Parecía, el pasado fin de semana, que finalmente el Gobierno tomaba el liderazgo en la lucha contra la pandemia generada por el coronavirus, se coordinaba con los presidentes autonómicos y declaraba el estado de alarma, el cual incluía entre otras medidas, el permanecer confinados en nuestros domicilios, en general la medida se ha cumplido escrupulosamente por la ciudadanía.
Se inicia la jornada laboral para todos aquellos trabajadores, cuyos empresarios mezquinos, sin ser empresas que presten servicios de urgente necesidad, les obligan a ir a trabajar bajo la amenaza de perder su puesto de trabajo si se niegan a ello y con el condicionante de no poner a su disposición medidas de prevención laboral en los centros de trabajo.
Y la imagen es desoladora, vagones de metro, en Barcelona, Bilbao o Madrid llenos de trabajadores hacinados, sin la más mínima posibilidad de acceder a las medidas de salud necesarias para no propagar el virus: guantes, mascarillas y distancia de seguridad.
Vemos que como siempre las medidas tomadas por el Gobierno, una vez más, tienen el sesgo de siempre, favorecer a quienes realmente nos gobiernan, los dueños del capital, esos que obligan a sus trabajadores a asistir al tajo bajo amenaza, mientras ellos cuidan de su cuenta corriente en Marbella.
Exijo al Gobierno, a ese que se denomina de progreso, que actúe con firmeza en favor de toda la sociedad, que tome medidas que salvaguarden la salud de toda la ciudadanía, no que fortifique la caja de caudales de quienes ya lo poseen todo, a cuenta de la salud de los trabajadores.
Exijo respeto para quienes están en la primera línea en la lucha contra el virus, los trabajadores de la sanidad, los servidores públicos, los que atienden al suministro de productos básicos, respeto hacia aquellos que exponen su seguridad para preservar la nuestra. No se entiende que el Gobierno imponga unos días medidas “a la china” de confinamiento los fines de semana y al día siguiente, la sociedad viva y sufra de una situación “a la inglesa”, esto es, que sea lo que el virus decida el resto de la semana, poniendo en riesgo a toda nuestra sociedad.
Como decía José Díaz, no necesitamos un Gobierno con cuello duro y puños blandos, en este momento la situación necesita de medidas urgentes que paralicen la producción y salvaguarden la salud de los trabajadores, medidas políticas, económicas y fiscales que ayuden a superar este momento de crisis, no es hora de ver si cumplimos o no con el techo de gasto o si cumplimos con el déficit que nos impone Europa. Es momento de cumplir con la salvaguarda de la salud de nuestros ciudadanos.
El no tomar medidas valientes: bonificaciones fiscales, financiación justificada para las empresas, pero legislación y decisiones claras sobre la presentación de ERTEs por un lado y renta universal para los ciudadanos por el otro, en definitiva, políticas claras de redistribución social de la riqueza. Decíamos que el no realizar políticas sociales, significará una vez más, que la crisis nos traerá más pobreza y más diferencias sociales produciendo una mayor desigualdad social.
Tomemos como ejemplo las medidas tomadas por el ejecutivo chino y evitemos situaciones tardías y de inacción como las del gobierno italiano o inglés. Aprendamos de la experiencia de aquellos que avanzan ganando la batalla en su lucha contra el virus.
Finalmente, en situaciones como esta, afloran necesidades que el Ejecutivo tiene que abordar con prioridad. Por un lado, la debilidad estructural y de medios creciente que padece nuestro sistema público de salud, tras años de sufrir la imposición de políticas neoliberales para la privatización del servicio y el recorte de las inversiones. Es obligado cambiar las políticas privatizadoras ya que estas no satisfacen las demandas de la sociedad. Por tanto, es necesario garantizar inversiones que fortalezcan nuestro sistema público y le permitan mantener los niveles de eficiencia y calidad que nuestros profesionales necesitan para el cumplimiento de sus obligaciones y que nuestra sociedad exige.
Por otro, adecuar los medios y salarios al trabajo competente y abnegado que realizan nuestros profesionales. El riesgo y el esfuerzo no solo lo demuestran en situaciones de crisis como lo actual, sino al contrario, es el día a día de su profesión. Por lo tanto, menos aplausos y felicitaciones públicas desde la administración y más inversión y atención a sus necesidades y justas reivindicaciones.
Anatolio Diez Merino, Secretario General de la UJP-UGT y miembro del Comité Asesor de 65Ymás.