“Presiento que tras la noche vendrá la noche más larga”, cantaba Aute, y después del debate electoral de este lunes y la presencia por primera vez de Santiago Abascal, fiel representante del franquismo más rancio, es la primera sensación que me deja el mismo.
Abascal, es sin duda, el fiel reflejo de lo que significaron 40 años de dictadura franquista en nuestro país: intolerante, altanero, racista, machista, prepotente y fundamentalmente un hombrecillo bravucón sin palabra y mentiroso, como demostró en algunas de sus afirmaciones. Sin embargo, como siempre ocurre cuando la izquierda no ocupa su lugar para frenar el avance de la derecha, el nuevo caudillo tiene amplias posibilidades de obtener un resultado exitoso e incluso precipitar el principio del fin de Ciudadanos, realizo un debate eficaz y desgraciadamente sin nadie enfrente.
Del resto, algunas pinceladas, de forma nítida el problema catalán, copó una parte importante del debate electoral, y quedó claro que o se resuelve por medio del diálogo y la negociación, o no hay solución posible. Se debe tener firmeza en la aplicación de la legalidad constitucional, pero ello no debe ocultar que nos encontramos ante un problema político, que no podrá ser resuelto jamás ni por medio de la violencia, ni por medio de sentencias, ni por la inhabilitación de la autonomía o la ilegalización de partidos políticos.
La España vaciada, sigue sin tener un plan o políticas para dotarla de soluciones a futuro, todo quedó resuelto con aquello de “no os dejaremos solos” del presidente en funciones.
Tanto el primer elemento del debate, Catalunya, como el segundo, la España vacía, parten del mismo principio: qué modelo de país queremos, cómo queremos diseñar nuestra nación. Éste sin duda es el debate necesario. Hoy, necesitamos construir un país diferente que solucione problemas que llevan años enquistados y que las políticas neoliberales han sido incapaces de solucionar. Las relaciones entre las diferentes autonomías y el Estado central, la igualdad entre los ciudadanos, el modelo fiscal, la redistribución de la renta, la caja única de las pensiones, la formación o un nuevo modelo de relaciones laborales son elementos que debemos volver a redefinir, en definitiva, repensar nuevamente el sujeto político.
España es el debate necesario.
En cuanto a nosotros, los mayores, nada nuevo bajo el sol, sobre las pensiones palabras vacías y compromisos ninguno, ya que la única obligación que nos sirve, viendo las claudicaciones a sus compromisos políticos realizadas en anteriores procesos electorales y que nos costaron la congelación de las mismas o el incremento por debajo del IPC, es la de blindar las pensiones en la Constitución.
Por cierto, hablando de blindar, pensiones y Constitución, no se nombró el Pacto de Toledo en ninguna ocasión. Tendrá la culpa la sombra del proyecto de “mochila austriaca” que ha enviado el gobierno en funciones a Bruselas.
Si hablamos de dependencia, volvemos a lo mismo, palabrería, reducción de las esperas decían todos… Pero lo más importante sobre si habrá un incremento de las partidas presupuestarias, silencio… De todos.
En cuanto a políticas de envejecimiento activo, participación de los mayores en la agenda pública, muerte digna, soledad… Silencio.
Parece ser que poco o nada les importamos a nuestros políticos un colectivo de más de nueve millones de personas, que participan y deciden.
Anatolio Díez Merino, Secretario General UJP-UGT y miembro del Comité Asesor de 65Ymás.