Las estatuillas paleolíticas nos dan información sobre el lugar de lo femenino en la historia de la humanidad. Estas estatuillas, de aproximadamente 30.000 años atrás, revelan una creencia profunda en una diosa dadora de la vida como única fuente y la muestran como la deidad de la creación. Su descubrimiento y estudio llegan en un momento de auge de lo femenino iniciado ya en el siglo XX.
Son de hueso, marfil, piedra, terracota y madera. Son pequeñas y pueden así ser transportadas. Se encontraron desde los Pirineos franceses hasta las llanuras siberianas del lago Baikal. La dama de Brassempouy (cabeza) fue una de las primeras en descubrirse en los últimos años del siglo XIX.
La figura de la Pachamama es particularmente fuerte entre los pueblos Aymara, Quechua e Inca que ya poblaban América antes de la llegada de Colón. Actualmente se siguen los ritos y festividades relativos a la Madre Tierra, con más vigencia que nunca dados los daños al ecosistema planetario que nos aquejan. La herencia que los pueblos originarios han transmitido no es de dominación sobre la naturaleza sino de pertenencia. Somos parte de ese ser vivo que es la Madre Tierra. Cuidarla es cuidarnos. Ella es la base de todo lo que existe. Se le hacen ofrendas o challas depositando alimentos como obsequio.
Los investigadores coinciden en que las estatuillas tienen la clara intención de exaltar los atributos femeninos y que su reiteración como objeto de culto, ya sea como homenaje a la gran madre o exaltación de la mujer, se da en un tiempo en que se revisa el patriarcado y el lugar de lo femenino en la sociedad.
Particularmente sobre la situación de ser una población envejecida, vemos que los cuidados de los mayores se han convertido en un tema importante para las sociedades. Los mayores de 60 y 80 años darán lugar a un medio en el que habrá menos adultos jóvenes para brindar el cuidado y el sostén económico que requerirán tantos ancianos. Los demógrafos afirman que se trata de un fenómeno estructural y no coyuntural que se está dando en los países desarrollados y en vías de desarrollo.
Es evidente que son las mujeres quienes, a pesar de sus actividades fuera del hogar, siguen estando más comprometidas y más dispuestas a hacerse cargo de los cuidados. No se trata solamente de que haya más mujeres sosteniendo la asistencia a los muy mayores sino de ciertos rasgos femeninos requeridos para ello. Son la intuición, la expresión de los sentimientos y emociones, el registro de los estados de ánimo, una percepción global del otro y de las situaciones y la realización de varias tareas de forma simultánea.
Afortunadamente, una acción más compartida de los cuidados se está observando como tendencia. Ello comprometería también a los varones en un quehacer más emocional, holístico, sensible a lo afectivo, a la expresión de los sentimientos y a un abordaje más global y comprensivo del mundo en que vivimos.
La gran cantidad de estatuillas del paleolítico superior nos hablan de un tiempo gobernado por la diosa y sus atributos. A partir del siglo XX estas estatuillas se descubren, se estudian y podemos reflexionar sobre lo que significan en nuestra vida.
Sobre el autor:
Carmen de Grado
Carmen de Grado es Licenciada en Psicología, Máster en Psicogerontología, ex docente en la Universidad Maimónides de Buenos Aires (Argentina) y actualmente en el Instituto Iberoamericano de Ciencias del Envejecimiento (INICIEN).