Jueves 21 de mayo de 2020
2 minutos
El 22 de abril salí de mi residencia para ir al hotel Room Mate Alicia del empresario Kike Sarasola. Salí del cuerpo para encontrarme con el alma. Ahora, debo dejar este remanso de paz.
El miércoles ha venido la psicóloga y me ha dado un maletín que nos regala el hotel con diversos productos de aseo. ¡Qué detalle! Además, es muy chulo y sexy.
Con ella, he hablado sobre la experiencia que hemos tenido este mes. Ha sido una charla amena. Luego, hemos conversado sobre mi salida. Me confirman que este viernes vienen a buscarme. "Si necesitas alguna cosa, hablar, lo que sea... Estoy por aquí", me ha comentado. Gracias.
También me ha dicho que los dulces que mande a todo el personal en agradecimiento por estos días les han gustado mucho y que la cocinera se ha emocionado. "Ha sido un detallazo", ha apostillado.
Una vez más, me he emocionado, porque los bombones no son nada comparado con la atención que he recibido, del cariño, la generosidad, la simpatía, el respeto, la educación, la calidad humana... Hace tiempo que no los sentía.
Debo reconocer que he llorado. Me han saltado las lágrimas en la despedida con la coordinadora. "No llores, que no te puedo abrazar", me ha dicho.
El doctor que, junto a la enfermera, han sido siempre súper amables conmigo, me ha comentado: "No es pena o tristeza. Es como un sentimiento de nostalgia”. Conmovedor. Ahora, toca hacer la maleta y volver a mi residencia, mi hogar, al fin y al cabo.