Hoy nos despertábamos con dos buenas noticias en estos tiempos de coronavirus, en Italia un ser humano de 106 años salía de la UCI y en España otra persona de 84 años abandonaba el recinto sanitario después de vencer al virus. Ambos hechos eran celebrados por sus familias, evidente, pero también eran aplaudidos por el personal sanitario y se celebraba por los ciudadanos y medios de comunicación de ambos países.
Al otro lado del mundo el vicegobernador de Texas, Dan Patrick, ha sugerido que los ancianos de América tendrían que estar dispuestos a arriesgar su salud para hacer resurgir la economía en medio del brote de coronavirus. Sin duda otra forma de entender el mundo, la de Patrick, en su caso con un comportamiento de sociópata.
Más cerca en Holanda, Frits Rosendaal, jefe de epidemiología clínica del Centro Médico de la Universidad de Leiden (Países Bajos), ha dejado esta perla refiriéndose al traslado y cuidado de las personas mayores, el tal Rosendaal, considera que las personas de una cierta edad no deben ser llevados a los hospitales y agrega: "En Italia, la capacidad de las UCIs se gestiona de manera muy distinta. Ellos admiten a personas que nosotros no incluiríamos porque son demasiado viejas. Los ancianos tienen una posición muy diferente en la cultura italiana".
El ministro de finanzas de los Países Bajos, Wopke Hoekstra, en otro alarde de solidaridad incontrolada, durante un encuentro con sus homólogos europeos por videoconferencia, atacó a Italia y España por la petición de estos de constituir un fondo de solidaridad europeo, un "plan Marshall europeo" para reducir el impacto del coronavirus.
Es cierto que los dos holandeses tienen nombre de policías de las SS, sacados de cualquier película de la II Guerra Mundial, fueron muchos años bajo la bota del nazismo los que desgraciadamente su país tuvo que sufrir.
Menos mal que entre tamañas muestras de insolidaridad, se ha dejado oír la voz del Primer Ministro de Portugal, Antonio Costa, para dejar clara su opinión: "Es repugnante en el marco de la Unión Europea. Considero que las palabras del holandés son de "absoluta inconsciencia" y de una "mezquindad recurrente".
Como Costa, nosotros también las consideramos mezquinas, lo mismo que mezquino y manifiestamente insuficiente es la respuesta del Consejo de Ministros de la UE a la crisis económica provocada por el coronavirus. Es absolutamente necesario la emisión de deuda conjunta a través de los llamados "coronabonos", como medida para no seguir profundizando las diferencias que genera y generará la pandemia, entre los países del norte y sur de nuestro continente.
Nosotros exigiremos responsabilidades al Consejo de Europa a través de la Federación Europea de Jubilados, Pensionistas y Personas Mayores (FERPA) como miembros que somos de esta organización aglutinadora de todas las personas mayores de la Comunidad Europea.
Evidentemente las dos cuestiones contradictorias que comentábamos al inicio del artículo, la cultura de cuidar a las personas, independientemente de su edad, sexo, color, ideología o religión, o su contraria aquella que antepone el beneficio empresarial a las personas, no son cuestiones diferenciales que nazcan de los principios religiosos, católicos y protestantes, ni de los culturales.
Son evidentemente diferencias políticas, económicas, son diferencias de geopolítica, son diferencias que nacen de la brecha existente, y cada día más abierta, entre la Europa rica del norte y la Europa pobre del sur, las que surgen cuando se trata de resolver un problema continental, como lo es esta pandemia, desde la solidaridad y la igualdad entre los estados que componen la U.E.
Es difícil entender una Europa metida en el papel de madrastra, surgiendo como en el peor de los sueños de Blanca Nieves, donde a los países del sur, Portugal, Italia, Grecia y Spain/España, son denominados PIGS, cerdos en su traducción del inglés. Decía, que es difícil entender una Europa, que sigue pensando en desarrollar políticas que solo tienen un objetivo: mantener la producción, no parar de ninguna manera el crecimiento económico, no dejar de retornar beneficios, acumular capital. Este es su plan, no existe otro y menos aquel que pueda entorpecer mínimamente las ansias de acumulación de dinero de quienes les pagan, los dueños del “monopoly” en el que han convertido a Europa.
Nosotros, nuestros sanitarios, nuestra primera línea de vanguardia contra la pandemia, nuestra sociedad, todos unidos seguiremos salvando vidas, sin mirar la fecha de nacimiento, ni el sexo, ni la ideología, ni la religión, tampoco preguntaremos de donde eres, por que ya sabemos que todos somos de este mundo, y nuestro mundo, el de la clase trabajadora, el de los más oprimidos por el capital, no tiene fronteras, todos somos iguales.
Perder a las personas mayores, no es simplemente perder a una persona con “exceso de años” es perder la experiencia, el conocimiento, es perder nuestra historia vivida, nuestros anhelos, nuestros sueños rotos, es romper la cadena de comunicación intergeneracional, la cadena de la vida y si perdemos todo esto o lo olvidamos, estamos enterrando años de lucha, de aprendizaje, de vivencias, de conquistas y todo esto las nuevas generaciones no pueden permitirlo, por que sin memoria, sin saber de dónde venimos es posible encontrar el camino que nos acerque a nuestro objetivo: transformar esta sociedad egoísta regida por el capital y conquistar un mundo en paz, solidario, fraternal y libre. Un mundo socialista.
Anatolio Díez Merino
Secretario General de la UJP-UGT