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Los aranceles de Trump y el nuevo escenario de guerra comercial
Juan Manuel Sánchez Quinzá-TorrojaMartes 18 de febrero de 2025
5 minutos
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Martes 18 de febrero de 2025
5 minutos
Donald Trump ha irrumpido en su segundo mandato en Estados Unidos con una subida de aranceles a países como China, México y Canadá (estos dos últimos en suspenso, pendientes de negociación durante un mes) y sobre las importaciones de aluminio y de acero procedentes de cualquier país, así como aranceles recíprocos (gravámenes a todos los aranceles impuestos por otros países entre los que EEUU incluye el IVA) al resto del mundo, incluido la Unión Europea.
El mandatario norteamericano busca cambiar el funcionamiento del sistema de comercio internacional, por lo que su ofensiva supone el mayor golpe al orden mundial desde Bretton Woods, que puso las bases de la economía keynesiana aplicada desde 1945 hasta 1975 y posteriormente del modelo neoliberal aplicado a partir de los años ochenta del siglo XX con el fuerte impulso dado a la globalización.
Sin embargo, la incertidumbre en política económica produce pocos ganadores. Los aranceles son muy peligrosos, no solo para los países que lo sufren, sino para los que los imponen, como se vio en los años previos a la Gran Depresión de 1929.
¿Qué son los aranceles?
Los aranceles son tributos indirectos que recaen sobre los bienes importados. Aunque también puede haber aranceles sobre productos exportados, esto es menos frecuente, ya que la mayoría de los países procura facilitar las exportaciones de bienes y servicios.
Los aranceles se aplican de acuerdo con una tasa estipulada según el tipo de producto que es objeto de importación.
Los aranceles pueden tener objetivos diferentes, entre los que se pueden enumerar los siguientes:
- Proteccionismo: buscan proteger a los bienes nacionales imponiendo altos gravámenes a la importación de determinados productos.
- Aumento de recaudación: ya que constituye una fuente de ingresos para el Estado.
- Medidas económicas de represalia: se puede utilizar como arma para obligar a otros Estados a realizar cambios en sus políticas, como por ejemplo los aranceles que Trump quiere imponer a México como amenaza por su política migratoria.
Los principales efectos de una subida de aranceles son:
- Subida de precios: lo que reduce la demanda del producto importado y ayuda a la industria nacional que fabrica los mismos productos o similares. Sin embargo, cuando la producción nacional no puede sustituir en todo o en parte, la compra de bienes que han sido gravados con aranceles, los consumidores tendrán que pagar más por estos productos, provocando inflación.
- A veces puede provocar un incremento de la producción nacional, aunque también puede enmascarar ineficiencias en los procesos de fabricación nacionales, al encubrir las políticas proteccionistas y costes de producción mayores que los de otros países.
Las guerras comerciales no solo utilizan como medidas de política económica en el comercio internacional los aranceles, sino que se utilizan también otras como las barreras aduaneras, cuotas a la importación, fomento de las exportaciones (vía subvenciones, incentivos fiscales o devaluación de la moneda), o favoreciendo a las empresas nacionales en las licitaciones públicas, e impidiendo que los inversores extranjeros tomen el control de empresas nacionales.
Las subidas arancelarias de Trump
La política arancelaria de Estados Unidos es un error porque puede volverse contra el país, al contraer el comercio internacional y provocar un empobrecimiento mundial, como se vio con el temor con el que reaccionaron las bolsas mundiales con las primeras elevaciones de los aranceles.
Lo novedoso de esta política arancelaria de Trump es que tiene un carácter preventivo, como se observó con México y Canadá al establecer aranceles de forma general indiscriminada y no en productos o sectores concretos, lo cual resulta perjudicial para sus propios intereses. Trump está utilizando esta política comercial exterior más como una táctica (como se vio con la subida arancelaria a México para frenar la inmigración ilegal) que como una medida de política económica estratégica (para defender a la industria nacional).
La política arancelaria lleva años considerándose obsoleta y contraproducente para las economías nacionales y el mercado global de libre comercio, según opinan la mayor parte de los expertos en comercio internacional.
El problema de EEUU es que las importaciones representan el 12% de su PIB (el mismo porcentaje que representa el turismo en España), lo cual provoca un importante déficit comercial con otros países como México, Canadá, los de la Unión Europeao o China. Con esta política arancelaria, Trump intenta golpear a los países desde donde EEUU importa más.
Los aranceles llevan décadas bajando y con las medidas tomadas por Trump, estas van contra las tendencias mundiales y del propio EEUU.
Trump ya promovió aranceles en 2018 y 2019 que resultaron ser costosos para los consumidores y los productores. Los aranceles del 25% impuestos sobre productos como el acero, las lavadoras o los paneles solares no sirvieron para recuperar empleos en EEUU, ni tuvieron impacto alguno sobre la industria, como puso de manifiesto el estudio Harvard Business Review.
Con estas medidas perdieron sobre todo los consumidores estadounidenses, ya que, según diversos estudios, el coste que tuvieron que pagar de más por el encarecimiento de los precios consecuencia de los aranceles supuso unos 300 dólares (unos 286 euros) por familia.
Tampoco se produjo entonces otro efecto esperado de los aranceles, como que las empresas americanas que fabricaban en China volviesen a EEUU, ya que se establecieron en países cercanos como Malasia o Vietnam.
Conclusión
Los nuevos aranceles de Trump saldrán más caros, ya que las tarifas que plantea Trump son generales (25% sobre todos los productos, excepto sobre los energéticos canadienses, que los eleva un 10% y sobre el aluminio y el acero, a los que sube un 25% a todos los países). Pero al no haber elegido gravar un producto concreto que esté resultando perjudicado o a una zona geográfica de EEUU a la que beneficiara, o a proteger a los consumidores más vulnerables, los efectos de esta política arancelaria quedan diluidos. Sin esa política específica, el coste va a recaer sobre los consumidores norteamericanos.