"Hay demasiadas diferencias entre este hotel y mi residencia"
Beatriz CanoMartes 28 de abril de 2020
3 minutos
Martes 28 de abril de 2020
3 minutos
Estoy muy contenta de mi nueva situación en el hotel de Kike Sarasola. La verdad, me siento a salvo. El trato es exquisito y los profesionales son muy competentes. Pero hoy no os voy a hablar de donde resido actualmente, ya habrá tiempo para contaros cómo es mi hotel -esto va para largo-. Hoy, me voy a referir de nuevo a mi residencia de Usera, que abandoné el miércoles pasado. Aún mantengo mis fuentes allí y son de fiar. Pero sobre todo, no me olvido de mis compañeros residentes y todo lo que pueda hacer por ellos, lo haré.
Os cuento lo último que ha pasado. Días antes de mi traslado al hotel, subieron a nueve compañeros que dieron positivo a la tercera planta, donde se supone que están en aislamiento. Ahora, parece que seis de ellos han sido trasladados nuevamente a la primera planta, la de "los sanos". ¿En menos de diez días han dado negativo?, me pregunto. Indudablemente, la gestión de mi residencia es difícil de entender y creo que explica muchos contagios.
La organización sigue siendo caótica. ¡Qué diferencia con el hotel, por dios! Además, he sabido que la desinfección del centro ahora la hace el personal de limpieza y no se ha vuelto a ver a la UME. Daré parte a las administraciones.
Pero bueno, volviendo a mi hotel. Para que veáis la diferencia entre ambos centros, os voy a poner dos ejemplos. El primero, tiene que ver con el proceso de lavado de ropa. Aquí, me apuntan y numeran las prendas que les entrego y, luego, me las traen en una bolsa perfectamente cerrada. En Usera, la cosa era muy distinta. Dejábamos todas las prendas juntas en una bolsa de recogida y la llevaban al semi-sótano. Después, muchas veces, se perdían o desaparecían. ¡Qué diferencia!
En segundo lugar, en el hotel hacen chequeos médicos cada día, bien la enfermera o el médico. En la residencia de Usera, claramente no. No saben cuál es el estado, día a día, de los residentes. Y si vas a quejarte de cualquier malestar, te miran raro y, de muy mala gana, te toman la tensión y poco más.