, esta mirada nos hace recordar lo efímera que es la vida, pero lo cargada de acontecimientos históricos vividos que trae con ella.
Ahora bien, en muchos casos, después de pasada una Guerra Civil, y dos Guerras Mundiales y haber sobrevivido la dictadura franquista, hemos celebrado la democracia a pesar de los Pactos de la Moncloa, pero también hemos sido agredidos por el tratado de Maastricht, fuimos capaces de avanzar en derechos políticos y sindicales, protagonizamos la modernización y el cambio social que experimentó el país, elementos, que junto a los anteriores, provocaron beneficios en las condiciones de vida y de trabajo de la mayoría de la población, conseguimos que los asalariados, mediante la negociación colectiva de los convenios, otro triunfo del sindicalismo de clase, mantuvieran su capacidad adquisitiva gracias al alza ininterrumpida de los salarios…
Pero la historia como la vida, continúa, y estas siempre deben ser afrontadas, al menos desde mi perspectiva de veterano sindicalista y socialista, desde la óptica que nos proponía el filósofo marxista italiano Antonio Gramsci: “el pesimismo de la inteligencia, el optimismo de la voluntad”.
Seguramente hoy desde la perspectiva de la inteligencia, nos venza el pesimismo, ya que hay establecidos claros síntomas de retroceso en varios elementos, el primero, en cuanto a las libertades: ya que dónde antes había libertad de expresión hoy tenemos la ley mordaza, la negociación colectiva y los derechos sociales se los llevó la reforma laboral, el debate sobre las pensiones sigue abierto y parece que tienen cierta ventaja los lobbys en su lucha por la privatización de las pensiones públicas, estamos en proceso de privatización de la seguridad social pública, primero los medicamentos, luego las especialidades, ahora la gestión hospitalaria, mañana la dependencia…
El segundo elemento es la lucha contra la pobreza y las desigualdades sociales, que siguen perpetuándose en nuestra sociedad, y hacen que la brecha social sea cada día mayor, carrera que se inició, con la aprobación y cambio constitucional del articulo 135, sobre el techo de gasto.
Hoy la sociedad en general y los mayores en particular somos más pobres que el siglo pasado, si somos mayores y además mujeres la pobreza es aún mayor.
Pero tenemos el optimismo de la voluntad, la que trae ad hoc, el género humano, somos capaces gracias a la innovación médica, biológica, nutricional y los medicamentos, de vivir cada año un poco más que el anterior, y hoy nuestra esperanza de vida al nacer, es la mayor del mundo detrás únicamente de Japón, hemos pasado de una esperanza de vida en 1999 de 78,84 años a 83,2 años en 2108.
La tecnología nos acerca cada vez más a un conocimiento mayor y una comunicación inmediata, lo cual ayuda en la lucha contra la soledad de los mayores, siempre que esta, la vanguardia tecnológica, sea utilizada de forma útil y amigable y no como sustituto de otras formas de relación y adquisición de conocimiento.
Una optimista voluntad, que nos debe servir para continuar nuestra lucha por la igualdad de hombres y mujeres, de acabar definitivamente con las agresiones machistas.
Una optimista voluntad, que sirva para dotar de partidas presupuestarias suficientes a la Ley de Dependencia y que esta llegue a todos y cada uno de los rincones de nuestro país.
Una optimista voluntad, para tener visibilidad pública como colectivo, y que ésta nos permita seguir luchando por la participación y poder de decisión de los mayores en la agenda pública, en aquellos temas dónde se debaten y deciden políticas de vital importancia para nuestro colectivo: El Pacto de Toledo o el Acuerdo Económico y Social.
Y a pesar de haber alcanzado la vejez, esta no nos priva de seguir teniendo una voluntad optimista, necesaria para afrontar los retos que esta sociedad individualista, insolidaria y marcada por los populismos de derecha nos propone, seguiremos anteponiendo a ella nuestra ideología, el sindicalismo de clase y el socialismo, como armas cargadas de futuro, capaces de imponer una vez más la justicia social, la libertad, la paz, la solidaridad y la fraternidad, elementos fundamentales para tener una sociedad más justa, libre, igualitaria y en paz, sin duda el mejor regalo que podemos hacer a las jóvenes generaciones que nos preceden.
El optimismo de la voluntad…
Anatolio Díez Merino, Secretario General UJP-UGT y miembro del Comité Asesor de 65Ymás.