Hace algún tiempo, tuve la oportunidad de entrevistar a Manolo Santana. De aquella conversación, publicada en la revista de Ballesol, extraemos lo más significativo:
La increíble historia de un recogepelotas llamado Manolín
La historia es como un cuento. Y podría escribirse como tal.
Érase una vez un niño que vivía al final de la calle López de Hoyos de Madrid. Se llamaba Manuel, pero todos le decían Manolín. Manolín Martínez. No era alto. Era avispado y tenía otros tres hermanos. Su padre estaba en la cárcel desde que terminó la guerra civil, porque le pilló en el otro bando. La madre trabajaba en todo lo que podía para sacar adelante a aquella familia en donde todo se compartía y en donde, como una orden expresa, estaba prohibido hablar mal de nadie. El hermano mayor de Manolín iba los domingos y fiestas de guardar (así se decía entonces) al Club Velázquez de Tenis, como recogepelotas. Aquel club estaba en la calle del mismo nombre y en el sitio que hoy ocupa el edificio de Iberia. Y un día la madre dice:
-"Manolín, toma, vete a llevarle el bocadillo a tu hermano".
Y allá fue Manolín, con el bocadillo, a conocer qué era un club de tenis.
Se quedó embobado viendo aquel deporte en el que las chicas jugaban con faldita blanca y los chicos con pantalón largo, también blanco. Estuvo un buen rato mirando el juego y la agilidad de su hermano para correr tras la pelota.
Al domingo siguiente, Manolín dice a su madre:
-"Mamá, voy al club a llevar el bocadillo".
Y volvió. Y otro día más, Y otro. Hasta que se atrevió a decirle al profesor de tenis que sí podría también ser recogepelotas.
-"Tú tienes que estudiar primero..."
-"¡Solo los días de fiesta!".
Y así fue como Manolín, Manolín Martínez Santana entró de recogepelotas en el Club Velázquez.
-"La verdad es que aquel deporte me fascinó. Mira yo tengo un odio visceral a la violencia, a todo lo que sea violento. Y me encontré de pronto con un deporte desconocido para mi, que no solo no era violento, sino que era de una elegancia exquisita. Los jugadores se pedían perdón cuando una pelota tocaba la red, todo eran frases amigables, no había contacto físico, cada uno tenía su campo... Era el respeto hecho deporte".
Manolo Santana recuerda cómo hizo su primera raqueta recortando el respaldo de una silla. Toda de madera, claro. Y le servía para pelotear contra las paredes con las bolas viejas que se desechaban.
-"Recuerdo muy bien al profesor de tenis que había en el club. Era el Sr. López. Y un día le dije que si no podría yo pelotear en la pista. Y planeamos un truco. Me dijo: mira, cinco o diez minutos antes de que acabe la clase de una hora, tu vienes y me dices que me llaman por teléfono. Yo voy al teléfono y tú te quedas aquí y entonces le dices a quien esté jugando que si puedes pelotear. Y así fue. Claro, para los clientes era mucho mejor pelotear aunque fuera conmigo que estar esperando a que el Sr. López terminara de hablar. Y así empecé a pelotear...".
Recogido en familia
Seguramente en un rincón de su alma, Manolo Santana tiene un altar dedicado a la familia Romero-Girón. Eran dos hermanos, socios del club Velázquez al que iban con cierta asiduidad.
-"Eran muy simpáticos, esa es la verdad . Hablaban conmigo y se conoce que les caí en gracia. Me preguntaron por mi familia, por mi madre, por mis hermanos. Yo tenía entonces catorce años. Mi padre ya había muerto y mi madre estaba sola tirando por nosotros. Empiezan por ayudar económicamente a mi madre. Y le dicen que yo debo de estudiar y que si quiere me llevan a vivir con ellos. Así fue. Eso sí, me impusieron una condición que siempre agradeceré. Yo viviría con ellos, en una lujosa mansión del barrio de Salamanca; pero todos los días debía de ir a comer con mi madre. Realmente, me adoptaron. Porque entré a formar parte de su familia".
Manolo lo cuenta con cariño. De pronto, se encuentra estudiando durante la semana, jugando como socio del club durante los fines de semana y “comiendo con cuchillo y tenedor”. Se adaptó muy bien. Y recuerda con gratitud inmensa a Álvaro y a Aurora Romero-Girón que desde aquella lujosa casa de la calle Velázquez apostaron por el muchacho que tenía siempre la sonrisa puesta.
-"Te advierto que al principio yo eché de menos mi libertad. Pero enseguida me di cuenta de que era mucho mejor acogerse a la disciplina, estudiar y trabajar para poder después jugar al tenis. Claro, en cuanto vieron mi disposición me compraron una raqueta buena y empecé a jugar con unos y con otros... Ya jugaba con los socios del club al que me habían apuntado a mí también. Pero nunca deje de tratarme con los de mi pandilla..."
-¿Y los estudios?
-"Bien; aunque lo pase muy mal, hay que decirlo. Porque empecé a estudiar tarde, de manera que yo me examinaba a mis 14 años, con chicos de 10. Y claro era un poco bochornoso. Y no es que fuera mal estudiante; es que empecé cuando era mayor".
-¿Seguiste mucho tiempo en el colegio?
-"No, no, no... Porque empecé a ganar campeonatos. Primero, del club, luego, de Madrid, más tarde el de España...".
Dejó de ser Manolín, claro. Y ya fue para todos, Manolo Santana. Tenía 20 años cuando se proclamó campeón de España que no es más que uno de los 72 torneos en que se coronó como número 1 (cuatro Gran Slam)
“Un tipo con suerte”
La biografía de Manolo Santana se titula “Un tipo con suerte”.
-"Es que he sido desde mi más tierna infancia un tipo con suerte . Con mucha suerte. Mira, mi madre estaba a punto de parirme a mí; y cuando iba cruzando por la calle de O´Donell para ir a por leche a la maternidad, le cayó un obús al lado. ¡Y no explotó!. Para que veas si tengo suerte. Pero debo decir una cosa: la suerte hay que buscarla. Hay que procurar estar en el sitio adecuado en el momento oportuno, o buscar ese momento cuando tu pasas por ahí... Es como la inspiración que decía Picasso. Sí, existe, pero tiene que pillarte trabajando. Y siempre con la voluntad de conseguir las cosas".
-Sin embargo no parece que hayas tenido suerte en tu vida sentimental: tuviste cuatro parejas (y no se trata de que derivemos hacia las cosas del corazón).
-"Mira cuando las cosas no funcionan, lo mejor es empezar de nuevo. He sido muy feliz. Y ahora soy muy feliz, así que, aunque de manera consecutiva, sí he tenido también suerte".
Repasar la trayectoria de Manolo Santana es encontrarse con un torneo tras otro, un premio tras otro, un campeonato tras otro. Hasta ser el número 1 del mundo.
-"Claro, lo que no dicen las biografías es que en los primeros años, me recorría el norte de España en una vespa para jugar en uno y otro sitio".
Sin buscar excusas
La lección de tenis que Manolo siempre aplicó al deporte y a su propia vida, es verdaderamente ejemplar.
-"No buscar excusas. Esa es la clave. Cuando pierdes –en el tenis o en lo que sea– quejarse no vale para nada. Lo que debes hacer es analizar qué hizo el otro bien y qué hiciste tu mal. Y luego llegar al convencimiento de que hay que encontrar la forma de ganar. En el tenis o en la vida. Si te enfrentas a un tío que mide dos metros y tú tienes 1,60, es evidente que si gana no es porque tenga más horas de entrenamiento. Así que habrá que buscar otra estrategia, analizar las cosas, ver por donde puedes obtener tus ventajas que compensen las que inicialmente tiene el. Quiero decir con esto que de tu propia actitud depende casi todo. Por eso suelo decir que la suerte sí existe, pero que hay que buscarla".
-¿Cuando se habla de la mentalidad en la pista y que es casi tan importante como la potencia física, te refieres a esto?
-"Exactamente. Todo el mundo elogia la mentalidad de Rafa Nadal. Es cierto. Tiene una enorme capacidad de sobreponerse. Y algo más en lo que todos estarán de acuerdo. La final de Australia contra Djokovik, la perdió Nadal; pero todos pudimos advertir que Rafa salió fortalecido. Porque ya se demostró a sí mismo que puede vencerle. Y eso es importante. Al creer que puedes ganar, al demostrártelo, ya tienes medio camino andado...".
¿Qué te dicen por ahí?
Santana ya era ciudadano del mundo. Iba a jugar campeonatos a París, a Londres, a Nueva York.
- "Y mi madre me preguntaba : ¿Y qué te dicen por ahí, hijo?. Lo decía porque sospechaba que habría comentarios acerca de la España que nos había tocado vivir. Pero no. Lo más importante es que todo aquello me sirvió para valorar cómo se vivía en España, lo bueno y lo malo... De todo puedes sacar una lección. Te advierto que yo fui por la vida como un espectador, con los ojos muy abiertos, tratando de aprender...".
-Y hasta Franco te condecoró.
-"Fue muy curioso y es una anécdota que no puedo olvidar. Fue en 1966. Me habían otorgado una condecoración importante. Y entonces para ponérmela, organizaron una especie de partido de exhibición. Recuerdo que jugué contra José Luís Arilla, que muchas veces fue compañero mío en dobles. Pues bien, termina el partido y comienza el acto solemne. Parece que Franco nunca abrazaba a nadie. Pero se acercó a mí, y dándome un abrazo, me dijo: “No olvides nunca lo que te voy a decir”. Me quedé de piedra . Y en pleno apretón me susurra: “En esta vida, muchas veces pagan justos por pecadores”. Sin duda, ahora que yo paseaba el nombre de España por el mundo, era una forma de decirme que sabía lo de mi padre".
Tiempo después mantiene una estrecha relación con Adolfo Suárez. Son amigos de verdad hasta el punto de que una Nochebuena en que Santana estaba solo –recién separado- le llama Amparo Illana, la esposa de Adolfo y le invita a cenar en La Moncloa... Eran las Navidades de 1978.
-"No lo puedo olvidar, como es lógico. En más de una ocasión me llamó Amparo para decirme: ¡Por Dios, Manolo, saca a Adolfo del despacho!".
- ¿Y has dejado que el Rey Juan Carlos te ganará al sqash?
- "No. Nunca me ganó. A veces, cuando hacemos ese ejercicio de jugar con la mano izquierda para entrenar, es posible; el Rey jugaba bien con la izquierda y pienso que quizá era zurdo reeducado; pero cuando jugábamos de verdad, nunca me ganó ni querría que yo le dejara ganar, eso seguro".
-Son anécdotas importantes de tu vida.
-"De las que siempre aprendes, porque hay veces que te encuentras con situaciones que no son fáciles".
Y recordamos la anécdota de cuando ganó en Wimbledon y quiso besar la mano de la Duquesa de Kent.
-"¡Es que a mi me habían enseñado que besar la mano era el gesto de respeto hacia las señoras¡. Y no sabía que en casi todos los sitios es así, menos cuando se trata de la Familia Real Inglesa. Nadie me lo advirtió y aquella actitud mía dio la vuelta al mundo".
Cuando se van cumpliendo años
Cuando realizamos esta entrevista, Manolo jugaba todos los días al tenis, y acudía a todos los campeonatos importantes donde participara un español.
-"Es que no puedo estarme quieto. Yo no nací para estar a mis años sentado en un sillón viendo la tele. No puedo estar quieto".
-Muchos deportistas, pasada su etapa profesional, se caen.
-"Es que hay que ser consciente de que la vida es un aprendizaje continuo. Ya desde el principio tienes que saber que tú no vas a estar siempre en la cresta de la ola. Y si no sabes cómo vivir, si no sabes ir adaptándose, te destruyes. Y entonces es lo que tu dices: no es que se caigan, es que desaparecen".
En 1983 Santana va a Marbella para estar un año. (Y estuvo 36. Mar, tenis, paseos... ese es su día.)
-¿Y si te sitúas ahora y miras hacia atrás?
-"Vuelvo a hablar de la inmensa suerte que he tenido. Veo mi vida increíble. Y es más: pienso de verdad que los próximos 25 años van a ser impresionantes. Porque intentaré seguir mirando hacia adelante con cuidado de no cometer errores...".
-¿Te pesa algo de tu vida profesional?
-"Quizá el no haber podido o no haber sabido ayudar a gente que podría haber triunfado. Es posible que en el deporte hoy falte paciencia para llegar; se quieren triunfos rápidos, inmediatos, porque también es verdad que el deporte hoy está muy mercantilizado; y los jóvenes están mucho más deslumbrados por los éxitos y por lo que se gana, que por el esfuerzo. Se ve solo la parte brillante del deporte, no la de la disciplina, el trabajo, la constancia...".
-¿Temes la vejez, Manolo?
-"No. Es evidente que yo para mucha gente ya soy viejo. Pero para mí, no. Sigo haciendo deporte, me cuido, tengo gente alrededor más joven que yo, tengo a mis hijos, tengo a Claudia... Y sobre todo, y al menos por ahora, tengo la mente jovial".
-¿Qué es lo que más te gusta de la vida?.
-"Me encanta la cantidad de gente que es sincera y honesta. Que hay mucha, pese a lo que se dice. Y desde luego, rechazo la hipocresía y las falsedades para conseguir objetivos que nunca van a lograr".
-¿Y qué querrías inculcar a tus hijos?
-"La honestidad. Y que entiendan que un buen amigo es como un hermano; y que denuncien la falsedad de algunos personajes que hay y que existirán siempre".
-¿Y un consejo que te atrevas a dar?
-"Creer en ti mismo. Y si surge alguna adversidad, tener fuerza para vencerla".
-¿Temes a la muerte, Manolo?
-"No, temerla no. Queramos o no, va a venir; así que me preparo para ello. Busco estar contento conmigo mismo y que la gente que está a mi alrededor lo esté también".